¿Por qué una empresa debe tomar en serio la sostenibilidad? (II)
La necesidad de incorporar criterios de sostenibilidad se ha expandido tanto por la coerción de la legislación como por la presión social en torno al calentamiento global
En el artículo anterior de esta serie, vimos cómo la sostenibilidad se ha convertido en un término fetiche de la literatura empresarial. La necesidad de incorporar criterios de sostenibilidad se ha expandido tanto por la coerción de la legislación como por la presión social en torno al calentamiento global. Los fenómenos meteorológicos extremos, el aumento de las temperaturas y la alta variabilidad de unas lluvias ya declinantes están afectando significativamente el entorno en el que operan muchas empresas.
Aun así, una cierta proporción de directivos todavía no ve con claridad los motivos concretos para rediseñar sus estrategias, variar sus procesos de producción e invertir en innovación y nuevas estructuras para afrontar el desafío de la sostenibilidad. De esta incomprensión surge la ola del greenwashing o ecopostureo según la cual las empresas intentan aparentar sensibilidad hacia la sostenibilidad con acciones intrascendentes y mensajes maquillados a través del marketing.
Normativa y reputación
Existen múltiples motivos contundentes para que cada empresa, sea del sector que sea, enfrente con determinación el reto que implica la sostenibilidad. El primero de ellos es obvio: el desafío que tenemos ante nosotros es de cal calibre y los efectos de su materialización pueden ser tan devastadores, que solo a través de una reacción colectiva seremos capaces de encontrar soluciones; y eso implica que todas las empresas deben colaborar en el cambio de paradigma productivo sin remilgos. Otro de los motivos más evidentes es la implantación de una legislación que obliga a aplicar políticas de carácter sostenible. La nueva normativa avanza en la caracterización de las empresas afectadas, en los ámbitos a tener en consideración y en la concreción de objetivos y acciones.
La propia reputación es otra de las causas que obligan a las empresas a introducir políticas de sostenibilidad. La percepción pública de una empresa se verá afectada si no demuestra un compromiso responsable desde el punto de vista ambiental. Esto sin duda influirá -está influyendo ya- en la fidelidad del cliente, la atracción de personal cualificado y la relación con los inversores. En este sentido, las entidades financieras europeas están obligadas por el BCE a tomar en consideración la sostenibilidad a la hora de decidir sus inversiones directas y el destino de su financiación.
Continuando con el área financiera, la falta de actuación en términos de sostenibilidad puede provocar un aumento en los tipos de interés a soportar así como en el coste de los seguros. Los seguros van a evolucionar tanto a la vista de la situación específica de sus asegurados como del objeto del seguro pues aquellas áreas potencialmente más afectadas por amenazas de carácter meteorológico verán ascender los importes de las primas. Por último en el ámbito financiero, las empresas deben provisionar aquellos activos cuyo valor se pueda ver afectado por el cambio climático.
Riesgos operativos y comerciales
En términos operativos, como ya se ha experimentado en los últimos años, las interrupciones en la cadena de suministro pueden provocar retrasos e incluso ceses en los procesos de producción, así como aumentos notables en el coste de los insumos, situaciones críticas que las empresas deben prever. El caso específico del agua imprime un plus de gravedad a los riesgos a asumir por las empresas cuyos procesos dependen de manera importante de los recursos hídricos; se conocen distintos proyectos de desalinización por parte de empresas de sectores tan diversos como la minería o el turismo.
El acceso y el coste de la energía son otra área de observación imprescindible. Los objetivos de reducción de emisiones, la volatilidad en los precios de los combustibles fósiles y el incremento de la exigencia de refrigeración en determinados hábitats exigen a la empresa una ambiciosa estrategia de implantación de fuentes de energía renovable y de ahorro del consumo energético.
Por último, es necesario citar los potenciales impactos de una falta de políticas sostenibles en el mercado. El consumidor individual es cada día más consciente de la urgencia de contener el calentamiento global así que premiará a las empresas genuinamente comprometidas con la sostenibilidad y penalizará a aquéllas más despreocupadas o pasivas al respecto. Por su parte, los clientes corporativos están exigiendo ya a sus proveedores garantías de que sus prácticas son coherentes con la normativa en materia de sostenibilidad y observan un grado elevado de compromiso respecto a la protección del medio.
En resumen, las empresas deben tomarse muy en serio la sostenibilidad. Por un lado, deben reducir con decisión la huella de carbono de sus actividades. Por otro lado, deben calibrar los riesgos que provoca el calentamiento global y tomar las medidas contingentes para minimizar los efectos de los mismos. Cómo llevar esto a cabo será el objeto del tercer artículo de esta serie.