¿Quo Vadis Europa?  (I)

Primera de las tres entregas de las reflexiones de Fernando González Laxe sobre el papel a desempeñar por la UE en el nuevo tablero internacional, expuestas ante la Real Sociedad Económica de Amigos del País

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el secretario de Comercio de EEUU, Howard Lutnick

El presidente de EEUU, Donald Trump, y el secretario de Comercio de EEUU, Howard Lutnick

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“El futuro es

para los más débiles, inalcanzable;

para los temerosos, lo desconocido; y

para los valientes, una oportunidad”.

Victor Hugo

Análisis del entorno geo-estratégico mundial.

Las variables que definen el entorno mundial se han venido modificando en las últimas décadas. Asistimos a cambios muy notables que poseen relevantes implicaciones. En la actualidad, presenciamos numerosas tensiones sumadas a robustas dinámicas de reestructuración productiva y ajustes económicos-comerciales-financieros.

Las primeras manifestaciones de estas mutaciones quedarían expresadas por los siguientes vectores:

 a) Fragmentación del orden global. Presenciamos un tránsito hacia un mundo multipolar y polarizado en el que emergen nuevos actores con impulso propio y los antiguos polos o núcleos dominantes pierden poder e influencia. La propia economía mundial se fracciona por medio de las acciones de reshoring; nearshoring y friendshoring (deslocalizacion, relocalización próxima y localización amigable y confiable).

b) Los impactos del cambio climático en la economía mundial son múltiples y variados. Las conclusiones de la reciente COP-20 de Bakú han revelado una conclusión clarividente: se discute entre si fue un fracaso o más bien un desastre. Pero queda claro que es preciso movilizar más financiación y aplicar ajustes en la producción y consumo para mantener la temperatura por debajo de un aumento del 1,5%, como se estableció en París, en 2015.

Muchos países tienden a revisar sus posiciones yendo en contra de un multilateralismo que permitía el diálogo y el acuerdo; para centrarse a reforzar únicamente sus posiciones defensivas y ofensivas, sin importar la cohesión global

c) Un incremento de los conflictos regionales. La proliferación de las tensiones políticas en áreas como el Oriente Medio, Europa del Este, continente africano y asiático, pueden llegar a interrumpir las cadenas de suministro globales, generando una elevada volatilidad en los mercados, modificando el panorama de las inversiones y presentando nuevos saldos de ganadores/perdedores que perpetúan las brechas de desigualdad y oportunidades.

d) Incertidumbre en referencia a los asuntos derivados de la ciberseguridad y soberanía digital. No está nada claro el papel de la Inteligencia Artificial (IA) en sus nuevas facetas de contribuir a un mundo más equilibrado, armonioso e inclusivo. Tanto las imposiciones de barreras al comercio y difusión de la tecnología e información como los aspectos éticos y los correspondientes derechos de propiedad hacen que las personas y las empresas se sientan vulnerables ante los ataques cibernéticos; a la propagación de informaciones falsas; y a la difusión de contenidos confusos.

e) Las crisis demográficas. A nadie se le oculta la consolidación de varias dinámicas demográficas caracterizadas por la debilidad en lo que concierne a los ritmos de la población con fuerte caída de la natalidad y aumento de la longevidad de los habitantes del planeta; un incremento de los movimientos migratorios, y una reestructuración de los hogares, con pautas de comportamientos novedosos en cuanto a sus composición y dinámicas.

Bajo estos parámetros emergen tres apuestas: el proteccionismo, el nacionalismo y los autócratas. Muchos países tienden a revisar sus posiciones yendo en contra de un multilateralismo que permitía el diálogo y el acuerdo; para centrarse a reforzar únicamente sus posiciones defensivas y ofensivas, sin importar la cohesión global. De esta manera, se presencian claros ejemplos de grandes potencias insistiendo en remarcar sus lemas y consignas que, posteriormente, se convertirán en postulados políticos camino de una democracia iliberal.

