Externalidades y gobiernos
Galicia se traga todas las externalidades negativas sin que su propio Gobierno se preocupe de evitarlas o al menos minimizarlas mientras que las externalidades positivas son aprovechadas por otras comunidades autónomas españolas
¿Conoce usted el concepto de “externalidad” en economía? Es curioso que apenas se menciona en ámbitos periodísticos e incluso académicos cuando en realidad se trata de un concepto fundamental para la política económica. Recuerdo la importancia que allá por los años ochenta, nos transmitían los profes de la Universidad al respecto de esta realidad tan presente en aquellos tiempos y tan ignorada hoy en día.
En economía, una externalidad viene a ser todo efecto colateral que provoca un proyecto sobre ámbitos indirectamente afectados por él. Puede haber externalidades positivas o negativas. Las primeras suelen tener lugar por el impacto del proyecto en el desarrollo de una cadena de valor y la consecuente generación de empleo que se deriva de ello.
Ejemplos de externalidades
Inditex supone un ejemplo visible de externalidad positiva en Galicia. Más allá de la creación directa de empleos y de la riqueza intrínseca que genera, la contratación de proveedores locales para las obras y servicios adyacentes que requieren sus locales en todo el mundo, ha propiciado la emersión en Galicia de nuevas empresas del llamado sector “contract” altamente competitivas a nivel global.
Las externalidades negativas potenciales, sobre todo en proyectos que utilizan recursos naturales, son múltiples. Quizás el más crítico sea la expulsión de los habitantes de una zona concreta, como ocurrió en 1977 en la mítica comarca de As Encrobas que muchos recordarán. Otras externalidades negativas pueden ser los efectos contaminantes en las aguas con consecuencias perniciosas para la vida de las personas, los animales y las plantas; el depósito de residuos minerales y químicos con el riesgo consecuente de contaminación del suelo, agua y aire, que nuevamente puede afectar a la salud humana y la biodiversidad; la propia contaminación del aire por la liberación de elementos tóxicos es otro efecto potencial relevante; la alteración y degradación del paisaje implica un nuevo factor a tener en cuenta; finalmente, impedir la explotación alternativa de los terrenos afectados con fines con frecuencia agrarios, supone un capítulo más de externalidad negativa potencial.
Igual que Inditex representa un buen ejemplo de externalidad positiva, Ence ilustra un supuesto nítido de externalidad negativa, tanto por haber cancelado la actividad marisquera en la ría como por los efectos en el aire de Pontevedra. Además, el efecto de la pastera en la colonización del eucalipto es otra externalidad negativa de alcance descomunal.
Como ya estoy más que harto de exponer los efectos –externalidades negativas– de la eucaliptización provocada por Ence en el país, le he pedido al ChatGPT que me diese su punto de vista, y esto es lo que ha escrito: “La colonización del eucalipto en Galicia como respuesta a la demanda de la empresa de celulosa ENCE ha generado varias externalidades negativas. Además de impactar negativamente en la biodiversidad al desplazar los ecosistemas nativos y agotar los suelos y aguas subterráneas, el monocultivo de eucalipto ha provocado erosión del suelo, disminución de la fertilidad y amenazas contra especies autóctonas. Esta expansión también ha resultado en una degradación visual del paisaje, afectando la imagen de Galicia y disminuyendo su atractivo turístico, así como en la pérdida de superficie cultivable y productiva para otros usos, como la agricultura tradicional o la silvicultura sostenible. Estos impactos ilustran los efectos adversos ambientales, socioeconómicos y culturales que pueden surgir de la explotación insostenible de recursos naturales para satisfacer las demandas de la industria.” Pues eso.
El papel de los gobiernos
Como estamos viendo, las externalidades implican efectos más allá de los límites propios al proyecto que las genera y afectan a realidades de dominio público (el agua, el aire, el suelo, el paisaje…). Por ese motivo, requieren la intervención de los gobiernos con autoridad sobre los terrenos en los que se asienta el proyecto. En Galicia, generalmente ese gobierno es la Xunta. ¿Qué tendría que hacer el gobierno de la Xunta de Galicia ante iniciativas y propuestas que generasen externalidades relevantes? Pues la respuesta constituye casi una obviedad: debe eliminar o reducir al máximo las externalidades negativas y debe multiplicar las externalidades positivas de modo que el beneficio público supere el coste público. Veamos otro ejemplo real para evaluar la posición del gobierno gallego ante las externalidades.
