Nueva ola de inhumanidad (I)

En el denominado "primer mundo" también estamos asistiendo a cómo la igualdad va perdiéndose a pasos agigantados, ampliándose la brecha entre ricos y pobres

Los rescatistas llevan el cuerpo de una víctima en el lugar de un bombardeo contra una imprenta en Kharkiv, Ucrania, el 23 de mayo de 2024

Los rescatistas llevan el cuerpo de una víctima en el lugar de un bombardeo contra una imprenta en Kharkiv, Ucrania, el 23 de mayo de 2024. EFE/EPA/SERGEY KOZLOV

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“¿De qué salto al vacío me hablan si nos estamos yendo al mismísimo infierno?” Estas fueron las palabras de Milei en su cierre de campaña. Desde que es presidente, solo puede presentar como mérito haber reducido el déficit o los “números rojos”, para satisfacción de los agentes macroeconómicos y mercados financieros (esto es, los acreedores). Por contra, la población argentina está sufriendo las consecuencias de recortes drásticos en áreas como la salud, la educación, los programas sociales, la vivienda o, lo que es más fundamental, la alimentación.

También incrementos alarmantes del desempleo y la desigualdad, con un impacto social y en la vida de las personas que algunos analistas califican de “shock”. Más el estilo beligerante y polémico de Milei, generando tensiones tanto en la sociedad argentina como en las relaciones (anti)diplomáticas (como con España). Es decir, los argentinos han pasado a una situación peor que en el supuesto infierno del que se valió electoralmente. Más literal todavía en el caso de las cuatro mujeres quemadas vivas, tres de ellas con resultado de muerte, porque eran lesbianas.

Parecido a lo que pasó con Bolsonaro en Brasil, acusado ahora, junto a cuatro ministros y otras 61 personas, de 9 crímenes “contra la humanidad” (palabra esta última que no debe existir para estas personas), por su negacionismo (palabra, en cambio, que parece el “santo y seña” de estas ideologías, aplicándola al cambio climático, a la violencia de género, a las víctimas de las dictaduras, etc.). En este caso ante la pandemia, “exponiendo deliberadamente a los brasileños a la infección”, lo que agravó la incidencia (igualando en muertes, 600.000, a EE.UU.). Sin olvidarnos de los casi 800 indígenas asesinados para ampliar así la minería, como había prometido electoralmente (“mucha tierra para poco indio”). Muriendo también, a consecuencia de ello, más de 3.000 niños yanomamis, entre 0 y 4 años, por causas evitables como diarrea, fiebre o desnutrición.

Actualmente, otro reconocido ultraderechista, Netanyahu, junto a su gobierno y quienes los apoyan, es la mano ejecutora de un nuevo genocidio, con los niños también como víctimas más indefensas e inocentes: 14.000 menores entre los 32.000 palestinos asesinados en ataques de Israel contra la Franja de Gaza.

Continuando con referencias de barbaridades cometidas contra niños, muy representativas de nuestra (in)humanidad, desde el inicio de la invasión militar en 2022, los datos oficiales documentan la deportación de cerca de 20.000 menores ucranianos, que han sido entregados a familias rusas y despojados de su entorno, identidad y nacionalidad. Más la desaparición de otros 2.000, la muerte de 551 y heridas a casi 1.400 niños de este país europeo.

Mientras que también abunda la inhumanidad en otros múltiples escenarios. Desde los 60 conflictos armados (Siria, Yemen, República Centroafricana, Sudán, etc.), hasta el régimen talibán en Afganistán (más propio de la Edad Media), el terrorismo yihadista (como el de Al Qaeda y el ISIS), o el de Hamás. Más las “limpiezas étnicas” de los rohinyás en Myanmar o de los uigures en China. Más los millones de personas que se ven OBLIGADAS a abandonar sus hogares debido a esos conflictos, persecuciones de todo tipo, la pobreza o los desastres naturales, siendo RECHAZADAS con políticas restrictivas y la xenofobia.

También en el denominado “primer mundo” estamos asistiendo a cómo la igualdad va perdiéndose a pasos agigantados, ampliándose la brecha entre ricos y pobres. Además, esta concentración de riqueza en manos de unos pocos y el estancamiento o deterioro de las condiciones de vida de la mayoría han generado descontento social y protestas en diversas partes del mundo: Chile, Colombia, Perú, Irak, Líbano, Irán, Sri Lanka, India, Pakistán, Francia, Italia, Reino Unido…

No hace falta remontarse a la II Guerra Mundial para comprobar que siguen vigentes mentalidades y comportamientos inhumanos, amorales y desalmados

Incluso con ataques a las instituciones democráticas, que socavan la confianza en el proceso electoral (no solo en las últimas elecciones presidenciales en EE.UU. o en Brasil, sino también en España) y en los organismos gubernamentales, por no hablar ahora de los judiciales. Es decir, una erosión de la democracia y del estado de derecho, como ya se ha visto en el asalto al Capitolio estadounidense tras la derrota electoral de Trump, al Congreso, la Presidencia y el Supremo en la capital brasileña por la victoria de Lula o, recientemente, en el parlamento italiano convertido en un ring de boxeo.

Esto es, por desgracia, no hace falta remontarse a la II Guerra Mundial para comprobar que siguen vigentes mentalidades y comportamientos inhumanos, amorales y desalmados. Por lo que estoy perplejo ante el auge de estas opciones en las recientes elecciones europeas, que trataré en la segunda parte de este artículo.

También la ministra del Interior alemana, Nancy Faeser, acaba de alertar sobre las amenazas internas del extremismo, en la presentación del informe anual de la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV). Según los servicios secretos alemanes, en 2023, los delitos con trasfondo de extrema derecha aumentaron en ese país casi un 25%, hasta alcanzar los 920.000 (¡cerca de un millón!); sobre todo los violentos, así como de personas que estarían dispuestas a atentar o a tomar las armas.

De hecho, el director de la BfV, Thomas Haldenwang, manifestó: “No traigo buenas noticias sobre la situación de seguridad en Alemania. Varias tendencias negativas sobre las que informé el año pasado se han confirmado y han seguido creciendo”. Explicando también que los actores de la llamada “nueva derecha” trabajan cada vez más en red y citando el ejemplo reciente de la detención del grupo ultra Reichsbürger, que planeaba un golpe de Estado violento.

Como cuando en 1923 se produjo el que se conoce como “Putsch de Múnich”, el fallido intento de golpe de Estado por el que fueron procesados y condenados a prisión Adolf Hitler y Rudolf Hess, entre otros dirigentes nazis, que luego llegarían al poder, con el (mega)catastrófico resultado producido.

Como se suele decir, parece que “la historia se repite”, a pesar de todas estas locuras, barbaries y atrocidades. Y es que parece que otra característica de la inhumanidad es “la mala memoria”.

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