La amnistía como espejo
La amnistía, vista como espejo, permite a los ciudadanos descubrir la polémica suscitada como si asistieran a una actuación teatral con notables giros literarios
Hay acontecimientos en una nación que tienen el poder de los espejos, al reflejar a todos aquellos que se atreven a mirarse en él. La amnistía entendida como conciliación, reparación y superación, contrasta con la amnistía entendida como preámbulo de la destrucción de España, la convivencia y la igualdad entre españoles.
Pero también tenemos la amnistía que solo está orientada a dejar sin efecto las sentencias a los acusados por el referéndum ilegal del 1 octubre de 2917 y la consulta del 9 de noviembre de 2014, sino también a la de aquellos que buscan instalar una dialéctica entre Cataluña y España como Estados soberanos.
La amnistía como espejo
En todos los casos, el alcance de la amnistía se convierte en espejo donde, tanto la derecha como la izquierda, buscan reconocerse como garantes de la defensa de España. La derecha utiliza la amnistía para ascender hasta la cima desde donde pronunciar grandes declaraciones políticas en defensa de la virtud pública, la democracia y la constitución; y la izquierda para establecer que, gracias a ella, se recuperará la convivencia entre los españoles. La amnistía, tanto para el PSOE y como el PP, como planta trepadora que debe permitir llegar al poder.
La amnistía, vista como espejo, permite a los ciudadanos descubrir la polémica suscitada como si asistieran a una actuación teatral con notables giros literarios, con palabras artificiosas, proclamaciones huecas y un exceso de gestualización que quita autenticidad a las interpretaciones. Todos saben que la amnistía se concederá si al Estado español le interesa y si saca beneficio, perdonando y olvidando lo ocurrido durante más de diez años del procés. Ninguna nación europea ha propiciado la medida de gracia de la amnistía, si no convenía al Estado.
Nos encontramos en un punto de la negociación del debate público que parece fingido, donde todo el mundo sabe que no está en manos del PSOE, ni del PP ni de los partidos independentistas, que se pueda llevar a término si el Estado español queda afectado irreversiblemente en su estructura. El buen funcionamiento del estado contemporáneo se basa en la integración del estado político en la sociedad civil que, como bien indica Norberto Bobbio, “ha terminado por alterar la forma jurídica del estado, los procesos de legitimación y la estructura de la administración”.
La amnistía que propugna el PSOE, a la espera de leer la ley que le debe dar forma jurídica, política y social, no afectará al Estado español, ya que, si no es posible llevarla a término legalmente, no se hará. Lo que sabemos es que su propuesta es legítima, razonada y permite a una parte de la sociedad catalana acogerse a la capacidad del Estado español de establecer mecanismos que permitan desarrollar el ideal del Estado como entidad para integrar a todos los ciudadanos, incluso aquellos que buscan separarse de él, ya sea en la vida pública, política o social.
Sabemos que no se cuestionan las estructuras del estado de derecho, pues es el poder judicial y sus órganos de gobierno quienes decidirán en su momento si dichos acuerdos políticos son posibles o no conforme a la ley. La amnistía/espejo permite a aquellos que se miran en él observar que el problema no es el espejo/amnistía, sino la manera de batallar para que no refleje una verdad incómoda a la que nos estamos enfrentando, que no es una disolución del Estado español, sino una disputa política.