Se trata de la instalación de aerogeneradores. Conocemos los planes de implantación masiva de polígonos eólicos en el país. ¿Cómo valoramos la conveniencia de autorizar tales planes? Más allá de la rentabilidad que obtengan las empresas privadas que los promueven, la obligación de la Xunta será la de estimar el resultado sobre su territorio y su sociedad. Es decir, debe estudiar el balance de sus externalidades. Empecemos por las negativas. Vuelvo recurrir al ChatGPT para un reconocimiento más neutral:
“La instalación de un polígono eólico de grandes aerogeneradores puede generar diversas externalidades negativas. Además de la pérdida de actividad agraria debido a la ocupación de tierras para la instalación de los aerogeneradores y la infraestructura asociada, como carreteras y líneas de transmisión, las canalizaciones de evacuación de la electricidad pueden afectar el subsuelo y los recursos hídricos locales, aumentando el riesgo de contaminación y alteración de los ecosistemas subterráneos. Además, el funcionamiento de los aerogeneradores puede generar ruidos y vibraciones que impactan negativamente en la calidad de vida de las comunidades cercanas, así como en la fauna local, alterando sus patrones de comportamiento y migración. Estas externalidades subrayan la importancia de una planificación cuidadosa y una evaluación de impacto ambiental integral en el desarrollo de proyectos eólicos para minimizar los efectos adversos en el entorno y las comunidades afectadas.”
Todas las descritas en el párrafo anterior son externalidades negativas que habría que minimizar. Es muy posible que la mayoría de polígonos previstos deban ser cancelados por unos efectos perniciosos imposibles de contrarrestar. Otros podrán ser, quizás, replanteados reduciendo potencias y densidades. Y en todos los casos, el gobierno debería asegurarse de reforzar al máximo las externalidades positivas. ¿Cuáles son tales externalidades positivas? Esto es lo que me suelta el ChatGPT:
“Por un lado, contribuye al aumento de la autosuficiencia energética de un país o región al aprovechar una fuente de energía renovable y abundante como es el viento. Esto puede reducir la dependencia de combustibles fósiles importados y promover la seguridad energética a largo plazo. Además, el incremento en la producción de energía eólica puede tener efectos positivos en los precios de la energía al ofrecer una alternativa más económica para el mercado de consumo. Por último, el desarrollo y expansión de la energía eólica pueden estimular el sector de la innovación y la tecnología al requerir avances en diseño de aerogeneradores, almacenamiento de energía y sistemas de gestión de redes eléctricas inteligentes, impulsando así la investigación y el desarrollo en este campo y fomentando la creación de empleo y oportunidades económicas en sectores relacionados.”
Sin embargo, resulta que la energía eólica que se genere en esos grandes parques irá destinada al funcionamiento de economías que no son la gallega, así pues la primera externalidad positiva no tendrá efectos en Galicia. Por otro lado, ni familias ni industria gallegas se beneficiarán de menores precios energéticos, o sea que la segunda externalidad tampoco se da. Y respecto del desarrollo tecnológico y la creación de empleo en sectores relacionados, pues tres cuartos de lo mismo. Fíjense, si no me creen, en las siguientes cifras: Galicia, que cuenta con 183 parques eólicos en su territorio y genera alrededor del 18% de la electricidad eólica de España, sólo registró 37 patentes eólicas, el 2,9% del total español, entre 2006 y 2020; mientras tanto, Madrid no tiene ni un solo aerogenerador ubicado en su territorio, pero acumula 149 patentes eólicas, el 11,8% del total de las presentadas en España en ese período. Ojo que además Navarra, con el 4% del total de la producción española de origen eólico, tiene el 32% de las patentes; El País Vasco, con el 0,5% de la producción total, cuenta con el 17% de las patentes.
En resumen, Galicia se traga todas las externalidades negativas sin que su propio Gobierno se preocupe de evitarlas o al menos minimizarlas mientras que las externalidades positivas son aprovechadas por otras comunidades autónomas españolas. ¿Cómo llamaría usted a la gestión del gobierno gallego hasta la fecha?