Invierno o primavera electoral en Galicia

La participación ciudadana se convierte en un factor determinante, quizás el que más, en estas elecciones autonómicas: los electores tenemos el poder de moldear el futuro de Galicia mediante nuestro voto informado y reflexivo. Y hacerlo en un contexto de competencia ajustada

Los candidatos del PP, Alfonso Rueda; BNG, Ana Pontón; PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro; y Sumar Galicia, Marta Lois

Los candidatos del PP, Alfonso Rueda; BNG, Ana Pontón; PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro; y Sumar Galicia, Marta Lois

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Con el cambio climático, entre otros síntomas, parece que las estaciones anuales están variando sus temporalidades habituales. Así, la primavera se prolonga hasta el verano, este se mete más en el otoño, que hace lo mismo alargándose al invierno…

Esto se puede aplicar a las elecciones autonómicas del próximo 18 de febrero ya que, aunque la fecha corresponde todavía a la época invernal, quizás nos encontremos con un clima sociopolítico más primaveral. Extrapolándolo de otro modo, ante la convocatoria invernal que ha hecho el actual gobierno de la Xunta, precisamente para conservar o incluso hibernar su prolongada mayoría absoluta, puede que en esta ocasión haya un cambio o “florecimiento” de un nuevo gobierno.

Con esta analogía, lo que pretendo es invitar a reflexionar sobre la decisión que afrontamos los votantes gallegos. ¿Optaremos por continuar en el paisaje conocido del invierno político, dejando que siga el Partido Popular? ¿O buscaremos el renacer de la primavera electoral, abrazando la posibilidad de cambios y nuevas perspectivas con una victoria bipartita?   

El caso es que, a medida que nos acercamos a las elecciones gallegas, el escenario político se asemeja a una estación de transformación. Pudiendo vislumbrar dos posibles paisajes: uno que representa la continuidad y la conservación en Galicia, como en el invierno, con una mayoría del Partido Popular (PP). Y otro que simboliza los “nuevos brotes” en dicho escenario, con una victoria bipartita y una renovación que promete cambios significativos en la política autonómica.

Si la mayoría de los votantes respalda al Partido Popular, como una decisión de mantener la actual situación, los gallegos podríamos enfrentarnos a otro período de “hibernación política”. Esto no implica necesariamente estancamiento, pero sí sugiere la continuidad de las políticas y enfoques ya conocidos. Sería como una prolongación de la temporada invernal, donde las dinámicas políticas actuales persisten y, casi se podría decir, se congelan.

Pero el día 18 también podría suponer abordar los retos persistentes de la comunidad autónoma desde otro enfoque, ya que una victoria bipartita, con el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y el Partido Socialista de Galicia (PSdeG) obteniendo un respaldo significativo, sería como el inicio de la “primavera electoral”. Una transición hacia políticas y liderazgos distintos, con propuestas frescas para los desafíos que enfrenta Galicia, una oportunidad para sembrar nuevas ideas y estrategias que florezcan en beneficio de la comunidad, un tiempo de renovación, con cambios que representan nuevas perspectivas y enfoques políticos, tras casi tres décadas de gobierno monolítico de los conservadores.

Como en un jardín electoral, los votantes estamos llamados a elegir la estación que consideremos más adecuada para el futuro de Galicia. Ambos escenarios, ya sea la continuación del invierno político o la llegada de la primavera electoral, traen consigo sus propios desafíos y oportunidades, y los votantes desempeñaremos un papel crucial en la definición del próximo curso político de nuestra comunidad autónoma.

Lo que está claro es que, en el horizonte político de Galicia, se avecina un momento crucial con las próximas elecciones autonómicas. Con el telón de fondo de desafíos económicos, sociales, sanitarios o ambientales, los votantes gallegos nos preparamos para ejercer el derecho democrático y decidir el rumbo que tomará la comunidad en los próximos años.

Lo que está claro es que, en el horizonte político de Galicia, se avecina un momento crucial con las próximas elecciones autonómicas

En Galicia tenemos desafíos significativos, que van desde la recuperación económica tras la pandemia hasta la gestión sostenible de los recursos naturales y el impulso de sectores clave, como la pesca y la agricultura. La administración entrante debería abordar estos desafíos con visión de futuro y políticas que promuevan el bienestar de la sociedad gallega. Y cualquier cambio político podría influir en el rumbo que se tome en Galicia en temas cruciales para el bienestar de sus ciudadanos.

En la antesala de las elecciones gallegas, según diversos sondeos, el actual presidente gallego, Alfonso Rueda, se enfrenta a un escenario en el que conseguir una mayoría absoluta no será tarea sencilla. El Partido Popular, largamente afianzado en la estructura social, económica y mediática de Galicia, se perfila como favorito, pero con una mayoría absoluta que pende de un hilo. Además de su estreno como candidato y posible efecto de sustituto de Feijóo, el reto para Rueda radica en asegurar la confianza de los votantes y consolidar una ventaja que le permita mantener el gobierno autonómico.

Otro factor que podría influir significativamente en el resultado final es la dispersión de la izquierda en Galicia, con Podemos y Sumar con sus respectivas candidaturas y escasas posibilidades de obtener representación. La falta de una coalición sólida podría restarle votos a ambas fuerzas, otorgando al PP una ventaja estratégica en la lucha por la mayoría absoluta, ya que la Ley D’Hondt beneficia a los partidos con más votos en la asignación de los llamados “restos”, donde se dirime la asignación de los últimos escaños en cada provincia.

Mientras que la competencia entre el BNG y el PSdeG por el voto progresista puede que estimule y compense dicha diáspora en la izquierda, pues los socialistas habían perdido mucho terreno en los últimos comicios autonómicos y los nacionalistas han logrado pasar el rubicón de las elecciones generales y consolidar su papel reivindicativo autonómico, con Ana Pontón también como referente femenino.

En este escenario electoral, otro elemento clave es la posible remontada de Xosé Ramón Besteiro, candidato del PsdeG que retoma su apuesta por Galicia tras ser atacado judicialmente por el PP y que cuenta con el apoyo manifiesto de Pedro Sánchez. Su capacidad para movilizar a los votantes y su desempeño en la campaña podrían tener un impacto significativo en el resultado final. Si Besteiro logra consolidar un respaldo sólido, podría cambiar el equilibrio político y contribuir a la formación de un gobierno progresista.

A medida que se perfilan estos escenarios políticos, la participación ciudadana se convierte en un factor determinante, quizás el que más. Los electores tenemos el poder de moldear el futuro de Galicia mediante nuestro voto informado y reflexivo. En un contexto de competencia ajustada, cada elección cuenta y puede marcar la diferencia en la configuración del gobierno y la toma de decisiones clave para la comunidad.

En resumen, las próximas elecciones gallegas se presentan como un crisol de desafíos y oportunidades políticas. Los votantes tenemos la oportunidad (incluso diría que la responsabilidad) de elegir líderes que aborden los desafíos actuales con visión y determinación. En Galicia estamos a punto de escribir un nuevo capítulo en nuestro destino como ciudadanos, y la decisión está en nuestras manos (o sobres).

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