El dilema de la familia Vázquez Raña en la crisis diplomática entre España y México

Dueños de un imperio que pivota entre la sanidad, los medios y la construcción y que recientemente acordó la venta de tres hospitales al Estado mexicano, el hijo de Olegario Vázquez Raña ha sido uno de los empresarios que ha asesorado a López Obrador estos años

Olegario Vázquez Raña, su hijo, Olegario Vázquez Aldir y Claudia Sheimbaun en fotos de archivo de EFE y Manuel Seixas Calviño

Olegario Vázquez Raña, su hijo, Olegario Vázquez Aldir y Claudia Sheimbaun en fotos de archivo de EFE y Manuel Seixas Calviño

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España y México afrontan una crisis diplomática en toda regla debido a la decisión de la presidenta electa del país azteca, Claudia Sheinbaum, de no invitar a Felipe VI a su toma de posesión el próximo 1 de octubre como respuesta a la negativa del monarca de responder a la carta que le envió el todavía mandatario, Andrés Manuel López Obrador, en 2019, exigiendo una disculpa pública del Estado español por el pasado colonial. El asunto ha polarizado a la clase política, con formaciones como el BNG, Esquerra, Bildu, Podemos y Sumar alineados con la decisión de la dirigente y la censura del PSOE y el PP. En mitad de este escenario, la familia empresarial de los Vázquez Raña, máximos exponentes de la emigración gallega que hizo fortuna en América, se mantienen como espectadores. Al menos sobre el papel, atraviesen un particular dilema ya que, en los últimos años, especialmente a través de Olegario Vázquez Aldir, heredero de su imperio empresarial, han estrechado lazos con el presidente saliente.

El pasado junio, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera presidenta electa de México al ganar los comicios con casi el 60% de los votos. Aunque con perfil propio, de carácter mucho más técnico que López Obrador, la que hasta ahora fue jefa del Gobierno local de la Ciudad de México aseguró que defenderá el legado de su proyecto, la Cuarta Transformación. Y el episodio del no convite al monarca español no deja de ser una continuación de las tiranteces iniciadas por AMLO.

La demanda de AMLO

Esta semana, Sheinbaum insistió en que la misiva de López Obrador “no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales” y afeó también que el contenido de la carta se filtrase a la prensa y que incluso el Ministerio de Exteriores publicase entonces un comunicado rechazando el contenido de la misma. Pedro Sánchez cerró filas con la Casa Real e indicó que España no podía «aceptar esa exclusión». «Por eso hemos manifestado la ausencia de cualquier representante diplomático en señal de protesta por una exclusión que consideramos inaceptable», espetó.

Este jueves, López Obrador, en su comparecencia diaria ante la prensa, continuó cargando las tintas. “Apoyo a nuestra presidenta en esta decisión y, sí, en dejar de manifiesto que México ya no es una colonia de ningún país extranjero y que se debe de respetar”, reflexionó. “Están muy mal acostumbrados porque, durante el periodo neoliberal, venían a hacer su agosto desde España. Me refiero a las élites, no al pueblo español, ya lo he dicho muchas veces”, prosiguió. “Es un pueblo de trabajadores y un pueblo hermano, pero las élites políticas y económicas venían a México como tierra de conquista”, dijo, para insistir en que, no obstante, se trata de un asunto político y diplomático, que no debe trastocar al resto de relaciones entre ambos países. “En este tiempo se ha mantenido la relación, nada más hubo pausa en lo relacionado con lo político porque esto no tiene nada que ver con los pueblos, con la relación de cooperación económica, con la cultura, con la hermandad. Este es un asunto de la prepotencia y el conservadurismo”, zanjó.

Hijos de Barreras y la ‘pausa’

No es la primera vez que López Obrador expresa que España ha visto históricamente a México como “tierra de conquista”. Hasta este momento, el punto más álgido de tensión dialéctica se vivió en 2022, cuando indicó la necesidad de “pausar” relaciones. Entonces, el político mencionó a Repsol e Iberdrola como empresas que fueron beneficiadas por los anteriores Ejecutivos aztecas, no dejando un buen saldo para el país. Y, además, se refirió al astillero vigués Hijos de Barreras, cuya mayoría accionarial llegó a estar en manos de Pemex, la petrolera paraestatal. “Se trataba de unos astilleros de Vigo, en España, que estaban prácticamente en bancarrota y en alguna visita que hicieron las autoridades mexicanas decidieron rescatar esos astilleros, y para ello compraron el 51% de las acciones. (…) Fue, indudablemente, un pésimo negocio para Pemex”, recordó, en relación al acuerdo de construcción de barcos apadrinado en su día por Alberto Núñez Feijóo al frente de la Xunta de Galicia.

