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La Xunta, en un pañuelo: dos alianzas asoman como opciones de gobierno si no hay mayoría absoluta
Rueda confía en lograr una mayoría absoluta ajustada, pero el fuerte ascenso del BNG puede dejar su continuidad en manos de Democracia Ourensana; la izquierda depende de la remontada del PSOE y de que Sumar no reste para el cambio en la Xunta
Las encuestas pronostican las elecciones gallegas más igualadas desde el año 2009, cuando Alberto Núñez Feijóo logró desalojar de la Xunta al bipartito de PSOE y BNG por un diputado. Los tres partidos se juegan 16 años después el Gobierno gallego en un margen similar, con el PP partiendo con ventaja, pero tan estrecha que podría necesitar del apoyo de Democracia Ourensana para mantener el poder. Esa carambola es el escenario ideal que imaginó Gonzalo Pérez Jácome cuando decidió presentar a su formación a las autonómicas. Poco antes, tras las municipales de 2023, el PP negoció sin éxito para que no lo hiciera a cambio de repartirse con él Concello y Diputación de Ourense. Ahora la demoscopia ve posible tanto que la formación del alcalde ourensano consiga un diputado, algo que casi dan por hecho el resto de partidos, como que Alfonso Rueda baje de los 38 escaños que otorgan la mayoría absoluta.
Las encuestas tienen la desventaja de ser tentativas, proyectar una estimación que puede desviarse en mayor o menor medida, pero la virtud de detectar tendencias y generar estados de ánimo. El del PP es el de la resistencia. Los de Alfonso Rueda consideran que la horquilla entre 38 y 39 escaños que este domingo le otorgarán la mayoría de sondeos es difícil de perder. El propio candidato lo expresó así el pasado viernes en una entrevista, al señalar que el suelo demoscópico estaba en los 39 diputados y vaticinar que Vox y Democracia Ourensana no entrarían en el Parlamento. «Todos tenemos claro que o 38 o nada», afirmó. Sin embargo, la entrada del partido de Pérez Jácome podría ser la tabla de salvación a la que agarrarse en caso de pinchazo electoral. Aunque el regidor negocia a varias bandas siempre ha acabado llegando a acuerdos con el PP. Su candidato, Armando Ojea, ya advirtió que si logran representación pactarán hasta «con el diablo». Él mismo fue vicepresidente de la Deputación de Ourense en virtud de uno de esos pactos.
Las claves del PP
En el PP, que fue presa de los nervios durante la crisis de los pélets, avanzan confiados hacia el 18-F pese a las estrecheces, algo nuevo después del rodillo que fue Feijóo durante los tres últimos comicios. Consideran que la militancia está movilizada y que harán valer el granero de votos que tienen en las provincias de Lugo y Ourense, un colchón de entre tres y cuatro diputados sobre el conjunto de las fuerzas de izquierda, para retener la mayoría absoluta. El trabajo de los alcaldes y responsables de juntas locales del partido, el de mayor implantación en Galicia, es clave para conservar estos caladeros, especialmente tras la etapa de Manuel Baltar en Ourense. La otra baza en los bolsillos de Rueda es el voto exterior, donde esperan gozar de una amplia mayoría de apoyos.
Los populares diseñaron una campaña de baja intensidad, con un solo debate y en medio de los carnavales. Una participación por debajo del 60% les favorece, pues tienen más capacidad que la izquierda para movilizar. La consigna era trabajar a su electorado y no cometer errores.
La otra razón para mantener la calma es que la fuerte subida del BNG, al que están sometiendo a un duro ataque para intentar frenar su ascenso, consideran que se produce a costa del PSOE, donde la candidatura de José Ramón Gómez Besteiro no acaba de despuntar en las encuestas. La demoscopia otorga a los socialistas su peor resultado histórico en Galicia, por debajo de los 14 diputados que obtuvo Gonzalo Caballero en 2020. Con ese porcentaje de apoyos en la bancada socialista, entre el 15% y el 16%, el PP cree que no peligra la Xunta.
Las claves de la izquierda
Las opciones de la izquierda pasan por un bipartito entre BNG y PSOE. Ana Pontón ha elevado el techo de la formación nacionalista, que ahora está en disposición de alcanzar los 25 escaños, seis más que hace cuatro años. Este crecimiento, sin embargo, se está produciendo a costa de los socialistas. La posibilidad de desbancar al PP pasaría por una remontada de Besteiro en aquellas franjas donde el Bloque tiene menor penetración, los más mayores y el rural. El plan de los socialistas era, precisamente, una campaña de menos a más, con sensación de remontada y un gran apoyo desde el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Esto último se está produciendo, pero las encuestas siguen trazando una línea descendente. La esperanza ahora es que pueda aflorar voto oculto el próximo 18 de febrero.
El otro escollo para que den las cuentas es el papel de Sumar. El partido de Yolanda Díaz pelea en A Coruña y Pontevedra por obtener representación, pero actualmente parecen lejos de conseguirla. Pontón y Besteiro aspiran a que ese voto se concentre en sus partidos apelando a rentabilizarlo, aunque ello no se ha traducido hasta ahora en ataques directos a Sumar, socio de Gobierno de Pedro Sánchez en Madrid. En la candidatura de Marta Lois opinan exactamente lo contrario, pues creen que de conseguir esos dos escaños acabarán con la mayoría absoluta del PP.
Los partidos de izquierda con opciones coinciden en la necesidad de que la participación se sitúe por encima del 60% para que haya posibilidades de cambio en la Xunta.