Hasta los huevos

El escenario mundial está padeciendo una proliferación de dirigentes que promueven políticas que afectan gravemente a las economías y a casi todas las familias; prueba de ello es la subida de precios de productos de consumo cotidiano, como los huevos o el aceite

Dos huevos sobre una mesa

Jesús Hellín / Europa Press

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La carestía de la vida suele dilucidarse generalmente mediante comentarios y referencias a la subida de los precios de los productos y servicios básicos. Que si la luz, que si el aceite de oliva, que si los alquileres… Popularmente, al menos según recuerdo, entre lo más referido en estos casos puede que esté la trilogía constituida por los precios del pan, la leche y los huevos, es decir, de lo más elemental para vivir.

En relación a estos últimos, entre la gripe aviar y las locuras de Trump, con sus aranceles que encarecen las importaciones, el precio de los huevos en los EE.UU. ha subido el doble, un 100%, pasando de ─aproximadamente─ cinco a diez dólares la docena.

El escenario mundial está padeciendo una proliferación de dirigentes que promueven políticas que, además de los efectos más visibles en el aumento de la polarización y la fractura de la cohesión social, en una atmósfera de confrontación constante; también afectan gravemente a las economías y a casi todas las familias, ya sea a través de la fuerte intervención estatal (por ejemplo los aranceles) o de la liberalización extrema (por ejemplo las privatizaciones de servicios básicos).

Prueba de estos impactos es la subida de precios de productos de consumo cotidiano, como los huevos o el aceite, que pueden dispararse como resultado de restricciones a la importación o problemas de producción. Mientras que, en cuanto a la especulación, la vivienda vuelve a ser por segundo mes consecutivo el primer problema de España, según el barómetro mensual del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

A lo que hay que añadir que las clases trabajadoras y medias, en particular, sufren además las consecuencias de los recortes en servicios sociales de estas políticas alocadas. El desmantelamiento del llamado “estado del bienestar” está dejando a miles de personas sin acceso a una salud o una educación de calidad, desde Argentina hasta Madrid, incrementando con ello la desigualdad social.

El encarecimiento de estos bienes y servicios esenciales afecta de manera directa a todos, sobre todo a las familias de ingresos medios y bajos, generando tensiones adicionales en su economía.

Otro aspecto crítico de este tipo de gobiernos y dirigentes es su obsesión por el control de los medios de comunicación, como por ejemplo en el caso de Twitter y su compra por Elon Musk, que despidió a mitad de la plantilla y ahora, como líder del Departamento de Eficiencia Gubernamental en EE. UU., a miles de funcionarios y está acusado de amenazarlos. O la persecución a la disidencia, como la detención de manifestantes estudiantes pro-palestinos en EE.UU. o la eliminación del icónico mural de ‘Black Lives Matter’ (Las vidas negras importan) en Washington, tras la presión de legisladores republicanos que (también) amenazaron con recortar fondos federales si no se modificaba la plaza.

Mientras que aquí tenemos como ejemplo de ello el ataque furibundo a todo lo que vaya en contra de la presidenta Ayuso, desde un documental sobre las horrorosas muertes en residencias de mayores de la comunidad madrileña, a imputar al fiscal general para “amortiguar” las irregularidades de su novio. Pasando por manipular los comunicados de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) por parte de Mazón, en el caso de la catastrófica DANA, quien se aferra a su puesto a base de mentiras y echar la culpa a los demás, sin reconocer su terrible negligencia e ineptitud.

El impacto psicosociológico de vivir bajo este tipo de gobiernos ególatras y antisociales, unido a la sensación de incertidumbre económica y a la constante exposición a discursos agresivos, genera también ansiedad y estrés entre la población. Además, el miedo a represalias o a ser etiquetado políticamente conduce al silencio y a la autocensura, afectando a la integridad y a la participación ciudadana.

A pesar de estos impactos negativos, las sociedades no permanecen pasivas. Ante políticas que vulneran derechos o desestabilizan la economía, surgen movimientos. Desde redes de apoyo hasta movilizaciones, las personas encuentran maneras de defender y proteger sus espacios de convivencia y preservar sus derechos. Aunque afectada, la gente común también demuestra capacidad de organizarse para demandar cordura, justicia y transparencia.

La polarización social, la inestabilidad económica, la restricción de derechos civiles, la manipulación y el impacto emocional negativo está llegando hasta los huevos, y lo digo no solo en cuanto a la subida de su precio.

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