El espectáculo continúa

Una investigación que ha revisado 180 estudios científicos señala que 1.000 millones de personas podrían perder la vida de forma prematura en el próximo siglo debido al cambio climático asociado a la actividad humana

Daños en efidicio de Burriana (Castellón) provocados por un "reventón húmedo", con vientos de hasta 130 kilómetros por hora provocara la caída de más de 100 árboles, cortes de vía, incendios e inundaciones aunque sin daños personales.

Daños en efidicio de Burriana (Castellón) provocados por un «reventón húmedo», con vientos de hasta 130 kilómetros por hora provocara la caída de más de 100 árboles, cortes de vía, incendios e inundaciones aunque sin daños personales.

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Termina el verano y, tal y como vine empleando el símil en los artículos durante este periodo estival, titulados “Más difícil todavía”, “Pasen y lean”, más los relativos a los hechos específicos, “Ardemos”, “Sequitos” y “Helados”, tras lo ocurrido durante estas fechas, se puede decir que “El espectáculo continúa”. Es más, parece que no ha hecho más que empezar, ya que los expertos indican que nos vayamos acostumbrando, ya que probablemente irá a peor.

Incluso, se puede decir que ha sido el tema de conversación popular y de los medios de comunicación. Empezando por las temperaturas extremas, que han provocado máximas y olas de calor históricas, causando miles de muertes. De facto, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) comunicó que este año han registrado los tres meses más calurosos de su historia.

Al mismo tiempo, de acuerdo con la información del Servicio de Cambio Climático Copérnico (C3S) de la Unión Europea, las temperaturas globales de la superficie del mar han alcanzado máximos sin precedentes por tercer mes consecutivo y la extensión del hielo marino antártico se mantiene en mínimos históricos para esta época del año. Con el consiguiente aumento del nivel del mar, debido al derretimiento de los glaciares, que ha puesto en peligro a las comunidades costeras, como en las islas Maldivas o en las de Panamá. Afectando también a la biodiversidad marina, así como a las propias corrientes oceánicas, que son las que más influyen en el clima de este planeta.

Además, las olas de calor y sequías han afectado a la producción de alimentos en casi todo el mundo, aumentando la escasez y el precio de los mismos. Mientras que los incendios forestales como los de Canadá, con los que encabecé estos artículos, también son los peores de su historia, arrasando más de 3 millones de hectáreas y obligando a evacuar a miles de personas. Lo mismo que en Grecia, donde han afectado al 10% de su territorio, dejando un rastro de más de 100.000 hectáreas quemadas y decenas de víctimas mortales. Más lo ocurrido en Túnez, Italia, Argelia, Portugal o Tenerife en España.

Asimismo, hay inundaciones por doquier, debidas a lluvias torrenciales jamás vistas, como en China, donde han afectado a millones de personas y han provocado importantes daños materiales. Más ahora las de Libia, donde la catástrofe humana por estas causas está siendo apocalíptica. Sin olvidarnos de los huracanes y tormentas tropicales en el Atlántico, que han causado importantes daños en países como Estados Unidos y México.

Las temperaturas globales de la superficie del mar han alcanzado máximos sin precedentes por tercer mes consecutivo

Mientras que, a nivel nacional, las “danas” parece que ya son algo habitual, a pesar de que sus daños materiales y humanos vayan en aumento. Como en la Comunidad Valenciana y Murcia, donde las fuertes lluvias provocaron inundaciones en numerosas localidades, calculándose que más de 2.000 personas tuvieron que ser evacuadas de sus hogares.

Aunque este verano haya sido “solo” el tercero más cálido desde que tenemos datos en España, en cambio, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), se han registrado nada más y nada menos que 552 récords de altas temperaturas durante este periodo estival. Con un agosto en el que no ha llovido ni la mitad de lo normal, convirtiéndose en el octavo mes más cálido de la serie histórica, 1,8 grados por encima de la media entre 1991 y 2020. Incluidas dos olas de calor que, entre ambas, sumaron 16 días, es decir, más de la mitad del mes bajo los efectos de altas temperaturas.

