Narcosubmarinos y el riesgo de no invertir en ciencia y tecnología

No hay mejor forma de combatir el crimen, las pandemias o el retraso económico que apostando por la innovación y el conocimiento

Traslado de un narcosubmarino en A Illa de Arousa (Pontevedra)

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¡Ey Tecnófilos! La noticia de que España sigue siendo incapaz de detectar narcosubmarinos cinco años después del primer caso conocido no sorprende, aunque debería indignarnos. Los radares confunden estos dispositivos con olas, y mientras tanto, toneladas de droga cruzan el Atlántico para llegar a nuestras costas, convirtiendo a Galicia en la puerta de entrada de un problema internacional. Pero el verdadero problema no está en los radares, sino en el despilfarro sistemático de los recursos públicos. Los gobiernos, en lugar de invertir en seguridad, sanidad, educación, tecnología y ciencia, se pierden en «conachadas» que solo sirven para perpetuar su propio poder.

Esto no es un fallo técnico; es un fallo político. La tecnología y la ciencia están ahí, esperando a ser utilizadas, pero requieren una inversión seria y sostenida. ¿Por qué no se hace? Porque, en el corto plazo, es más rentable electoralmente malgastar el dinero en subvenciones y ayudas que mantener a los rebaños semovientes contentos y los estómagos agradecidos. Al fin y al cabo, un colectivo dependiente es mucho más fácil de manejar que una sociedad formada, crítica e independiente.

De aquellos polvos, estos lodos. Los gobiernos han priorizado lo inmediato sobre lo importante, ignorando que la tecnología no solo es una herramienta para resolver problemas, sino una inversión a largo plazo que puede ahorrar recursos y salvar vidas. Detectar narcosubmarinos no requiere un milagro, sino voluntad política. Países como Colombia han desarrollado sistemas específicos para rastrear estos artefactos, demostrando que, con los medios adecuados, se puede combatir el problema de manera efectiva. Pero aquí seguimos mirando al horizonte y cruzando los dedos para que la droga no llegue a nuestras costas.

La tecnología y la ciencia son las grandes aliadas del desarrollo, pero requieren «poner la pasta» donde importa

Esta mentalidad cortoplacista no solo afecta a la seguridad, sino a todos los ámbitos fundamentales. La sanidad está colapsada, la educación pierde calidad cada año, y la inversión en I+D+i sigue siendo irrisoria. Es mucho más barato —y efectivo— invertir en ciencia y tecnología hoy que pagar las consecuencias de su ausencia mañana. Porque si algo está claro es que no hay mejor forma de combatir el crimen, las pandemias o el retraso económico que apostando por la innovación y el conocimiento.

Sin embargo, esto requiere algo que nuestros gobernantes parezcan incapaces de ofrecer: visión de futuro. No se trata solo de tener más presupuesto, sino de utilizarlo inteligentemente. En lugar de malgastar los impuestos en propaganda y clientelismo, es hora de priorizar lo que de verdad importa. España necesita radares que no confundan olas con submarinos, pero también necesita una sociedad que no confunda ayudas a corto plazo con progreso real.

La tecnología y la ciencia son las grandes aliadas del desarrollo, pero requieren «poner la pasta» donde importa. Cada euro malgastado en perpetuar la dependencia es un euro que no se invierte en formar una sociedad más segura, sana y preparada. Si seguimos por este camino, los narcosubmarinos serán solo la punta del iceberg de un sistema que hace aguas por todos lados.

Es momento de exigir responsabilidad. La seguridad, la sanidad y la educación no son lujos, son derechos básicos. Y la tecnología no es un gasto, es una inversión que, bien gestionada, genera un retorno incalculable. Solo falta que los gobiernos lo entiendan y empiecen a trabajar por el bien común en lugar de pensar en el próximo titular o la próxima votación.

¡Se me tecnologizan!

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