Más impuestos al Sol

A lo largo de la geografía española, varios gobiernos autonómicos han implementado impuestos específicos dirigidos a las instalaciones solares y eólicas que pueden tener consecuencias negativas para el desarrollo sostenible y la transición hacia un sistema energético más limpio y menos costoso

parque fotovoltaico

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En 2015, durante el Gobierno de Mariano Rajoy, se aprobó el polémico “impuesto al Sol”. Una normativa que gravaba el desarrollo de la energía solar fotovoltaica y su autoconsumo en España. Afortunadamente, el actual Gobierno dio un paso importante al derogar ese impuesto, reconociendo el derecho al autoconsumo, sin peajes ni cargos.

Así y a pesar de las posturas de determinados sectores políticos y económicos, en los últimos años, en España se ha experimentado un auge en la producción de energía renovable, impulsada por la creciente adopción de fuentes como la energía solar y la eólica. Lo que también ha fortalecido la geoestrategia del país, al ser cada vez menos dependiente energéticamente. Sin olvidar tampoco que, junto a la llamada “excepción ibérica” en materia energética, fijando el ejecutivo central un tope de 40 euros por Megavatio/hora, se ha aliviado considerablemente a las economías domésticas.

Pero esta tendencia positiva se ve de nuevo amenazada por una serie de impuestos que gravan directamente a los proyectos de energías limpias. A lo largo de la geografía española, varios gobiernos autonómicos han implementado impuestos específicos dirigidos a las instalaciones solares y eólicas. Aunque destinados a aumentar los ingresos regionales, estos tributos pueden tener consecuencias negativas para el desarrollo sostenible y la transición hacia un sistema energético más limpio y menos costoso.

Uno de los ejemplos más recientes es Aragón, donde el Gobierno (compuesto por el Partido Popular y Vox) aprobó un gravamen relacionado con el “impacto en el medioambiente de las instalaciones eólicas y fotovoltaicas”. El impuesto varía según la altura de los aerogeneradores y la potencia total del proyecto.

Algo en lo que, nada más ser presidente de la Xunta en 2009, Feijóo fue pionero, estableciendo un canon eólico. A pesar de ello, la energía eólica ha experimentado un crecimiento en Galicia. Contamos con una gran cantidad de parques eólicos, especialmente en las zonas costeras. Pero algunos críticos argumentan que la proliferación de aerogeneradores puede afectar negativamente al paisaje y a la biodiversidad local.

Históricamente, en Galicia se ha aprovechado la abundancia de ríos y embalses para generar energía hidroeléctrica. Sin embargo, esta fuente tampoco ha estado exenta de controversia pues, a pesar de ser una forma de energía renovable, la construcción de grandes presas ha tenido impactos ambientales significativos, como la alteración de ecosistemas fluviales y la pérdida de hábitats humanos y acuáticos.

Resulta paradójico que, mientras las energías renovables están alcanzando récords de producción y contribuyendo significativamente al suministro eléctrico, los impuestos amenacen su avance

Aunque Galicia no sea conocida por su abundante sol, la energía solar también está presente. Pero, a diferencia de otras comunidades autónomas, aquí no se han implementado impuestos específicos dirigidos a las instalaciones solares. Lo que plantea preguntas sobre la coherencia en la política energética autonómica.

Cuando menos, resulta paradójico que, mientras las energías renovables están alcanzando récords de producción y contribuyendo significativamente al suministro eléctrico (como lo demuestra el hecho de que el viento, el sol y el agua generaron casi el 60% de la energía en España en febrero), los impuestos amenacen su avance.

De hecho, estos gravámenes pueden tener consecuencias perjudiciales para el sector de las energías renovables, pues ralentizan y obstaculizan su crecimiento. Por ejemplo, desincentivando la inversión, ya que los costes adicionales pueden disuadir a los inversores de apostar por proyectos limpios. Además, España compite en un mercado global de energías renovables. Si los impuestos locales hacen que los proyectos sean menos atractivos, podríamos perder competitividad frente a otros países.

Por eso que, aunque sabemos del afán recaudatorio de las administraciones públicas (como cuando se impuso pagar por aparcar en las calles, algo que ahora vemos normal pero que parecía que llegarían a cobrar hasta por utilizar para andar las aceras), en lugar de desincentivar la inversión en energías limpias, los gobiernos autonómicos deberían trabajar en conjunto para crear un entorno favorable que impulse la innovación y la adopción de tecnologías sostenibles.

Asimismo, aunque no se pueda señalar directamente a las compañías energéticas tradicionales como responsables de los impuestos a las energías renovables, es importante considerar cómo sus intereses pueden influir en las decisiones políticas y económicas relacionadas con el sector. Como cuando se opusieron al llamado “canon hidráulico” en Extremadura, teniendo que devolver el erario público más de 1.900 millones de euros a compañías como Iberdrola, Naturgy o Endesa.

Parece claro que la transición hacia las energías limpias podría afectar a sus ingresos y a sus modelos de negocio establecidos. También está su inversión en infraestructuras, ya que las compañías energéticas tradicionales han invertido significativamente en centrales eléctricas, redes de distribución, etc. Y la adopción masiva de energías renovables podría hacer que estas inversiones se vuelvan obsoletas.

Además, como en el caso del canon extremeño, se sabe que estas grandes empresas tienen la capacidad de influir en la política y las regulaciones. Y la transición hacia las energías renovables podría amenazar su statu quo y posición. Sin olvidar tampoco que estas empresas han sido “dorados retiros” para los políticos, en el fenómeno conocido como las “puertas giratorias”.

En conclusión, la colaboración entre todos los actores, incluidas las empresas tradicionales, es crucial para lograr una transición exitosa hacia un futuro más sostenible. En lugar de gravarlas, se debería fomentar la inversión y la innovación en este sector vital para el futuro del país y del planeta.

Es más que aconsejable que todos tengamos un enfoque favorable hacia las energías limpias. Solo así podremos superar los desafíos y avanzar hacia un modelo energético más brillante, sostenible y responsable.

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