Verdad, veracidad e inteligencia artificial

Las innumerables ventajas que estamos descubriendo con la inteligencia artificial generativa también están dejando aflorar los peligros que se ciernen por las lagunas regulatorias

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Foto Freepik

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La inteligencia artificial (IA) está provocando un impacto brutal en todos los sectores de la economía, pero no solo por las transformaciones que ya está generando y las expectativas de futuros cambios a corto plazo. También por la demanda de información y de formación que se está solicitando.

El informe anual que publica la firma NTT Data sobre la Industria 4.0, señala que en este momento casi la mitad de las empresas en España implementarán en los próximos tres años soluciones de IA generativa en sus procesos. Proyectos que implicarán un esfuerzo inversor que será todo un desafío para aquellas compañías que tengan dificultades para abordarlo.

Pero este informe pasa muy por encima un elemento que, a mi juicio, es fundamental abordar y que creo supera a las soluciones reales que esta tecnología pueda aportar. Estoy hablando del aspecto regulatorio. Cualquiera de nosotros ya es testigo de los peligros que puede entrañar el uso irresponsable de la IA. Por ejemplo, el phishing personalizado para crear mensajes falsos, la creación de videos o audios falsos para generar desinformación o la vigilancia masiva que puedan hacer instituciones e incluso gobiernos para violar derechos fundamentales.

Estamos, por tanto, ante un desafío enorme que, en el caso de los que nos dedicamos a la comunicación y la información, representa también un reto en el que la ética debe jugar un papel fundamental.

Sin el contrapeso de una regularización que equilibre la eficacia de la automatización y el factor humano estaremos expuestos a una utilización de la IA que justifique intereses corporativos o políticos dudosos

Estos días estoy terminando de leer un ensayo que considero de obligatoria lectura para los profesionales de la comunicación. ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial? El eclipse de la razón comunicativa en una sociedad tecnologizada, escrito por la filósofa y catedrática española Adela Cortina. Cortina plantea un panorama ciertamente preocupante si no se aborda con celeridad y rigor un proceso regulatorio sobre la IA. Y en la página 26 de su ensayo deja caer un aforismo que es toda una descripción de los peligros a los que nos estamos ya enfrentando: “Lo que peligra sobre todo es la veracidad, y conviene recordar que lo contrario de la verdad es el error, lo contrario de la veracidad es la mentira”. ¿Les suena de algo? Repasen la hemeroteca de las últimas elecciones en EE.UU.

No tiene discusión que para los profesionales de la comunicación, la IA representa ya una oportunidad en muchos de los procesos de nuestro trabajo. Estoy pensando en su aplicación para mejorar la experiencia del cliente, o en la mayor eficacia en los análisis de los flujos comunicativos entre las empresas y sus stakeholders. Pero sin el contrapeso de una regularización que equilibre la eficacia de la automatización y el factor humano, creo que Adela Cortina acierta en su temor de que estaremos expuestos a una utilización de la IA que justifique intereses corporativos o políticos dudosos, eclipsando los valores democráticos y la razón comunicativa.

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