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Rueda pondrá las urnas al calor del debate de la amnistía y con Feijóo volcado en la campaña
El presidente de la Xunta pretende ganar con perfil propio y legitimar un nuevo liderazgo tras 13 años de Feijóo, pero se encuentra con unas elecciones que son clave en la estrategia de Génova frente a Sánchez
Alfonso Rueda ha puesto fecha a las primeras elecciones gallegas sin Alberto Núñez Feijóo como cabeza de cartel en 14 años. El presidente de la Xunta adelanta al 18 de febrero unos comicios en los que aspira a legitimar su liderazgo tras llegar al puesto por designación de su predecesor, hoy líder del PP y de la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez.
La convocatoria, anunciada tras la reunión del Consello da Xunta de este jueves, sorprendió solamente por los esfuerzos de Rueda en enfriarla esta misma semana, en la sesión de control en el Parlamento, ante un BNG y un PSOE que ya daban por finiquitada la legislatura. Estaba previsto que el dirigente autonómico llamara a las urnas tras aprobar los presupuestos del próximo ejercicio, algo que sucedió esta misma semana, pero quedaba la duda de si sería antes o después de la Navidad. Rueda eligió no esperar más. Tomó la decisión, según repitió, sin que mediara injerencia alguna de Feijóo, con quien habló antes del anuncio.
Con este calendario, la campaña comenzará el 2 de febrero y se desarrollará durante la celebración de O Entroido, especialmente relevante en la provincia de Ourense. Allí el PP mide su fuerza electoral tras dar carpetazo a la saga de los Baltar y con Democracia Ourensana intentando pescar en el tradicional caladero de votos de los populares.
Las elecciones irrumpen en unas celebraciones muy populares en Galicia, pero también en un debate acalorado en España. Para enero están previstos las sesiones del Congreso (aunque se celebrarán en el Senado por obras) que abordarán las enmiendas a la proposición de ley de amnistía, probablemente el principal elemento de impugnación del equipo de Feijóo al Ejecutivo. La iniciativa que emanó de los pactos con Junts y ERC pasará después a la Cámara Alta en su proceso de tramitación, previsiblemente en febrero. Y allí el PP tiene mayoría absoluta y carta blanca para dilatar el trámite hasta dos meses tras la reforma del reglamento que ellos mismos impulsaron.
La hora de la verdad para Rueda
El camino hacia las elecciones gallegas irá acompasado con una probable subida de decibelios en Madrid al calor de la amnistía. Aunque el debate puede favorecer a Rueda, como prueban los excelentes resultados cosechados por el PP en Galicia en las generales, entra en contradicción con el deseo manifestado por el presidente autonómico de que la campaña se enfoque en clave gallega, como hizo Feijóo en las cuatro elecciones en las que salió vencedor. Para Rueda tendría quizá menos rentabilidad, pero un valor añadido. Si el principal objetivo del dirigente pontevedrés es revalidar la mayoría absoluta, el otro es consolidar su propio liderazgo al margen de la tutela del líder del PP, a quien acompañó como número dos durante 13 años.
Durante los últimos meses hizo un notable esfuerzo para dar a conocer su figura y marcar un estilo más afable que el de su predecesor. Diseñó una gira por Galicia para invitar a cañas sin alcohol a la ciudadanía de distintos concellos y apareció en varios programas de la televisión pública que nada tenían que ver con los informativos. Cuando anunció la fecha de las elecciones este jueves pidió una campaña en «positivo» y con «sesgo gallego». Reivindicó que la decisión era suya «a todos los efectos» y proclamó: «El futuro de Galicia se decide con una hoja de ruta redactada aquí, sin mediadores ni hipotecas». Rueda da los pasos para armar un liderazgo nuevo, pero falta que sea refrendado por las urnas y por la propia Génova.
El candidato Feijóo
La intensidad de la política estatal hace que las elecciones gallegas sean estratégicas tanto para Feijóo, que es quien más tiene que perder, como para Sánchez, que ve la oportunidad de asestar un golpe casi mortal a su principal rival, especialmente ante la proximidad de las elecciones vascas donde el PP no acostumbra a cosechar grandes apoyos. El líder del PP quiere volcarse en la campaña y barrunta una implicación máxima, con caravana propia y presencia constante en Galicia. En Génova se ven los comicios gallegos como el primer test real para medir los apoyos de Sánchez tras poner sobre la mesa la ley de amnistía y quiere que sean mínimos. Estas claves de política estatal, lógicamente, no ayudan a los deseos de Rueda de centrar el discurso en Galicia.
Además del expresidente de la Xunta, está previsto que se impliquen con intensidad en la campaña Mariano Rajoy y también, lógicamente, Miguel Tellado, arquitecto de las últimas campañas de Feijóo en Galicia y ahora más legitimado si cabe para impartir cátedra en los mítines tras su nombramiento como portavoz del partido en el Congreso.
Las razones del adelanto
Rueda defendió la conveniencia de convocar elecciones una vez aprobados los presupuestos del año que viene, pues garantizan el desarrollo de las últimas medidas anunciadas por el Gobierno gallego, como el bono deporte, las ayudas a personas con dependencia, la cuota cero para los nuevos autónomos, o el autobús gratuito para mayores de 65 años. En su discurso pidió preservar la «estabilidad» de Galicia frente a las «turbulencias» de la política de Madrid. El PPdeG ha tenido la capacidad de convertir esa estabilidad en una marca asociada al partido, a pesar de la profunda reordenación que ha sufrido recientemente, con la marcha de Feijóo y dos conselleiros, o la conformación de una gestora en Ourense tras la salida de Baltar.
Al margen de los motivos públicos, también es cierto que los populares cuentan con encuestas favorables que le ofrecen una buena posición para afrontar los comicios. Según las fuentes consultadas, esos sondeos previos al anuncio electoral apuntan a que Rueda obtendría con cierta comodidad entre 39 y 40 escaños, el PSOE estaría estancado en torno a los 15 y Vox se quedaría muy lejos de entrar en el Parlamento. Los buenos resultados que obtendría Ana Pontón no serían suficientes para amenazar la continuidad del PP en la Xunta.