La culpa total la tiene Siniestro
Alumno nada aventajado, a pesar de provenir de la Universidad, Íñigo Errejón se apunta a la moda de las misivas conminadoras; su carta a no se sabe muy bien quién ni tampoco sabemos a santo de qué, sería descartada por los maestros Julián Hernández y Alberto Torrado, profesores ambos en la Universidad Libre de Vigo, y agasajada con un sonoro cate: no se entiende nada
Pocos lo saben, pero uno de los avances en la ciencia de la Lingüística más importantes del ya pasado siglo veinte, la intertextualidad, es un invento gallego; otro más. Si, siempre a la vanguardia, esta parte antes del telón de grelos pecó siempre de una originalidad poco sonora. Y sino, que se lo pregunten a los de Vigo, que hace ya casi veinticinco años son la alegre ciudad que alberga a los creadores del texto interrelacionado. Nada de Barthes, Todorov o Kristeva, todos ellos humildes destripatextos ante la inventiva y originalidad de los que, en su origen, se llamaron “Mari Cruz Soriano y los que tocan el piano”. Mayor genialidad, imposible.
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?
Alumno nada aventajado, a pesar de provenir de la Universidad, Íñigo Errejón se apunta a la moda de las misivas conminadoras. ¡Ey!, (perdón, amigo José Antonio Ferreira por asaltar, como Podemos, tu habitual comienzo en vez de los cielos) que tengo mucho que decir, y te voy a torturar con mi prosodia. Su carta a no se sabe muy bien quién ni tampoco sabemos a santo de qué, sería descartada por los maestros Julián Hernández y Alberto Torrado, profesores ambos en la Universidad Libre de Vigo, y agasajada con un sonoro cate: no se entiende nada. Pero la intertextualidad viene en nuestro auxilio.
Ya Siniestro, en su álbum de estudio del año 1990 tomara un texto del suburbano madrileño modificado, y que da título al LP. De unos párrafos conminatorios a tener cuidado al entrar y salir de los vagones del metro, el ingenio intertextual vigués los convirtió en una clase rápida de sexología, para aprenderla de una estación a otra. Será que Errejón era todavía muy niño, casi casi como ahora, cuando los representantes patrios del punk irreverente triunfaban años más tarde, dos en concreto, rogándonos “ante todo mucha calma”, álbum del año 1997.
Intertextualicemos que es gerundio: comienza el escrito haciéndonos saber de la mucha capacidad intelectual, semanas incluso, que tiene el titular de la misiva. No contento con convertirse en un intelectual de altura, nos exhibe como mérito estar comprometido y haber militado políticamente “desde que tengo uso de razón”. Bueno, vamos a ver, mérito, mérito, no parece mucho; o bien tuvo uso de razón solo para militar, que puede ser, o el uso de razón vino mucho más tarde, porque militar políticamente exige unos años previos. En fin, lio…
Así empiezan las peleas
Álbum en directo este ya de 1997, contenía una canción muy socorrida: “Oye nena, yo soy un artista”, Vaya, vaya, el intertexto del ex podemita y también ya ex sumando, lo aclara todo: “En la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros”. Vemos en el examen que el profesor Hernández subraya el escaso folio en rojo bandera, poniendo debajo, algo sobre un ayatola y un problema con las vías bajas; solo se distingue bien, “no me toques”. En fin, escritura de artista.
Prosigue el pliego aludiendo a términos un tanto equívocos, tales como hermosas, compro -metido, duras, experiencias, estructura afectiva y emocional, posición, necesidades de los otros, relaciones afectivas e incluso con uno mismo, en clara alusión a la autosatisfacción.
Alusiones, siempre presuntas, al refolice y al lubricio, se ven acompañadas de la melancolía por el paraíso perdido: “Yo, tras un ciclo intenso y acelerado…”, ¡Uy, esas equivalencias!, se entremezclan con posiciones ideológicas, algunas un tanto procaces: mundo nuevo, formas de vida, relaciones mejores, renovación generacional, o dura y apasionante; esta sí, muy clara. Aportamos una reflexión acorde con la compleja exégesis de la epístola: “No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en la vida cotidiana”. Bueno si, o no, bueno no se… Y, a todo esto, ¿Qué dicen los docentes de Siniestro? Pues que “¿Cuándo se come aquí?” Por ser prácticos, vaya.
Que parezca un accidente, álbum del año 2008.
Culminemos con una aclaradora cita de los sabios vigueses de la intertextualidad que nos permitirá comprender, pero bien, el mecanismo explicativo epistolar de Errejón, curiosamente experto en análisis discursivo: “desde pequeño siempre he llevado en mi interior Abanderado. El día más señalado al cumplir como soldado siempre he llevado Abanderado, pero siempre he sentido un picor que me ha estremecido, es que me pica un huevo, no se qué voy a hacer, no se qué puedo hacer”. Pues está claro; hay que ser comprensivos con el ahora baqueteado diputado, pues exigirle a alguien, un otro, otra u otre que te lo rasque, pero, eso sí, con afecto. Será por eso que la ya casi elegía acabe ofreciendo un abrazo fraternal. ¡Uy, uy, uy!
Un comentario en “La culpa total la tiene Siniestro”
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Bien Sr Carneda, es usted un experto en echar leña al árbol caído.Supera a la Frarradás y su colección de «abusadas» anónimas, de paso que edita su libro, ágilmente modifica el discurso en su minuto de gloria en las tertulianadas, cuando se lo afean declarando que las ganancias van a ir a una oenegé, feminista ofcourse.