La utilidad de los brazos en política

La semántica se apresura a echarnos una mano para aconsejar: al PPdeG, cuidado con “irse de las manos”; al BNG, evitar la radicalidad gracias a “tener mano izquierda”; a Sumar, que la providencia les pueda “echar una mano”; y al PSdeG, considerar y digerir convertirse en “la mano derecha”

Los candidatos del PP, Alfonso Rueda; BNG, Ana Pontón; PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro; y Sumar Galicia, Marta Lois. Elecciones gallegas del 18 de febrero de 2024 / Europa Press

Los candidatos del PP, Alfonso Rueda; BNG, Ana Pontón; PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro; y Sumar Galicia, Marta Lois. Elecciones gallegas del 18 de febrero de 2024 / Europa Press

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Para quien todavía no lo sepa, los brazos son esas extensiones soportadas en hueso que, partiendo de los hombros, se desplazan disciplinadamente a lo largo de los dorsales del cuerpo, hasta albergarse hacia, más o menos, el comienzo de las piernas. Y, nos confundamos, que los miembros tienen su utilidad; sobre todo en política.

Manual de uso del brazo en los partidos

Vayamos a lo sustancial. Las extremidades superiores humanas están compuestas de cinco regiones principales: hombro, brazo, codo, antebrazo y mano. Dependiendo de la zona del brazo, la política se ejerce de una manera u otra, y cada partido tiene, para su uso, su propia “zona de confort”. En estos previos a la campaña electoral gallega, que se presume a brazo partido, es conveniente, antes del comienzo, hacerle una visita al fisioterapeuta.

Arrimando el hombro. Coinciden todos sus adversarios, es decir, todos, en que en el PPdG hay miedo al resultado del 18 de febrero. Y parece que el movimiento de hombros sea el modo de respuesta más habitual. Hasta Alfonso Rueda parece decir con el alzado de sus desconcertadas costas, “pues, ¿no se?”. De no ejercitarse bien los hombros, se corre el riesgo de contraer tendinitis. Y como en Génova han “tocado a rebato”, para no dejarse comer el terreno por su misma derecha, se han decidido a levantar el brazo, el derecho, claro, pero no mucho, aunque con cuidado, para evitar acabar padeciendo una lesión en el manguito rotador.

Torcer el brazo. Así es como se ha tomado Ana Pontón la campaña, trabajando brazo a brazo, cuerpo a cuerpo, ya desde los previos, a brazo partido. Hoy está escardando pélets, mañana en su barrio visitando vecino a vecino, pasado… pues donde sea. El trabajo de pre presidenta es lo que tiene, no permite estar de brazos cruzados. Foto con estiramiento de brazo, finalizando en mano con dos dedos extendidos en forma de V. El uso frecuente de la musculatura del brazo produce tres tipos de lesiones: contracturas, estiramientos y desgarros. Parece ser que se pueden prevenir con un calentamiento adecuado y moderación; sobre todo, mucha moderación.

Hincar los codos. Que es lo que le queda a Marta Lois desde Sumar. El codo ejerce varias funciones en el brazo, pero la principal es la de bisagra entre brazo y antebrazo. Si no se ejercita bien y debidamente, se producen las dos irritaciones de codo más habituales: el codo de tenista si es exterior y el codo de golfista si es interior, padecimientos más achacables a peperos que a antiguas podemitas. Ambas son inflamaciones, incluso desgarros, que acaban afectando, inevitablemente al antebrazo, llegando a producirle dolores difícilmente soportables. Modo de paliarlo: hielo, paracetamol y mucha agua, como recetaban en la serie El síndrome de Ulises ante cualquier dolencia en el Centro de Salud de Arroyo Pingarrón.

Tendinitis de antebrazo. Dolencia que irá afectando, paulatinamente, a José Ramón Gómez Besteiro, derivada de la falta de práctica en dar abrazos y estrechar manos. Una vez que se coge hábito, como la que tiene la familia real española, la afección menos indicada suele ser el “síndrome del túnel carpiano”, dolencia especialmente intensa, pertinaz y sorda producida en la conexión con la mano al cerrar el puño con firmeza, acompañada del levantamiento de brazo, especialmente si es el izquierdo. Resulta inevitable, para su curación, el uso de férula, eso sí, escogiendo la más adecuada, sobre todo si la prescriben desde Moncloa.

La mano, también habrá que usar la mano

Al final del brazo, la mano. Si el brazo es útil, en cada caso y para cada partido político a su manera, la mano es imprescindible para todos, pero, sobre todo, antes de unas elecciones. Y la semántica, gracias a las expresiones idiomáticas, se apresura a echarnos una mano para aconsejar: al PPdeG, cuidado con “irse de las manos”; al BNG, evitar la radicalidad gracias a “tener mano izquierda”; a Sumar, que la providencia les pueda “echar una mano”; al PSdeG, considerar y digerir convertirse en “la mano derecha”.

Pero, visto lo visto en la última trifulca con motivo de los pélets, para lo que nos queda de pre campaña, la sabiduría popular tiene, como no, su propio remedio “para librarse de brazos, antes cabeza que brazos

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