Por supuesto… la sostenibilidad hay que contarla

Las instituciones públicas comunican poco sus proyectos de sostenibilidad, y es un error pensar que la transparencia pueda alejarlas de la ciudadanía

La presentación del Atlas Urbano de la Sostenibilidad en Galicia reunión a empresarios, académicos, políticos, representantes institucionales y periodistas en Casa Ría, sede de la Fundación RIA en Santiago / Xurxo Lobato

La presentación del Atlas Urbano de la Sostenibilidad en Galicia reunión a empresarios, académicos, políticos, representantes institucionales y periodistas en Casa Ría, sede de la Fundación RIA en Santiago / Xurxo Lobato

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El fantástico trabajo de análisis del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible plasmado en el Atlas Urbano de la Sostenibilidad, deja importantes datos sobre las fortalezas y debilidades que en este campo emergen de manera dispar en las distintas urbes de nuestra comunidad. Pero quiero detenerme en una cuestión que me parece significativa a través de una pregunta: ¿Creemos de verdad en la sostenibilidad? La visibilidad de los datos de este profundo trabajo de investigación apenas han sido reflejados por las instituciones públicas implicadas. ¿Por qué no comunican su grado de cumplimiento de la agenda 2030?

En España, solo el 15% de los ODS están en camino de cumplirse, y ocupamos un discreto puesto 16 de cumplimiento en un ranking de 25 países de la UE. Estamos, por tanto, muy lejos todavía de alcanzar los objetivos marcados por Naciones Unidas. ¿Significa entonces que debemos ocultar estos datos? El temor a que la transparencia pueda afectar a nuestra reputación es claramente un error, porque en el proceso de construcción de este intangible, la sostenibilidad juega un papel central y cada vez más determinante para crecer como organización y diferenciarnos de nuestra competencia.

La comunicación de la sostenibilidad debe partir de las estrategias que sobre la creación de valor económico, el bienestar de las personas y las comunidades, y la conservación del medio ambiente tengan fijadas las empresas e instituciones. Y ha de hacerse de una forma transversal, es decir, implicando a toda la organización y con un diálogo en tiempo real con nuestros públicos de interés.

Es cierto que las empresas hacen un mayor esfuerzo – algunas de ellas por imperativo legal – por contar sus avances en este campo, pero las instituciones públicas deben también hacer una apuesta clara por contar lo que hacen para ser más sostenibles, y deben hacerlo usando un lenguaje claro y entendible para todos, adaptando los mensajes a los canales que utilicen y con una actitud y espíritu proactivo, inspirador y transformador. El no hacerlo genera riesgos reputacionales y pérdida de la confianza en los proyectos y en sus líderes.

Y en este sentido es importante matizar que lo que los estudios sobre este tema señalan es que la sociedad demanda comunicación, no solo información. La primera es bidireccional; la segunda unidireccional… y los políticos saben mucho de la segunda, pero poco de la primera.

Seamos transparentes y comuniquemos la sostenibilidad, porque generaremos comportamientos favorables hacia la institución y un sentimiento positivo y duradero en la mente de la ciudadanía.

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