De cuándo aquí

El último informe sobre la balanza fiscal en España pone en su sitio a Galicia; entre ingresos y gastos hay una diferencia negativa de 3.000 millones de euros. Somos una comunidad absolutamente subsidiada. Nada que ver con las florecientes del País Vasco y Cataluña, que esas sí que saben administrarse bien y son merecedoras de un concierto

El expresident de la Generalitat, Pere Aragonès (i) y el nuevo president de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa (d), durante la toma de posesión de Salvador Illa como president de la Generalitat, en el Palau de la Generalitat, a 10 de agosto de 2024, en Barcelona.

El expresident de la Generalitat, Pere Aragonès (i) y el nuevo president de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa (d), durante la toma de posesión de Salvador Illa como president de la Generalitat, en el Palau de la Generalitat, a 10 de agosto de 2024, en Barcelona. Lorena Sopêna / Europa Press

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Está claro que la mecánica cuántica la ideó un gallego; sin duda alguna. Aunque no esté documentado, es casi seguro que Heisenberg, su concebidor, tuvo en la gélida Wurburgo un ama de cría o un ama de llaves, pero ama a fin y al cabo, de origen gallego, y que, en los momentos de recriminación, le habría dicho al señorito Werner, “Neno!, pero ti, como se que che ocorre, pero, de cando aquí?”. Años más tarde, el alemán retomó ese pensamiento enrevesadamente gallego y lo transformó en la confluencia espacio – temporal que rige el subcosmos cuántico, haciendo realidad el dicho de que detrás de todo gran hombre “te hay siempre una gran mujer”. Nuestro galaico dominio del espacio-tiempo rebasando fronteras.

Señales cósmicas

Los signos del próximo apocalipsis ya se están produciendo, haciendo de este ya para nada ferragosto un momento cuántico a considerar. El último informe sobre la balanza fiscal en España pone en su sitio a Galicia; entre ingresos y gastos hay una diferencia negativa de 3.000 millones de euros. Era visto!, somos una Comunidad absolutamente subsidiada. Nada que ver con las florecientes del País Vasco y Cataluña, que esas sí que saben administrarse bien y son merecedoras de un concierto. Que digo de un concierto, de todo un repertorio propio de “Música en Compostela”. Pero eso, no nos va a arredrar, no, y por ello, al grito de “culo fiscal veo, culo fiscal quiero” también debiéramos pedir nuestra propia hacienda autonómica. Nos permitiría ser los referentes europeos de la gestión, y más allá de hacer de la necesidad virtud, nos facilitaría ejercer una actividad muy propia nuestra que es la de saber vivir en la precariedad. Cierto es que no podríamos argüir aquello de “Espanya ens roba”, si somos fieles a los dictados de la ortodoxia financiero-fiscal.

Meu can pillou unha mosca

Mientras tanto, en varios lugares de Galicia, vamos apoyando a la economía local de manera enfebrecida. Nos resulta difícil aceptar al que llega, somos más de irnos que de congeniar con el que viene e incluso se queda, aunque sea un rato, como plasmó visualmente Sorogoyen en su alegato sobre el ideal modelo rústico-urbano. Cosas de señoritos de ciudad.

Un restaurante de Mera en A Coruña comienza una cruzada contra los madrileños, o, por aumentar el espacio, contra los mesetarios. Está claro que somos capaces de distinguirlos a primera vista, seguramente por su cadencia al andar que refleja el movimiento de pies propio de un chotis. Como aquel pescadero que en el mercado de Noya a requerimientos de mi suegro, habiéndole pedido para una paella un tipo de pescado y que, no teniéndolo, le dijo “Sí o sí, que imos sair a faenar para os veraneantes!”. Todo un alarde de mentalidad férreamente anclada en la satisfacción al cliente. Y encima, nos aparcan en los espigones, donde no hay vado permanente. Si no quieren que les suba la marea, pues que no vengan…

A ver si eso de la tan moderna Economía Circular es, en realidad, eso, dar vueltas sobre uno mismo a ver si así nos podemos ver el culo, el fiscal, se entiende.

Pero qué pena, merecida, dan los pobres

Hace ya unos años, surgió un neologismo enormemente ilustrativo obra de una de nuestras egregias cabezas pensantes, la filósofa Adela Cortina. Y así, aporofobia, diferente de xenofobia, dícese y se aplica a aquel prejuicio y consiguiente comportamiento que provoca la aversión e incluso el miedo hacia los pobres, el rechazo ante aquellos que sufren y padecen no sola la miseria, sino también el olvido y la insolidaridad de sus semejantes.

Está de moda ir contra el turismo. Desde que lo descubrieron los pobres, es que no hay a dónde ir, todo está atestado. Viajar, se viajaba antes, sin tanta clase media, incluso baja yendo y viniendo. Y encima, quieren viajar barato… maldición del lowcost.

Esta semana, la red X (nombre muy idóneo por su pornográfica situación actual), la artistada antes conocida como Twitter, asistió a una confluencia cósmica de resultados catastróficos por el choque de dos meteoros, Elon Musk oficiando de casero y Donald Trump en el personaje de realquilado. Todo un festival de exaltación de la justificada diferencia por parte de dos nacidos entre privilegiados algodones que la situación actual de desigualdad ya institucionalizada les ha permitido aumentar todavía más en su distancia con el populacho.

Tiempos los actuales que recuerdan a otros pretéritos que creíamos ya olvidados, como lo expresado en aquella reseña y titular aparecidos en la prensa barcelonesa relatando la tragedia de un accidente ferroviario ocurrido el 24 de junio de 1876, y saldado con una veintena de víctimas, cuando con absoluta convicción se expresó en la cabecera de la noticia que “afortunadamente, todos los muertos eran de tercera”.

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