La complejidad de la situación actual

El desgobierno de la época se debe a una triple pugna de intereses. La primera, viene marcada por la intensa y descarnada lucha y competencia entre potencias. La segunda, delimitada por el nuevo rol de las instituciones internacionales que se han convertido en corsés, debido a la complejidad de las normas, reglas y procedimientos que las anquilosan e impiden consensos. Y, la tercera, enmarcada en que apenas existen espacios de diálogo, dada la fragmentación, polarización y presión de los lobbies y grupos corporativos.

Durante las últimas dos décadas, las principales potencias del mundo adoptaron una visión en la que la existencia de interdependencia económica ahogaba las rivalidades y tensiones políticas.  Antes, Xi Jinpin como Putin y los presidentes americanos hablaban en los foros económicos mundiales. Ahora, de distintas formas y maneras, tanto EE UU, Rusia y China se han convertido en potencias revisionistas que buscan un cambio radical en el orden económico actual.

El panorama ha cambiado. Putin lanzó su invasión en Ucrania (2022), sacrificando sus lazos económicos con Occidente en búsqueda de una nueva visión de la grandeza rusa. China, por su parte, se ha vuelto más nacionalista y amenazante en su comportamiento hacia Taiwán. Y el presidente Trump exige cambios fundamentales en el sistema de comercio internacional y modificaciones en las relaciones con sus aliados. Es decir, Rusia desea reconstruir su influencia perdida; China se ha convertido en una superpotencia en ascenso que quiere que el mundo se adapte a sus ambiciones; y Estados Unidos desea mantener su hegemonía en el planeta y al dólar como moneda reserva del mundo a la vez que sustentar la seguridad de todos.

Ante este nuevo entorno, las aspiraciones de Trump se encaminan a cambiar casi todo; esto es, “cuestionar casi todos los elementos de orden internacional liberal: comercio, alianzas, integración, multilateralismo, solidaridad entre democracias, derechos humanos”. En lugar de apoyar el estatus quo internacional, la política de Trump es convertirse en el principal disruptor del mismo.

Estados Unidos, Rusia y China son naciones que exigen cambios en las fronteras internacionales y ajustes en el orden de seguridad global y regional.

Los aliados tradicionales de EE UU están inquietos y siendo amenazados por los cambios, en lo que compete a la forma y objetivos, que la administración Trump promete llevar a cabo. A modo de ejemplo, las democracias de Reino Unido, Japón, Canadá, Corea del Sur y toda la UE, que estaban acostumbradas a un escenario en que los mercados estaban abiertos, EE UU avisa con imponer aranceles a los aliados más cercanos y han visto puestas en cuestión las garantías de seguridad americana, en lo tocante a la cláusula de defensa mutua a los países OTAN.

Los análisis reflejan tanto una controversia sobre los equilibrios de poder y las amenazas en torno al orden económico global. Así, Estados Unidos, Rusia y China son naciones que exigen cambios en las fronteras internacionales y ajustes en el orden de seguridad global y regional. Tanto Putin como Xi ven claramente oportunidades en la situación global actual. El presidente chino elogió “la emergencia de una nueva era global definida por las turbulencias y las transformaciones” (Dircurso de Xi Jinpin en la reciente cumbre de los BRICS). Putin por su parte, adoptó un tono similar en Sochi (7 noviembre, dos días después de la elección de Trump) afirmando “ante nuestros ojos, está surgiendo un orden mundial completamente nuevo”. Y, recientemente, Trump avanzó (en su discurso presidencial) que era su interés incorporar Groenlandia y rescatar el canal de Panamá.

Parece que los tres líderes utilizan el mismo lenguaje y que juegan con los mismos sentimientos. Creen que sus países deberían aumentar su riqueza y poder; y que los demás se encuentran en declive y que sus postulados son necesarios para asegurar el nuevo orden mundial.

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