España, Galicia y la eólica marina: una tarea pendiente
La transición energética y la eólica marina flotante deberían ser un punto importante en la agenda de negociación y en los pactos de investidura al tener un impacto directo en el futuro del país, tanto para las generaciones actuales como las futuras
Este ha sido el verano con las temperaturas más altas desde que existen registros, tal y como indican diversos organismos. Según los informes mensuales que elabora el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (Unión Europea) desde 1850, este ha sido el verano con unas temperaturas más altas en más de 150 años. La World Meteorological Organization señaló que este ha sido el periodo de tres meses más caluroso desde que existen datos, con temperaturas sin precedentes en la superficie del mar, que registró en agosto la temperatura superficial más cálida anotada y fue para éste el mes más cálido de la historia. El mar ha batido récords este verano también en España: según Rubén Del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMERT) hemos superado los 24,6ºC, un nuevo récord en su registro. Con estos datos, los científicos confirman los peores pronósticos sobre el cambio climático.
A todo esto, España se encuentra inmersa en un escenario postelectoral lleno de incertidumbre política. Mientras los españoles aguardan respuestas sobre la formación de un nuevo Gobierno tras las elecciones anticipadas, el país enfrenta otra urgencia sin margen para la espera en su decisión: la necesidad de regular y acelerar la transición y la expansión de las energías renovables como parte fundamental de su compromiso con la sostenibilidad, así como la oportunidad de liderar un sector que aportaría más de 9 mil millones de euros entre 2025 y 2030 al PIB nacional, aprovechando que España lidera el número de instalaciones dedicadas a la investigación del sector.
El reciente récord de este verano como el más caluroso registrado en la tierra, subraya la cruda realidad respecto al cambio climático. Esta emergencia planetaria no se detiene ante ciclos electorales; su impacto trasciende las agendas políticas y se cierne sobre cada rincón del planeta. España, un país dotado de un extenso litoral y un vasto potencial de energía renovable, está en una posición estratégica excepcional para liderar la lucha contra este fenómeno global. Sin embargo, esta misión requiere una dirección clara, firme y una acción colectiva sólida.
En este contexto, el despliegue de proyectos de energía eólica marina emerge como una oportunidad clave para España y, en concreto, para Galicia. La aprobación de los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en febrero de este año supuso un paso adelante. Sin embargo, la clave radica en la creación de un marco regulatorio que establezca criterios claros para futuros concursos en el sector. El gobierno ya indicó en el borrador de actualización del PNIEC para 2030 revisado este 2023 que preveía la instalación de 3GW de eólica marina para ese año, además de incrementar el objetivo de aportación de las energías renovables en el consumo eléctrico del 74% al 81%.
El futuro Gobierno debe garantizar que se tomen en cuenta las demandas de las comunidades autónomas impactadas
La importancia de este marco regulatorio no puede subestimarse. Define la manera en que se integrarán los intereses locales y las necesidades de las regiones en la ubicación de estos proyectos. La voz de los ciudadanos debe ser escuchada, y el futuro Gobierno debe garantizar que se tomen en cuenta las demandas de las comunidades autónomas impactadas. Ya no es viable ignorar las inquietudes locales en la toma de decisiones, es hora de construir puentes entre las aspiraciones ecológicas y las realidades cotidianas de los ciudadanos.
Los partidos deben priorizar e incluir en sus acuerdos políticas e iniciativas legislativas que permitan desarrollar tecnologías como la energía eólica marina en un contexto donde el pacto, la negociación y el entendimiento se presentan como una condición sine qua non en el panorama político. Tienen la obligación ante la situación de extrema necesidad climática, de impulsar medidas concretas que incentiven el desarrollo de un sector que se hace indispensable para la viabilidad energética tanto de la ciudadanía como del tejido empresarial nacional. Y deben alcanzar grandes mayorías para ello, pues la crisis climática es un fenómeno evidente que avanza a velocidad de crucero.
Las empresas promotoras también tienen un papel fundamental en este proceso. Para que los proyectos de energía renovable se conviertan en impulsores del desarrollo local, deben ir más allá de los beneficios ambientales y económicos a gran escala. La creación de empleos locales y la colaboración con las comunidades cercanas son esenciales. Además, la construcción y el mantenimiento de las infraestructuras generarían oportunidades de empleo para los residentes de las áreas circundantes, forjando un claro retorno al territorio, reactivando la industria en zonas en declive, y convirtiendo al país en un referente mundial en el sector eólico.
Desde este punto decisivo, donde convergen política, sostenibilidad y convivencia, la energía eólica marina flotante se erige como una carta de progreso y desarrollo para España. Lamentablemente, la congelación en la formación de gobierno y las diferentes contiendas electorales han supuesto una pérdida de oportunidad tanto en el ámbito renovable, climático como económico. La urgencia es innegable y, a pesar de ser conscientes de que España vive un momento crucial en este proceso de investidura, la transición energética y la eólica marina flotante no puede esperar más y debería ser un punto importante en la agenda de negociación y los pactos de investidura, al tener un impacto directo en el futuro del país, tanto para las generaciones actuales como las futuras. Cada día de inacción supone dejar pasar una oportunidad inmejorable para liderar en energías limpias y estimular el crecimiento económico. El tiempo apremia, y España, con Galicia a la cabeza, está en una posición única para liderar un sector diferencial, por lo que debemos activarnos cuanto antes e ir todos los estamentos -sociales, económicos y políticos- en la misma dirección: impulsar la transición y, en concreto, la implantación de la eólica marina flotante.