El “sentidiño” de Rueda contra “la cofradía de la perpetua negativa”

Alfonso Rueda plantea en su debate de investidura la ecuación imposible: pactos a la oposición en los mismos ámbitos en los que critica con dureza su posicionamiento, sean nuevos proyectos industriales o la energía eólica

Alfonso Rueda, en el Parlamento de Galicia

Alfonso Rueda, en el Parlamento de Galicia, en el debate de investidura. Foto: Álvaro Ballesteros/Europa Press

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Un Rueda muy cómodo, casi holgado, dos tallas más que el encorsetado candidato Rueda del debate de la TVG en plena campaña electoral, ha despachado este miércoles en poco más de hora y media su proyecto político para la Galicia de los próximos cuatro años. Es el Rueda presidente. Habla de “cambios serenos”, pero aplica firmeza en el tono en un debate de investidura que solo tenía como atractivo escuchar las novedades en sus planes, que a priori no parecía poca cosa.

Rueda ha optado por dividir en tres grandes ejes su intervención, proyectando en la primera parte una Galicia luminosa, “que no tiene por qué envidiar a nadie”, para abordar luego la política nacional, la amnistía y el resultado de una convocatoria electoral que ha permitido a los gallegos “decidir en las urnas, no en las redes”. “Sentidiño” en el gobierno, en la gestión y en las urnas, vino a decir.

Industria y energía

Lo cierto es que ha apelado unas cuantas veces al “sentidiño” como clave de bóveda de la política en Galicia. Y lo ha empleado también como herramienta para hacer oposición a la oposición durante su intervención. Ha hablado de la próxima década, de todo lo que queda por hacer, pero pronto ha abordado el candidato Rueda sus grandes preocupaciones, las inmediatas, los problemas que le traen de cabeza en las últimas semanas, que vienen de atrás. Y no son otros que todos aquellos relacionados con la industria y la energía.

Rueda plantea en su debate de investidura la ecuación imposible: pactos a la oposición en los mismos ámbitos en los que critica con dureza su posicionamiento, e incluso a aquellos que acaba de rebautizar como “la cofradía de la perpetua negativa”, renovada versión millenial de aquellos “do non” que tanto afeaba en su día Manuel Fraga a Xosé Manuel Beiras cuando lo tenía como líder de la oposición en O Hórreo.

De las “navalladas” a Altri

“Galicia debe darle la bienvenida a toda inversión que sea viable, que cumpla con la legislación vigente y que cree empleo. Lo que está en juego es la política y el futuro de Galicia”, ha advertido el todavía candidato. Ante él, esa “cofradía de la perpetua negativa” a la que ha intentado sacar los colores de las contradicciones. Ha puesto como ejemplos Alcoa y la AP-9. Quienes en su día rechazaban la fábrica de San Cibrao, viene a decir, piden ahora la intervención pública. Y aquellos que hablaban de “navallada” a Galicia para referirse a la puesta en marcha de la Autopista del Atlántico circulan ahora por ella.

Rueda ha echado menos balones fuera de los que cabría esperar para la habitual posición de la Xunta ante el Gobierno central a la hora de buscar culpables y repartir responsabilidades, y ha tendido esa mano a la oposición que pasa por pactar lo impracticable ahora mismo: industria y energía, que es lo mismo que hablar de la llegada de la celulosa y la fibra de Altri, los eucaliptos, la eólica marina y la judicialización de decenas de parques terrestres. Esto es lo que ocupa y preocupa ahora a unos y otros, sin soluciones realistas a la vista. De momento. Y todos los saben.

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