Los abuelos y la revolución digital
En un mundo dominado por la tecnología no debemos olvidar las formas de saber tradicionales que nos conectan con nuestro entorno y con las generaciones pasadas
¡Ey Tecnófilos! Cuando contemplamos los verdaderos pozos de conocimiento en el mundo actual, nos embarcamos en una reflexión profunda sobre la evolución de la sabiduría humana. Esta reflexión fue sugerida por mi amigo Jean Triquet, quien compartió la fascinante habilidad del abuelo de su esposa para predecir el clima observando las nubes en su valle de Asturias. Este relato es un testimonio del conocimiento profundo y arraigado en la naturaleza, una sabiduría ancestral que ha sido fundamental para la supervivencia y el desarrollo humano.
La escritura transformó radicalmente nuestra capacidad de acumular y transmitir conocimiento, marcando el comienzo de los primeros «pozos de conocimiento» formales como bibliotecas y archivos. Pero hoy, en la era digital, estos pozos han tomado formas nuevas y expansivas, extendiéndose más allá de cualquier límite físico.
Consideremos algunos de los más destacados pozos de conocimiento contemporáneos:
- Internet: Es el más amplio y diverso, proporcionando acceso a una cantidad casi infinita de información y aprendizaje a través de múltiples formatos y plataformas.
- Bibliotecas Digitales y Repositorios Académicos: Ofrecen acceso a millones de publicaciones académicas, documentos históricos y literarios, democratizando el conocimiento a una escala sin precedentes.
- Museos y Archivos Digitales: Permiten que personas en cualquier parte del mundo exploren tesoros del arte, la historia y la ciencia, contribuyendo a la educación y la apreciación cultural a nivel global.
- Plataformas Educativas en Línea: Proporcionan cursos y recursos educativos sobre una vasta gama de temas, haciendo que el aprendizaje sea más accesible y adaptable a diferentes necesidades y estilos de vida.
- Redes Sociales y Comunidades en Línea: A pesar de sus desafíos, también actúan como espacios para compartir, debatir y expandir conocimientos en comunidades de intereses compartidos.
En este maremágnum de información, el discernimiento y la curación del conocimiento son habilidades cruciales. Aprender a navegar entre lo verídico y lo falso, a aplicar críticamente el conocimiento y a entender contextos complejos es más importante que nunca. La educación en el pensamiento crítico y la ética de la información son fundamentales para aprovechar al máximo estos recursos.
La reflexión de Jean Triquet nos recuerda la importancia de valorar tanto el conocimiento ancestral como el contemporáneo. En un mundo dominado por la tecnología, no debemos olvidar las formas de saber tradicionales que nos conectan con nuestro entorno y con las generaciones pasadas. Estos conocimientos, tanto antiguos como modernos, son complementarios y juntos enriquecen nuestra comprensión del mundo.
Por lo tanto, mientras nos maravillamos y utilizamos las herramientas tecnológicas disponibles, debemos también honrar y preservar el legado de conocimiento que nos han transmitido nuestros ancestros. La verdadera sabiduría reside en la habilidad de integrar y aplicar estos diversos pozos de conocimiento para un entendimiento más profundo y holístico de nuestro mundo.
¡Se me tecnologizan!