¿De qué va esto de la sostenibilidad? (I)
La inclusión de aspectos sociales o de gobernanza en el concepto de sostenibilidad refleja la necesidad de ese enfoque integral u holístico, pero en ningún caso debemos ignorar que lo esencial es cambiar de manera radical la forma en que producimos y nuestro trato al medio natural
Sostenibilidad es la palabra inevitable en cualquier evento corporativo o institucional. O citas la sostenibilidad en tu discurso o vas a levantar sospechas. La sostenibilidad está en boca de todos, aunque quizás no tengamos absolutamente claro a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de ella. Sabemos que la sostenibilidad es una necesidad urgente para asegurar la supervivencia de la humanidad, no tanto del planeta que seguirá girando mientras no se apague el sol. A partir de este punto de partida en el que es fácil coincidir, intentaremos acotar el concepto y dar así comienzo a esta serie de artículos sobre Sostenibilidad.
En términos simples, la sostenibilidad se refiere a la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para cubrir sus propias necesidades. Este concepto abarca dos concepciones esenciales. Por un lado, la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero al objeto de mitigar los efectos del calentamiento global. La transición hacia energías limpias y renovables, la eficiencia energética y el uso responsable de los recursos son medidas imprescindibles para lograr esta reducción.
Más allá del objetivo de reducción de emisiones, la sostenibilidad implica la necesidad de un cambio en nuestra relación con el medio natural. Esto incluye prácticas agrícolas sostenibles, conservación de la biodiversidad, protección de ecosistemas y uso racional de los recursos naturales. Abandonar las técnicas de alta productividad agrícola no sostenibles y adoptar métodos que preserven y regeneren el suelo y los recursos hídricos se revela fundamental para asegurar la capacidad de producir alimentos a largo plazo.
Un objetivo en evolución
La preocupación por la sostenibilidad ha ido evolucionando a lo largo de las últimas décadas. La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha sido probablemente la primera manifestación colectiva de la preocupación hacia prácticas de producción más asumibles. Se presentó como una respuesta a la necesidad de que las empresas no se enfocaran exclusivamente en generar beneficios económicos, sino también en provocar un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. Este enfoque se amplió con los criterios ESG (Environmental, Social and Governance), que integran criterios ambientales, sociales y de gobernanza en las decisiones de inversión y gestión empresarial.
La sostenibilidad implica la necesidad de un cambio en nuestra relación con el medio natural
El año 2015 marcó un hito importante con la ratificación de la sostenibilidad como criterio a implantar a nivel global. En ese año, la ONU adoptó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dentro de la Agenda 2030, lo que representó una llamada urgente a la acción global al objeto de erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la paz y la prosperidad. Más recientemente, la Unión Europea ha introducido los European Sustainability Reporting Standards (ESRS), que establecen un marco estricto para los informes de sostenibilidad de las empresas, lo cual debería ayudar a introducir criterios de sostenibilidad en las decisiones de inversión y gestión.
El medio en el centro
A través de esta evolución, observamos cómo la sostenibilidad ha ido abarcando aspectos de múltiple origen, lo que puede estar generando cierta confusión. Se hace coincidir en torno a la sostenibilidad aspectos sociales, de gobernanza y de personal, estrategias para la acción climática pero también para la justica social o la igualdad de género, etc. Es importante entender el porqué de este planteamiento. La magnitud del problema ambiental es tal que exige la sensibilización y colaboración de todos los agentes económicos y sociales. La inclusión de aspectos sociales o de gobernanza refleja la necesidad de ese enfoque integral u holístico. Pero en ningún caso debemos ignorar que lo esencial es cambiar de manera radical la forma en que producimos y nuestro trato al medio natural.
La sostenibilidad debe entenderse sobre todo por esa conjunción de objetivos: debemos reducir la huella ambiental de nuestras actividades y debemos transformar nuestra relación con el medio natural. Esto implica la urgencia de una transformación profunda de nuestros sistemas económicos al objeto de lograr un equilibrio que permita la prosperidad humana en armonía con la Naturaleza con el fin de asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras. Desarrollaremos esta idea en los próximos artículos.