Ambitio et avaritia 

Pedro Sánchez no ofrece explicaciones en su carta, simplemente derrama lágrimas de cocodrilo. 

Un juez de instrucción ha abierto diligencias previas en torno a la actuación de Begoña Gómez, la mujer del César. Y el César debe de saber algo que el común de los mortales ignora y decide perpetrar una carta tan lloriqueante como amenazante: igual me lo pienso y me quedo, viene a decirnos. Señala a jueces, medios y oposición democrática. Caudillismo puro. El suyo es un victimismo de manual para dividir y polarizar la sociedad. Pedro Sánchez no ofrece explicaciones en su carta, simplemente derrama lágrimas de cocodrilo. 

Ante informaciones que apuntan a tráfico de influencias y corrupción en su familia, su partido y su gobierno, Sánchez sigue la pauta de su manual oculto de resistencia: dejación de funciones y crispación. Tapa la suciedad de su entorno con la exaltación de las bajas pasiones para que el partido salga en tromba a pedir la movilización de la masa. Eso ya está visto en España y tiene un nombre: procés. Spoiler: acaba mal… para todos.  

Si alguien quiere dimitir, dimite. Si alguien quiere organizar un espectáculo narcisista para tapar algo muy grave, publica una carta en redes sociales y parte el país en dos. Levantar muros imaginarios tiene efectos reales en la sociedad. Es una grave irresponsabilidad. Y quizás tampoco sea una brillantez maquiavélica.

Sánchez no es un genio. Simplemente no tiene límites morales. La supuesta jugada maestra puede salirle mal. Toda la prensa internacional ya ha vinculado el amago de dimisión con la investigación por corrupción a su mujer. Su imagen queda ahora manchada a escala mundial.  

Ljubljana (Slovenia), 16/04/2024.- Spanish Prime Minister Pedro Sanchez poses for a photo ahead of a meeting with Slovenia's prime minsiter in Ljubljana, Slovenia, 16 April 2024. The Spanish prime minister is on an official visit to Slovenia. (Eslovenia, España) EFE/EPA/IGOR KUPLJENIK
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/EPA/IGOR KUPLJENIK

Sólo los medios nacionales concertados replican el relato monclovita: el de una pobre mujer acosada por la ultraderecha. Sánchez, como populista de tomo y lomo, intenta victimizarse, pero no es creíble más allá de la subvencionada burbuja sanchista. Él, precisamente él, no puede dar lecciones morales sobre la cuestión, ya que ha sido el primero en señalar, desde la atalaya de la presidencia del Gobierno, a personas anónimas como la pareja de Isabel Díaz Ayuso. 

Desconocemos el auténtico motivo del gesto de Sánchez, pero sabemos que el muy mentiroso no le dice la verdad ni al médico, ¿por qué íbamos a creerle ahora? La causa real de la carta no puede ser por amor a nadie que no sea él mismo. Y también desconocemos la decisión que anunciará el próximo lunes, pero apostaría a que de ningún modo se está planteando la dimisión. Como mucho, estará estudiando la mejor defensa, que, en su caso, suele ser un cruel ataque.

El PSOE no es ahora mismo una organización tan monolítica como aparenta  

Su socio Carles Puigdemont le recomienda que presente una cuestión de confianza en el Congreso, pero la última vez que este señor quiso mostrarse como un estadista acabó en el maletero de un coche. Quizá anuncie una futura convocatoria de elecciones generales. O quizá, tras un fin de semana de aquelarre sanchista, anuncie que, como Xavi Hernández, desdimite, que no puede abandonar a su pueblo, que si “no pasarán”, que si “Franco” y toda esa mandanga para la feligresía. 

Sánchez busca y espera un clamor callejero a favor de su persona. Paniaguados no faltarán. Sin embargo, el PSOE no es ahora mismo una organización tan monolítica como aparenta. Sánchez decidió sacrificar su partido en el altar de su poder personal. Favoreció el empequeñecimiento del PSOE, ya que así podía controlarlo y gobernar pactando con todos los enemigos de España.

Él ha obtenido lo que pretendía, pero no son pocos los que se han quedado por el camino y son muchos más los que temen quedarse sin su baronía o su cortijo si la deriva caudillista del jefe sigue adelante. 

La ambición de Sánchez no sólo le ha llevado a minimizar el PSOE en toda España, también a retirar el Estado en Cataluña y a socavar todos los pilares de la democracia liberal. Ha franqueado todas las líneas rojas. Todo Rubicón ha sido un simple riachuelo para este césar sin escrúpulos. No va a parar. No va a dimitir por lo que él califica, en su misiva digital, como “informaciones espurias”.  

Ambitio et avaritia fue el resumen de Salustio de la degradación de las virtudes republicanas en Roma. Ambición insana y avaricia desmedida conforman el matrimonio que hoy gobierna España. No esperemos ningún acto de dignidad. No esperemos un comportamiento ético. No habrá dimisión por amor a su mujer o a su nación. Pero si, ¡sorpresa!, el lunes Sánchez dimite, un servidor se tomará cinco días para reflexionar sobre su futuro como procesólogo.