La amnistía no es convivencia, es conveniencia
Todos sabemos que no es convivencia lo que quieren, que todo se resume a la conveniencia de Pedro Sánchez y a la de sus socios
Se ha dicho muchas veces que una de las razones por las que la credibilidad de Pedro Sánchez se ha ido por el sumidero es por su tangencial relación con la verdad. La hemeroteca le ha dado tantos revolcones que ha convertido las líneas rojas del socialismo en rayas en la orilla del mar en plena marea baja. Sus principios son tan firmes como los apoyos de sus socios de legislatura, así que nos está acostumbrando a asumir sus cambios de opinión como algo necesario para evitar un mal superior: la ultraderecha.
Tenemos un presidente del Gobierno que trata al país como un sujeto enfermo al que hay que suministrar cada día una dosis mayor de “democracia sanchista”. ¡Toma democracia! ¡Nos abre la boca y nos mete las pastillas! Es por nuestro bien. Para que no cojamos el virus del fascismo que viene de la “fachosfera”.
Los cambios de opinión de Sánchez
Y esto es quizá lo más irritante. No contento con mentir con sus habituales cambios de opinión, Pedro Sánchez trata de convencernos de que su resistencia a decir la verdad supone para él el más alto de sus sacrificios. Podría ser fiel a sí mismo y aplicar la misma estrategia que defendía antes de las elecciones del 23-J, pero no. Eso sería lo fácil. Eso no ayudaría a la convivencia. Así que se deja maltratar y humillar y con él a España entera por el bien de todos.
Es un Gobierno abnegado en su conjunto hasta límites sobrehumanos. Tener que sacrificarse y vivir en la Moncloa debe ser casi tan duro como verse encerrada en su piso ministerial de 400 metros cuadrados en Madrid sin poder ver el mar. Lo de la vicepresidenta Yolanda Díaz no está pagado.
Esta astracanada discursiva que en otra época hubiera sido inaceptable se asume ahora como normal. Y es que la presencia en sangre de “democracia sanchista” en el cuerpo del enfermo es tan alta que ya no hay reacción aparente. La sociedad española experimenta solo unos ligeros espasmos cuando escucha al presidente del Gobierno, erigirse en representante único de la democracia de nuestro país, en figura capaz de dictar sentencia particular y absolver a los independentistas catalanes, porque su persona ha decidido que no son terroristas. Y todo por la convivencia. Porque aunque sus socios de Gobierno no quieran convivir con nosotros, Sánchez insiste en que los demás estamos obligados a abrirles nuestro corazón.
Y aquí radica el verdadero problema del Presidente del Gobierno. Porque podrá mentirnos cuantas veces quiera, cambiar de opinión, asustarnos con la extrema derecha y hasta amenazarnos con un meteorito desde la “fachosfera”; lo que no podrá nunca es convencernos de que los independentistas quieren convivir con nosotros. Porque sabemos que eso no es convivencia, es conveniencia.
En el caso de EH-Bildu es conocida su nula capacidad para asumir ninguna responsabilidad por el papel jugado en los años de plomo de ETA. Incluso si hablamos del presente se antoja difícil convivir con quien sigue recibiendo en los pueblos del País Vasco a militantes de la organización terrorista, a los que considera héroes, como a gente que defendió a Euskal Herria de la represión del Estado. Por eso no quieren hablar de las víctimas. Porque en el fondo no se arrepienten de nada de lo que hicieron, e incluso se puede decir que llevan su pasado con poco disimulado orgullo. Pero Pedro Sánchez hace un esfuerzo y acepta, siempre en aras de la convivencia, los votos de EH-Bildu que le mantienen en el Gobierno.
Amnistía completa
Y si hablamos del independentismo catalán, de Carles Puigdemont y sus chicos del “Tsunami democrátic”, nos encontramos con un problema similar al del radicalismo vasco. Sus planes no contemplan ni por casualidad mejorar la convivencia con el resto de los españoles.
Su objetivo no es otro que conseguir una amnistía completa, dejando de lado a jueces y magistrados, para que sus fechorías queden impunes y volver así a la casilla de salida. Repetir un “procés” de independencia que prospere y sirva de revancha del que perdieron frente al Estado español, al que de paso humillarían por todos estos años de derrota mal rumiada en su “exilio” de Waterloo.
Todos sabemos que no es convivencia lo que quieren, que todo se resume a la conveniencia de Pedro Sánchez y a la de sus socios mientras sigan siéndolo.