Un despliegue justo de los centros de datos (II): el equilibrio territorial
Nos hemos dotado de una regulación que se ha perfeccionado a lo largo de los años para que se compatibilice la necesidad de avanzar en el desarrollo de una energía limpia y asequible para todos que permita una mayor competitividad al tiempo que respete a los territorios
![Centro de datos](https://www.economiadigital.es/galicia/wp-content/uploads/sites/3/2025/02/centro-datos-1000x665.jpg)
Un problema al que ha tenido que hacer frente el despliegue de las energías renovables es el de la ocupación del espacio y su aceptación pública. Si bien la mayoría de la sociedad es consciente de la necesidad de avanzar para que nuestra energía sea limpia y nos provea de soluciones que nos hagan más autónomos de los combustibles fósiles, de entrada, cualquier proyecto levanta, al menos, la atención de la ciudadanía.
Ha costado mucho vencer resistencias y siguen apareciendo por varias razones. La primera suele ser una mala planificación por parte de la administración competente, como ha ocurrido y ocurre en Galicia. En otras porque los promotores no han tenido la mínima sensibilidad con las poblaciones ni con el medio ambiente. En cualquier caso, nos hemos dotado de una regulación que se ha perfeccionado a lo largo de los años para que se compatibilice la necesidad de avanzar en el desarrollo de una energía limpia y asequible para todos que permita una mayor competitividad al tiempo que respete a los territorios.
Una de las quejas habituales en aquellos lugares o regiones que podríamos denominar “territorios energéticos” es el uso extractivo que se hace de los recursos que poseen, sin recibir inversiones o un tratamiento justo a cambio. Es fácil ponerse en la piel de aquellos que reivindican licencia social para el desarrollo de proyectos que explotan el agua, el viento, el sol y, fundamentalmente, ocupan el suelo que muchas veces tiene valores que proteger que pueden pasar desapercibidos para el foráneo. En estos asuntos de aceptación pública, consciente de lo que estaba percibiendo, lo he trabajado y finalmente introducido en la nueva Directiva Europea de Renovables: esos territorios merecen de acceso a los beneficios de los desarrollos renovables que en ellos se producen. De una manera razonable puede hacerse, sin confiscaciones.
Ante el actual y necesario despliegue de centros de datos podemos estar caminando de manera acelerada hacia el mismo problema de sensación de insensibilidad con los “territorios energéticos”, que no sólo puede dañar su propio despliegue, aún peor, pueden afectar a la licencia social del despliegue renovable.
Vayamos con el ejemplo de España, para ilustrarnos. No es algo singular de nuestro país, pasa en toda Europa y ya está pasando en USA, pero elijo España por una razón de peso: un informe reciente destacaba que es uno de los lugares del mundo más atractivos, tras el estado norteamericano de Virginia, para invertir en centros de datos, fundamentalmente por su potencial renovable y sus buenas conexiones digitales.
Si cogemos el mapa de distribución de los centros de datos existentes más el de aquellos que están en proyecto y los superponemos con el de las CCAA que más energía limpia producen, veremos que hay muy pocas coincidencias. Salvo los significativos desarrollos de AWS en Aragón u otros ligados a energía solar en Andalucía se intuye la misma tendencia centrípeta o de atracción hacia las grandes ciudades. Es decir, que los territorios productores de energía podrían ver acentuada su sensación de agravio, porque la energía renovable producida por sus molinos o paneles se transporta, con un coste elevado en infraestructuras y eficiencia, cientos de kilómetros mientras son otras zonas del país las que se llevan la industria de los datos.
En muchos casos es cierto que esos centros de datos deben acercarse a los centros de decisión, pero en realidad no puede valer cualquier excusa para justificar no hacer coincidir el despliegue de los centros de datos con los territorios que producen energía. No sirve de excusa argumentar que el talento está en las megaciudades, los centros de datos no son tan intensivos en empleo y hay ciudades periféricas que han consolidado muchísimo talento en sectores muy tecnificados. Ni sirve de excusa que las redes digitales son mejores en los centros de poder, pues la red de transporte o distribución eléctrica necesaria para esos desarrollos es más cara que tender infraestructura de conectividad digital.
Por lo tanto, es preciso adelantarse a la reacción esperable y que ya hemos visto anteriormente, facilitando un despliegue territorial ordenado de los centros de datos para que sea exitoso y además no acabe dañando al desarrollo renovable y por lo tanto a la descarbonización. Y con otro ejemplo, volviendo a tirar de España se entenderá bien lo que pretendo expresar: las comunidades autónomas conscientes de la presión ciudadana ante ese sentimiento de agravio, están optando por instalar creativas normas que limitan, condicionan e incluso impiden que los proyectos renovables puedan exportar buena parte de esa electricidad a otro territorio diferente.
No puede valer cualquier excusa para justificar no hacer coincidir el despliegue de los centros de datos con los territorios que producen energía
En Galicia el PP ha legislado para que la administración autonómica se quede con el 50% de la electricidad producida por nuevos proyectos renovables y destinarlo a industrias autóctonas. Otras CCAA están en esa misma línea. Por ese camino, si a la ya elevada dificultad de sacar adelante proyectos renovables sumamos otro factor agravante como un despliegue desordenado de los centros de datos, lo que se conseguirá será una fragmentación aún mayor de las normas del mercado y que ni haya más renovables ni un despliegue de centros de datos de la magnitud que se precisa.
Hace unos días en un debate Luc Remont , CEO de EDF me decía en cuanto a mis comentarios sobre el despliegue de los centros de datos que me veía “empeñado en regular antes de que suceda” y yo le respondí que como legislador mi obligación es adelantarme a los problemas, no atajarlos a posteriori y se puede intuir que lo que se menciona va a ocurrir, aunque en el caso de Francia puede haber otras derivadas que faciliten ese despliegue, pues aún tienen una gran centralización de su producción eléctrica en plantas nucleares – faltas de demanda – para las que la demanda de los centros de datos puede ser un elemento de considerable atractivo para su supervivencia.
Necesitamos mayor electrificación y por lo tanto mayor demanda eléctrica, pero es cierto que la demanda de los centros de datos no era que la que estábamos esperando para electrificar, es en los sectores industrial, del transporte o la edificación donde el desafío permanece. Esta demanda añadida debe acomodarse a la generación en la medida de lo posible y no aumentar los ya de por sí considerables desafíos de la transición ecológica que vivimos. Nunca la solución es simple, pero mejor adelantarse en términos de planificación y empezar a confiar, de verdad y de forma sincera, en el potencial de aquellos lugares que permiten que lo que hemos puesto en marcha sea posible.