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Rueda sufre para colocar su agenda en medio de una avalancha de críticas
BNG, PSOE, Sumar y Podemos apenas batallaron entre sí y centraron sus ataques en Rueda, que habló de ETA, de Cataluña y de la imposición del gallego
La idea de representar una izquierda dividida en cuatro partidos frente a la opción continuista del PP en la Xunta no acabó de salir bien para Alfonso Rueda. BNG, PSOE, Sumar y Podemos apenas intercambiaron golpes entre sí y lanzaron un ataque conjunto, casi coordinado, contra el presidente del Gobierno gallego, que comenzó titubeante y no logró colocar sus mensajes hasta la segunda parte del debate en la CRTVG, el único al que, por el momento, decidió presentarse el líder del PPdeG.
Por el nuevo plató de la televisión pública desfilaron temas exóticos, desde la tía de Alfonso Rueda que dirige el centro tecnológico Cetmar, a la foto del presidente de la Xunta en una de las manifestaciones de Galicia Bilingue, una entidad que defiende postulados lingüísticos similares a los de Vox; o el cargo de la exconselleira de Medio Ambiente, Beatriz Mato, en el grupo de renovables Greenalia, y hasta los floteles de Pémex.
Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro asentaron la idea de que el PP triplicó la deuda de Galicia sin conseguir generar empleo. Rueda anunció una ampliación de la rebaja del impuesto de sucesiones y trató de apuntar que, si él no ganaba las elecciones, llegaría una subida del impuesto, pero pasó la mayor parte del tiempo defendiéndose. No fue hasta la mitad del debate, tras una enganchada con Ana Pontón por el gallego, cuando logró introducir sus mensajes.
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Buena parte de ellos tenían que ver con la política estatal. Rueda comenzó argumentando que debido a la condonación de deuda a Cataluña «cada gallego tendrá que pagar 400 euros», incluido, «si hay algún bebé que ahora está durmiendo mientras nos ven los padres, ese bebé también tendrá que pagar 400 euros». Posteriormente, señaló al BNG por acudir a una movilización en favor de los presos de ETA que «mataron a gallegos» y rescató, aludiendo al programa de los nacionalistas, la imposición del gallego, un lema de la campaña de 2009, cuando Alberto Núñez Feijóo arrebató la Xunta al bipartito conformado por Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana.
El enfrentamiento con Pontón, a la que acusó de liderar una «sucursal del independentismo» y de representar aquello de lo que quiere «liberar a Galicia», polarizó el debate entre los dos líderez que, a tenor de las encuestas, tienen opciones de presidir la Xunta. Sin embargo, Rueda también polemizó con Besteiro, argumentando un teórico maltrato del Ejecutivo central hacia Galicia, que se expresaría en, cuando menos, dos cuestiones: el atasco en la llegada de los fondos Next Generation, que sería generalizado pero de gran importancia en la comunidad; y el recurso en el Constitucional contra la Lei do Litoral. «Esto no se atreven a hacerlo con Cataluña, ni de broma», aseveró el presidente autonómico.
Rueda finalizó su intervención en el debate pidiendo que no le voten quienes quieren un presidente que les engañe. «Si quieres un presidente que te quite lo tuyo para dárselo a los independentistas, no me votes», añadió, dando cuerda a un elevado número de vídeos en redes sociales donde aparece el líder del PP pidiendo que no le voten, pero sin la primera parte de la frase. «Te pido el voto, sobre todo, porque en mí sí que puedes confiar. Yo sí que tengo palabra«, finalizó Alfonso Rueda.
Pontón y Besteiro hacen equipo
Con estilos muy diferenciados, Ana Pontón y José Ramón Gómez Besteiro combinaron bien las formas y el discurso, evitaron atacarse entre sí y confrontaron a Rueda en los dos planos del debate: el estatal que interesaba al líder del PP y el gallego que trataba de impulsar la portavoz nacional del BNG. Incluso se defendieron mutuamente. Cuando Rueda acusó a Besteiro de privatizar las residencias de ancianos de la Deputación de Lugo, Pontón replicó que él no lo hizo porque no ha construido ninguna. Cuando Rueda señaló a Pontón por querer «imponer el monolingüismo» en las aulas, Besteiro le pidió que reconociera su error al votar contra el gallego en el Congreso. Si había que visualizar un bipartito posible, los líderes del BNG y del PSdeG lo pusieron fácil.
Sin embargo, al finalizar el debate había dudas sobre la efectividad de su actuación. Pontón, siempre presidenciable, exhibiendo propuestas detrás de cada impugnación, tuvo una buena oportunidad de desgastar a Rueda, pero no está claro que lo consiguiera. Besteiro, de tono calmado y aparentemente cómodo, debía conseguir movilizar el voto que necesita su formación para remontar, pero tampoco está claro que su discurso vaya a servir de revulsivo. Los dos partidos necesitan una línea ascendente si quieren lograr el cambio en la Xunta. La ventaja de Rueda es que le basta con no cometer errores.
La gratuidad de la AP-9
Pontón prometió una empresa energética pública, medida que parece tener consenso entre todas las fuerzas de la izquierda; impulsar un gran acuerdo por la lengua que incluya la aprobación de un decreto por la igualdad lingüística; un plan de choque para reforzar la atención primaria en la sanidad y un esfuerzo presupuestario para adquirir vivienda vacía y derivarla al mercado del alquiler. También dijo que su primera reivindicación como presidenta ante el Gobierno del Estado será el rescate de la AP-9 para que sea gratuita. A la iniciativa se sumó Besteiro, que garantizó que cuando esté en la Xunta conseguirá que tanto la AP-9 como la AP-53 (Compostela-Ourense) dejen de ser de pago.
«Hay muchas maneras de sentirse gallegos y todas son necesarias para el cambio. Humildemente les pido la oportunidad de ser su presidenta para que hagamos historia con un nuevo proyecto que mire al futuro desde la confianza en todo lo que somos como pueblo, para que dentro de unos años, incluso los que no votaron por mí, sientan orgullo de la Galicia que estamos construyendo«, dijo Pontón en su última intervención.
El «galeguismo útil» de Besteiro
Besteiro, en cambio, se erigió en representante del cambio tranquilo y del «galeguismo útil». Promueve una Xunta con influencia en Madrid y coordinada con el Gobierno de Pedro Sánchez, frente a la dinámica de enfrentamiento de Rueda. Reprochó al líder del PP la baja ejecución presupuestaria, incluidos los fondos europeos, y coincidió con Pontón en mostrar escepticismo respecto a los compromisos de vivienda pública presentados por el presidente de la Xunta. Además, se comprometió a sacar adelante la Lei do Litoral con «seguridad jurídica» y en acuerdo con el Ejecutivo central.
«Ya lo hicimos posible hace unos meses en las elecciones generales, pero confiasteis en el partido socialista. Podemos hacerlo de nuevo con todos vosotros. Hagámoslo de nuevo. Os pido el voto para que Galicia tenga más empleo y mejores salarios. No hay otra papeleta que permita el cambio y el Gobierno que no sea la del Partido Socialista», finalizó el expresidente de la Deputación de Lugo.