De lobos y eucaliptos

Una inteligente industrialización del monte ofrece muchos más frutos que una visión, quizás un tanto idílica por parte de ajenos, de lo que supone gestionar el monte

Imagen de archivo de un bosque de eucaliptos

Imagen de archivo de un bosque de eucaliptos

Si por sus frutos los conoceréis, tal y como indica el libro sagrado (Mateo 7:16), corregir a la naturaleza tiene sus consecuencias. A la vista está, tanto es así que, para explicar toda la agresión que ejercemos sobre ella, hasta la hemos enmendado tildándola de provocar incluso un cambio climático.

Pero, en ocasiones, el ser humano acierta y consigue, hermanándose con el mundo natural, intervenir para bien. La reintroducción del lobo en el Parque Nacional de Yellowstone pasa por ser “el experimento ecológico más celebrado de la historia”, cuyo éxito se fundó en la mínima intervención humana.

En el año 1926 habían sido eliminados del parque dos especies que se consideraban especialmente dañinas, lobos y pumas. Como consecuencia, la población de ciervos creció exponencialmente, poniendo a su vez en peligro a los árboles caducifolios y a los arbustos. Hubo que reintroducir, eso sí, con sumo cuidado, antiguos depredadores que restituyesen el perdido equilibrio ecológico.

La situación industrializada del monte

Una noticia reciente, parece que, lloviendo sobre mojado, haya pasado un tanto desapercibida, o con poca transcendencia, y, como ocurrió con en el parque estadounidense, supone una muestra más del alterado equilibrio ecológico al que sometemos a nuestros montes. Un último estudio del Instituto Galego de Estatística (IGE) titulado “Caracterización socioeconómica das persoas solicitantes de aproveitamentos forestais”, determina que únicamente el 5% de las personas físicas que solicitaron autorización o realizaron una declaración responsable de corta de madera o talas a la Xunta de Galicia contaba con menos de 40 años. En resumen, uno de cada veinte propietarios es el relevo generacional posible, convirtiendo al envejecimiento y a la falta de relevo generacional en el sector forestal gallego ya en una cuestión estructural. A ello hay que añadir que la media de edad de las personas que solicitan el aprovechar la madera se encuentra en los 65 años para los hombres y los 67 años para las mujeres, siendo uno de cada dos pensionista, y que el 80% de los tenedores asume la gestión de sus parcelas de manera personal, estando el 97% de la superficie en manos privadas. Conclusión: en opinión de Francisco Dans, presidente de la Asociación Forestal de Galicia, “el monte particular está sufriendo un grado de abandono muy preocupante”.

En el debate sobre la situación del monte gallego, faltan razones y sobran opiniones

Por el contrario, se incrementó entre 2019 y 2023 un 41% el volumen de madera cortada por personas jurídicas, revelando un intenso proceso de profesionalización en torno a los montes vecinales, poniendo de manifiesto que una inteligente industrialización del monte ofrece muchos más frutos que una visión, quizás un tanto idílica por parte de ajenos, de lo que supone gestionar el monte.

Los árboles que no dejan ver el bosque

La superficie forestal de la comunidad gallega, según el Inventario Forestal Continuo, pasó de 1.416.000 hectáreas en el año 2011 hasta las actuales 1.457.331 hectáreas. Más superficie y menos gente, agravando todavía más el problema.

Las frondosas ocupan ya un 42% de la superficie forestal y, en los últimos años, el eucalipto ganó 41.000 hectáreas más, ocupando un 28% de la superficie forestal, descendiendo, por otra parte, el volumen de las coníferas.

Sabiendo que en el presente año 2025 acaba la moratoria a la plantación de nuevas superficies de eucaliptos, será imprescindible abrir un debate serio, fundado y con criterios de largo plazo, basado, como mínimo, en los datos obtenidos a través de Inventario Forestal Continuo de Galicia, acerca del futuro que merecen nuestros montes.

En el debate sobre la situación del monte gallego, faltan razones y sobran opiniones. Si en muchas cuestiones de la vida el conocimiento es fuente de certeza, en la explotación del bosque galaico todavía resulta esto mucho más acentuado. Que no nos pase con el monte como a Pinocho, que siendo de madera y queriendo ser un niño, pasó antes por la condición de burro. En la primera publicación del cuento original de Carlo Collodi, lejos de la edulcorada imagen Disney, la marioneta acababa ahorcada en una encina por la zorra y el gato; pero, finalmente, en la versión para niños, su autor, apiadado, lo redimió, convirtiéndose, gracias al hada, en el ansiado niño que tanto deseaba su padre Geppetto. Es lo que tiene la madera, que da o quita vida.  

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