La hemeroteca dice, por tanto, que las tiranteces diplomáticas, no así económicas, entre México y España comenzaron con la llegada de AMLO a la presidencia del país americano y, previsiblemente, continuarán con Sheinbaum. Sin embargo, también a lo largo de este tiempo, López Obrador ha tenido cerca a una familia que se ha convertido en el máximo exponente de la fortuna de la emigración gallega: los Vázquez Raña, con sus raíces en el concello ourensano de Avión.

Los Vázquez Raña y el poder

Olegario Vázquez Raña y su hermano Mario (fallecido en 2015) levantaron sendos imperios empresariales en México a partir del negocio familiar, la tienda de muebles Compañía Hermanos Vázquez. Olegario, quinto hijo de dos esforzados emigrantes gallegos, construyó el Grupo Empresarial Los Ángeles, un conglomerado con intereses en el sector turístico (Hoteles Camino Real), en los medios de comunicación (Excelsior y Grupo Imagen), la banca (Multiva), la promoción inmobiliaria (Prodemex) y la sanidad (Hospitales Los Ángeles).

A pesar del océano que separa México de Galicia, los Vázquez Raña han estado muy presentes en la historia reciente de la comunidad. Si a Mario se le imputaba una estrecha relación con Fraga (llegó a prestarle su avión en un viaje oficial del expresidente gallego), Olegario pudo presumir de haber llevado a jugar al dominó a Avión a otro gran magnate mexicano, Carlos Slim, hoy dueño de la constructora FCC.

Cuentan las crónicas que hace más de una década, el entonces mandatario de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente de Novacaixagalicia, José María Castellano, les pidieron que desembarcasen en el capital de la resultante de la fusión de las cajas gallegas. Un extremo que nunca llegó a producirse.

También dicen las crónicas, pero las mexicanas que, a lo largo de las décadas, la familia de orígenes gallegos ha sabido estar cerca del poder. Si bien a Olegario Vázquez Raña se le presuponía proximidad al poder gubernamental tanto en la época del PRI como luego con Vicente Fox, y a pesar de que llegó a ser criticado públicamente por el propio López Obrador, las relaciones entre la familia empresarial y el político tornaron calmas con la irrupción de su hijo y heredero del imperio Los Ángeles, Olegario Vázquez Aldir.

Asesor del presidente

Director general del Grupo Los Ángeles, a pesar de los anteriores desencuentros con la familia por su tratamiento mediático, López Obrador incluyó a Vázquez Aldir, entre el grupo de selectos ejecutivos que conformaron, en el inicio de su sexenio, su consejo asesor empresarial. Junto a él, estaban, entre otros, los líderes de las principales cadenas televisivas del país, como Ricardo Salinas Pliego, del Grupo Salunas, y Bernardo Gómez, de Televisa.

Los medios aztecas indican que, con este movimiento, López Obrador trató de conseguir una activa participación de los grandes líderes empresariales del país para establecer alianzas de cooperación entre el sector público y el privado.

A finales del año pasado, el presidente mexicano dio las gracias públicamente al heredero de Olegario Vázquez Raña por aceptar vender al Estado tres hospitales de su grupo empresarial que operaban bajo la figura de APP, asociación público privada, en un modelo similar al de Povisa en Vigo.

López Obrador anunció la pretensión de comprar nueve hospitales lo que evitaría pagos millonarios por la prestación de servicios durante la vigencia de los contraros con empresas privadas. “Ya me mandó a decir, y se lo agradezco mucho, Olegario Vázquez hijo, que tiene tres de estos hospitales, que ellos están de acuerdo en que nos vendan los hospitales, en que se cancele el contrato que firmaron”, dijo. “Le agradecemos mucho a Olegario, ya aceptó y esto va a significar un ahorro muy importante”.

Así discurre la trayectoria de una familia clave en la historia empresarial de la emigración gallega y, hoy en día, de México.

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