Todavía, Rueda; Rueda todavía
Por un ¿inesperado? margen mayor que el que se le atribuía, Rueda consigue revalidar la presidencia de la Xunta. Tiempo hoy de festejos, mañana, de reflexión para unos y de digestión para otros.
Para el común, la esencia de la semántica, el saber sobre el significado de las palabras, se encuentra, yendo por parroquias, diseminado; para los sustanciales vive en los sustantivos y para los descriptivos, lo esencial se alberga en los adjetivos. Pero son los adverbios los que impregnan de matices nuestra vida gracias a su dicción, en especial, los indicados para el tiempo. Todavía…
Todavía, Rueda
Lo malo de los muertos, es que, para que se encuentren en la otra vida, finiquitados, hay que matarlos antes. Darlos por muertos, hasta que se eleve el acre olor de la putrefacción, no es su síntoma más adecuado. Todos aquellos quienes se muestran con la nariz levantada, ante el supuesto mal olor ajeno, suelen desconocer que lo fétido venga de sus mismos pies.
Y esta ha sido una campaña excesiva en el uso inadecuado de los adverbios. Los de tiempo, como siempre, se han cebado en el BNG, Agora!, con un instadora imprecación, que tranquiliza a los propios pero aleja a los ajenos por ansia; para los del PSdG, la prisa también en formato adverbial afirmativo, “Desta, vai!”. Gracias hay que dar a que el retranquero espíritu jocoso del Entroido gallego no se haya cebado en la cartelería, sustituyendo la D por la B, haciendo el lema todavía más étnico. SUMAR apostó por una exigencia improbable ya de germen, “Farémolo posible”, reafirmando que, como sus compañeros de bancada, era preciso zarandear al electorado haciéndolo que despertase de un, tal vez, inasumido letargo de 15 años de gobiernos de la derecha.
Rueda todavía
Por un ¿inesperado? margen mayor que el que se le atribuía, Rueda consigue revalidar la presidencia de la Xunta. Tiempo hoy de festejos, mañana, de reflexión para unos y de digestión para otros. Aunque calladamente, la ciudadanía gallega habló para que los exégetas puedan interpretar. Éche o que hai …
Si Alejandro Magno pudo conquistar gran parte del mundo en aquel tiempo conocido, fue porque su padre, Filipo II de Macedonia, había conseguido organizar antes un ejército con garantía de triunfo. Alejandro no tuvo más que alzarse sobre otros hombros que los suyos. ¡Cuánto debemos a los demás, y no solemos reconocerlo! Y si consiguió después erigir un imperio, también fue porque lo logró apoyándose en otros hombros que se conjuraron para ayudarlo, sus generales, los llamados por la historia diádocos. Reconozcamos que el PPdG sigue siendo el partido con las huestes mejor organizadas, débitos clientelares aparte.
Y ese es el destino que le toca ahora, otro adverbio de tiempo, a Rueda, elegir bien los hombros en los que apoyarse y sentir sobre los suyos el peso de la victoria. En frase atribuida a Winston Churchill después de la capitulación de Alemania, “el precio de la victoria es la responsabilidad”. Y ahora, ¿Qué?
La izquierda, una vez más, acusándose mutuamente de culpabilidad, que no de responsabilidad. Los extremos, culpando al Sistema, en particular, al máximo responsable de su derrota, el belga D´Hondt, quien, como buen aristócrata, favoreció a los ya ricos con su famosa Ley, aunque su intención fuese la contraria. Y lo inclasificable, volviendo a los cuarteles de un todavía invierno, aunque no lo parezca, en la actual tropical Ourense, con la inquietud del ser o no ser parlamentario, relatado con la habitual verborragia a la que todavía no nos tiene bien acostumbrados su shakespiriano alcalde.
Feijóo, en el Ruedo Ibérico
Se habían pretendido erigir los comicios de la brumosa Galicia en decisivos, sobre todo con la intención por parte de los palmeros de Moncloa de que resultasen premonitorios para trastocar Génova. Valle Inclán, visionario Bradomín, uno de nuestros más insignes escritores, siempre traicionado por los suyos dado el delito de no haber escrito en su lengua, ya lo predijo en “El Ruedo Ibérico”, aquella obra pretendidamente monumental, pensada para nueve escritos, que se quedó, finalmente, en dos únicos títulos: “La corte de los milagros” y “¡Viva mi dueño!”. Sirva el primero para caracterizar al actual estado del PPdG por lo holgado de una increíble victoria, y el segundo para glosar lo que tiene toda la pinta de ser el pensamiento de los propietarios de la derrota.
Pero lo que sí parece deducirse claramente de los resultados (a falta del registro del voto en el exterior), es que la aritmética resultante de las urnas aboca a repensar, con profusión de adverbios, a todos los implicados. Al PPdG y a Alfonso Rueda en particular, mejor, sobre los de modo; a Ana Pontón y al BNG, siempre, en los de tiempo; a José Ramón Besteiro y al PSdG, atendiendo, probablemente, a los de duda; y a Marta Lois y a SUMAR (¿SUMARdG?), algo, en los de cantidad. El resto, con pensar, será más que suficiente.
P.D. “En la guerra, resolución; en la derrota, desafío; en la victoria, magnanimidad; en la paz, buena voluntad”. Winston Churchill, también.