Sin llegar a las más de 11.000 muertes durante el verano de 2022 provocadas por el calor en nuestro país, el calor extremo de este otro verano anómalo ha causado más de 1.800 defunciones, aunque algunas estimaciones casi duplican esa cifra, según Dominic Royé, jefe de Ciencia de Datos de la Fundación para la Investigación de Clima (FIC) y uno de los autores de la aplicación Mortalidad Atribuible en verano por Calor en España (MACE), junto con Aurelio Tobías, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Carmen Íñiguez, de la Universidad de Valencia.

La realidad evidente es que la intensidad de los fenómenos climáticos está aumentando y superando las predicciones de los meteorólogos, quienes están buscando nuevos términos y medidas para hacer frente a estos fenómenos extremos. Los récords de temperaturas y de precipitaciones se están rompiendo cada vez con más frecuencia y se están produciendo fenómenos inéditos, como las ya denominadas “noches infernales”, un fenómeno meteorológico cada vez más frecuente en el que las temperaturas nocturnas no bajan lo suficiente como para permitir la recuperación térmica de los organismos y el enfriamiento de las viviendas o de la vegetación. Lo que puede ser especialmente peligroso para grupos vulnerables, como los ancianos y las personas con problemas de salud, además de aumentar el riesgo de incendios forestales, el desastre de las cosechas y la muerte de animales.

De hecho, según una investigación que ha revisado 180 estudios científicos a este respecto, 1.000 millones de personas podrían perder la vida de forma prematura en el próximo siglo debido al cambio climático asociado a la actividad humana. “Realmente es bastante aterrador, especialmente para nuestros hijos”, dijo en un comunicado Joshua Pearce, profesor de la Universidad de Western Ontario y autor del trabajo, que ha publicado en la revista Energies, junto con Richard Parncutt, de la Universidad de Graz (Austria).

La realidad evidente es que la intensidad de los fenómenos climáticos está aumentando y superando las predicciones de los meteorólogos

Otro estudio científico, en el que se utilizaron datos de más de 300 mareógrafos de todo el mundo, para realizar análisis de tendencias y estimar los niveles extremos del mar en el futuro, indica que la mayoría de las comunidades costeras del planeta sufrirán inundaciones extremas, que antes solo eran una vez cada 100 años, y que ahora ocurrirán cada año, según el supervisor del proyecto, Hamed Moftakhari, ingeniero civil y profesor de la Universidad de Alabama. Algo que en el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), en colaboración con el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), corroboran en la revista Geosciences, destacando que esta subida del nivel del mar, consecuencia del cambio climático, se acelera, pues ya es de 2,8 milímetros al año y también amenaza a las costas de España.

Si no fuera suficiente y sin abordar la escasez de agua o la extinción de especies, un nuevo análisis, firmado por 29 científicos de ocho países distintos, confirma que la Tierra ya no es un lugar seguro por nuestra culpa, ya que la hemos hecho sobrepasar seis de los nueve límites necesarios para que el planeta sea considerado un lugar estable y habitable. Los límites incluyen el cambio climático, la biodiversidad, el agua dulce y el uso de la tierra, y el impacto de los productos químicos sintéticos y los aerosoles. Es decir, dos tercios de estos límites se han superado, lo que significa que el mundo está fuera de un “espacio operativo seguro”, que el peligro de condiciones que desestabilicen la Tierra ha aumentado drásticamente y que es una señal de que los recursos de supervivencia están disminuyendo.

Por desgracia, esto ya lo advertía en otra serie de artículos publicados en esta misma sección hace dos años, titulados “Punto existencial de no retorno” (I, II y III) y “Soluciones” (I, II y III). Como se suele decir, no será por insistencia o información, pero ya sabemos que “no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni sordo que el que no quiere oír”.

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