Nvidia me da envidia, qué envidia me da Nvidia
Con su revolución en las tarjetas gráficas y su liderazgo en la minería de datos y la inteligencia artificial, Nvidia es un espejo en el que nos deberíamos mirar
¡Ey Tecnófilos! Llamadme envidioso si queréis, pero le vais a permitir a este humilde actor del teatro de la tecnología, que perpetre su opinión sobre esta empresa que no supone otra cosa que el florecimiento de la cultura tecnológica en ultramar y el símbolo de la decadencia de Europa en las últimas décadas, favoreciendo que Asia ocupe el lugar que por tradición y derecho nos corresponde.
La envidia es un sentimiento complejo, a menudo considerado negativo, que surge cuando deseamos lo que otros tienen. Se manifiesta como una mezcla de admiración y resentimiento, un anhelo por alcanzar lo que parece fuera de nuestro alcance. Pero no toda envidia es mala; puede ser un motor de cambio, una chispa que nos impulse a mejorar y a alcanzar nuestras metas. En este caso, la envidia que siento hacia Nvidia es precisamente eso: un estímulo para reflexionar sobre el estado de la tecnología en Europa y podemos aspirar a ser líderes en lugar de meros espectadores.
Jugamos con estas palabras no solo por la sonoridad que tienen, sino por lo que simbolizan. Vamos a intentar remover conciencias en Europa, una tierra de historia y cultura, pero que últimamente parece adormecida en el ámbito tecnológico. Porque sí, Nvidia me da envidia. Envidia de esa capacidad de innovación y liderazgo que nos falta en este lado del Atlántico.
Nvidia, con su revolución en las tarjetas gráficas y su liderazgo en la minería de datos y la inteligencia artificial, es un espejo en el que nos deberíamos mirar. No se conformaron con ser buenos, querían ser los mejores. Y lo lograron. Han convertido a sus GPUs en el motor de la industria de los videojuegos, en la herramienta esencial para la investigación científica y en la base tecnológica de los coches autónomos. Nvidia me da envidia. Envidia de su ambición, de su capacidad para anticiparse al futuro y de su habilidad para transformar industrias enteras.
Envidia me da Nvidia. Porque mientras ellos avanzan a pasos agigantados, en Europa nos quedamos atrás. Nos ahogamos en regulaciones, en burocracia, en falta de visión. Nos hemos convertido en espectadores de un espectáculo donde antes éramos protagonistas. Nvidia me da envidia. Envidia de esa cultura de la innovación, de esa inversión constante en investigación y desarrollo, de ese ecosistema que favorece la creación y el crecimiento de startups.
Nvidia me da envidia. Que envidia me da Nvidia. Porque ellos, desde su nacimiento en 1993, han sabido evolucionar, adaptarse y liderar. Mientras tanto, nosotros nos quedamos anclados en un pasado de éxitos, sin saber cómo adaptarnos a un presente que nos demanda más.
Pero no todo está perdido. Nvidia me da envidia. Que envidia me da Nvidia. Porque nos muestra que es posible. Nos enseña que, con la mentalidad adecuada, con inversión en tecnología y con un ecosistema que favorezca la innovación, Europa puede volver a ser relevante. Podemos dejar de ser un parque temático y convertirnos en un motor de la innovación global.
Así que, vamos a tomar esta envidia y convertirla en acción. Vamos a intentar aprender algo de ellos y aplicar esas lecciones aquí, en nuestra tierra. Porque Nvidia me da envidia. Que envidia me da Nvidia. Y esa envidia puede ser el impulso que necesitamos para cambiar de rumbo.
¡Se me tecnologizan!