Europa y la cuarta revolución industrial
Es toda una encrucijada: si Europa no reacciona será el parque de atracciones del mundo, porque el liderazgo de EE UU y China desafía su futuro
La rápida evolución de la cuarta revolución industrial está redefiniendo el panorama económico global, marcando el inicio de una era en la que el talento, la tecnología, la transformación digital y la inteligencia artificial son protagonistas. En este contexto, Europa se enfrenta a desafíos significativos mientras EE UU y China consolidan su posición como líderes indiscutibles en esta transformación.
“Un dispositivo sencillo como una tableta, posee el poder de procesamiento equivalente a cinco mil ordenadores de escritorio de hace treinta años, mientras que el costo de almacenamiento de la información se aproxima a cero.”
La cuarta revolución industrial, también conocida como Industria 4.0, representa un cambio radical en la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, que se centraron en la mecanización, la electrificación y la digitalización, la cuarta revolución industrial fusiona las tecnologías físicas, digitales y biológicas, creando un nuevo paradigma donde las líneas entre ellas se difuminan. La convergencia de tecnologías avanzadas como el Internet de las Cosas (IoT), la Inteligencia Artificial (IA), el blockchain, la robótica avanzada, la impresión 3D o fabricación aditiva y el big data están transformando sectores tradicionales y creando nuevas oportunidades, pero también plantean retos enormes en términos de empleo, regulación, y soberanía tecnológica.
Esta revolución no solo consiste en máquinas y sistemas inteligentes conectados. Su alcance es más amplio. Al mismo tiempo, se producen oleadas de avances en ámbitos que van desde la secuenciación genética hasta la nanotecnología, y de las energías renovables a la computación cuántica. Es la fusión de estas tecnologías y su interacción a través de los dominios físicos, digitales y biológicos lo que hace que sea totalmente diferente de las anteriores.
“Una revolución que no solo está cambiando el «qué» y el «cómo» hacer las cosas, sino el «quiénes somos»”.
EE UU y China han tomado la delantera. En el caso de Estados Unidos, con su ecosistema de innovación consolidado y su liderazgo en la creación de startups tecnológicas, sigue siendo un referente mundial. Gigantes tecnológicos como Google, Microsoft, Apple y Amazon están impulsando la adopción de nuevas tecnologías a un ritmo vertiginoso. Por otro lado, China ha emergido como un competidor formidable. Con una estrategia estatal clara de largo plazo y grandes inversiones en inteligencia artificial, 5G, y big data, el gigante asiático no solo está innovando, sino que también está exportando su tecnología al resto del mundo. Empresas como Huawei, Tencent, y Alibaba están a la vanguardia, convirtiendo a China en una superpotencia tecnológica global.
Los cambios son históricos en términos de su magnitud, velocidad y alcance. Mientras que la profunda incertidumbre que rodea al desarrollo y la adopción de tecnologías emergentes significa que aún no sabemos cómo se desarrollarán las transformaciones impulsadas por esta revolución industrial, su complejidad y la interconexión entre sectores implican desarrollar el modelo de cuatro hélices en el que todos los actores de la sociedad global, los gobiernos, las empresas, la universidad y la sociedad civil tienen la responsabilidad de trabajar conjuntamente para comprender mejor las tendencias emergentes.
“La probabilidad de que la automatización elimine un asesor contable y fiscal es del 0,99, asesores jurídicos del 0,98. Sin embargo del 0,0042 para médicos y cirujanos, del 0,0055 para directores de talento, del 0,0065 para analistas de sistemas de cómputo, del 0,0077 para antropólogos y arqueólogos, del 0,0150 para gerentes de ventas. ¿Esto no merece una reflexión?”. Fuente: Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, Universidad de Oxford, 2013.
En este escenario, ¿cuál es el papel de Europa? ¿Innovador, regulador o espectador? Europa, a pesar de su rica historia de innovación y su sólido sector industrial, se encuentra en una posición complicada. Aunque la Unión Europea ha implementado políticas para fomentar la digitalización y la innovación, como el programa Horizonte Europa y otros, con muchos recursos y escaso éxito, el continente enfrenta desafíos para poder competir con EE UU y China.
Uno de los principales obstáculos es la fragmentación del mercado europeo, donde las diferencias regulatorias y las barreras burocráticas ralentizan la implementación de tecnologías emergentes. Además, la falta de gigantes tecnológicos europeos con el poder de Google o Alibaba subraya la brecha en términos de influencia y capacidad de innovación.
Para evitar quedar rezagada en la rapidísima evolución de la cuarta revolución industrial, Europa debe centrarse sobre todo en fomentar el desarrollo de la innovación y la tecnología, más que en su empeño por legislarlo todo. Sin olvidarse de que la automatización y la digitalización están cambiando la naturaleza del trabajo, creando nuevas oportunidades en sectores tecnológicos y destruyendo muchos trabajos tradicionales. Erigirse líder en la reeducación y la capacitación continua para que la fuerza laboral pueda adaptarse a estos cambios y en el desarrollo del modelo de cuatro hélices, son factores clave.
“Las empresas se crean hoy en día con muchos menos trabajadores que hace diez o quince años, siendo posible porque los negocios digitales tienen costos marginales que tienden a cero.”
Superar la fragmentación del mercado interno, dejar de legislarlo todo, reducir la burocracia y el tamaño de la administración pública, enfocar el envejecimiento como un reto económico, la capacitación y el desarrollo sostenible del continente africano, son esenciales para crear un entorno más competitivo y atractivo para que las startups tecnológicas despeguen (y no se mueran al año de comenzar), las empresas puedan aumentar su tamaño y tengamos acceso a nuevos y sólidos mercados.
“Estoy convencido de que el talento, más que el capital, representará el factor productivo crítico debido a su escasez”.
También es preciso hacer una reflexión sobre donde van a parar los cuantiosos fondos europeos ¿Cómo es posible que con el gran apoyo financiero que estos suponen, apenas se generen patentes tecnológicas? La colaboración público-privada a través de oficinas digitales de subvenciones que hagan pedagogía sobre los fondos y ayuden a dinamizarlos para que un mayor número de organizaciones presenten proyectos y se consiga que esas ayudas públicas lleguen al tejido empresarial de forma eficiente.
El éxito de Europa dependerá de su capacidad para innovar, colaborar y liderar en un mundo cada vez más digitalizado y competitivo. Solo así podrá asegurar su lugar en la próxima era industrial. Por tanto, debe empezar a liderar de forma clara la cuarta revolución industrial que está redefiniendo el mundo tal como lo conocemos. Sus implicaciones son enormes, afectando desde la economía global hasta la vida diaria de las personas. Si bien presenta desafíos considerables, también ofrece oportunidades sin precedentes para crear un futuro más sostenible, equitativo y conectado.
“Uber, la empresa de taxis más grande del mundo, no es propietaria de ningún vehículo. Facebook, dueño del medio de comunicación más popular del mundo, no crea contenido. Alibaba, el minorista más valioso, no tiene ningún inventario. Y Airbnb, el proveedor de alojamiento más grande del mundo, no posee bienes raíces”. Tom Goodwin, 2015.