2025, el año de Franco y de Maduro 

La democracia llegó a España por la voluntad de concordia de los españoles para dotarnos de los mecanismos políticos adecuados y la separación de poderes que impide que los sátrapas se perpetúen en el poder

Parece claro que los “actos conmemorativos” de la muerte de Franco son una encerrona a Felipe VI y a cuantos entienden que Pedro Sánchez usa el  “francomodín” cuando las cosas le van mal, que últimamente es a diario. La primera cita es el próximo día 8, el rey está invitado pero, por lo visto, no podrá ir porque tiene una recepción ineludible de embajadores que reciben sus cartas credenciales.

Así que el año dedicado al dictador comenzará ya con críticas a la Corona por no acudir. El engrasado equipo de opinión sincronizada de la Moncloa se encargará de airear la ausencia al tiempo que pondrá presión al monarca para que despeje su agenda y vaya al siguiente acto de condena contra el dictador que murió en la cama. 

Ya lo hemos dicho en alguna otra ocasión: este Gobierno y quienes lo sustentan son muy valientes con dictadores ya desaparecidos y muy blanditos con los que están en activo. Un decir, Nicolás Maduro. Muchos españoles sentimos vergüenza del papel que juega nuestra diplomacia en la terrible crisis de Venezuela.

Ante la evidente represión del régimen chavista a su pueblo, el éxodo de millones de personas que tienen que salir del país, las torturas y las detenciones (allí siguen dos compatriotas acusados de espiar para el CNI) nos encontramos con un Gobierno que en el mejor de los casos mira para otro lado, cuando en otros se alía con José Luis Rodríguez Zapatero, que va de mediador pero que es parte ya de la oligarquía venezolana. 

Ante la próxima toma de posesión de Maduro como presidente ilegítimo de la República de Venezuela la oposición española debería pensar en movilizar a cuantos están dispuestos a manifestar su rechazo al dictador vivo mientras otros se empeñan en recordar a uno muerto.

Si el próximo día 10 no lo remedia Edmundo González Urrutia, ganador legítimo de las elecciones del pasado verano, se consumará un golpe de Estado en un país hermano y la consolidación de un régimen dictatorial, vinculado al narco y con oscuros negocios y ramificaciones con empresarios y políticos de nuestro país.  

No digo que venga como Delcy Rodríguez, al aeropuerto de Barajas y con cuarenta maletas, pero Maduro bien podría participar, por videoconferencia y en pantalla gigante, en alguno de los actos que recuerden a Franco y lo que supuso la dictadura para la sociedad española.

(Foto de ARCHIVO) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, a 23 de diciembre de 2024, en Madrid (España). Durante su comparecencia, el presidente del Ejecutivo ha hecho balance del curso político, y además, ha presentado el informe periódico de rendición de cuentas. Alejandro Martínez Vélez / Europa Press 23 DICIEMBRE 2024;MONCLOA;CURSO POLITICO;SANCHEZ 23/12/2024
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Foto: Alejandro Martínez

Teniendo en cuenta que quienes por edad están por debajo del medio siglo no conocieron el régimen, sería una valiosa aportación que pudieran comprobar con sus propios ojos cómo toda dictadura sobrevive gracias no solo a la represión militar y policial, sino a otra aún más terrible: la de quienes viven cómodamente con el tirano porque sus fechorías afectan a otros, a quienes piensan diferente.  

Un holograma de Nicolás Maduro en la Plaza de Oriente congregaría, como hacía Franco en sus mejores tiempos, al millón de españoles que decían caber ahí al grito de “¡Chávez vive, la lucha sigue!”. A muchos se les pondría la piel de gallina, pero no de miedo, sino de emoción. Como ocurría antaño, cuando los padres y abuelos de muchos de los que ahora militan en la izquierda enamorada de los aires del Caribe se citaban en la madrileña plaza para, brazo en alto, gritar ¡Franco, Franco, Franco! 

«Este Gobierno y quienes lo sustentan son muy valientes con dictadores ya desaparecidos y muy blanditos con los que están en activo»

A  dictador muerto, dictador puesto. Para qué recordar las penurias que pasaron nuestros padres y abuelos si podemos vivir en directo las que sufren miles de venezolanos. Sería el mejor ejemplo, para las jóvenes generaciones de españoles, de lo que les puede pasar si permiten que les robe el país una clase dirigente dispuesta a cargarse la separación de poderes, a subvencionar los medios de comunicación que son afines y cerrar los críticos, a silenciar jueces y a poner los tribunales a su servicio con tal de perpetuarse en el poder. 

Y en medio de todo esto, el rey. Que, en mi modesta opinión, debería acudir a los actos a los que le invite el Gobierno para recordar algo obvio: que la democracia llegó a España no por la lucha antifranquista de nadie, sino por la voluntad de concordia de los españoles para dotarnos de los mecanismos políticos adecuados, de una monarquía parlamentaria y de la separación de poderes que impide que los sátrapas se perpetúen en el poder. 

Quieren atemorizarnos con los dictadores muertos, cuando los que de verdad tienen que preocuparnos son los vivos. Brindemos para que ni unos ni otros se adueñen de nuestras vidas en este 2025.