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¿Cabe territorializar la sostenibilidad? El caso gallego (y V)
La respuesta principal a la crisis climática está siendo la progresiva implantación de fuentes de energía renovable; Galicia es el territorio con una mayor capacidad instalada de energías renovables por hectárea con 26,1 megavatios, una cifra muy superior a los 13,8 de Castilla y León, que es la que produce una mayor cuantía de energía renovable en términos absolutos
Hemos repetido en los artículos anteriores de esta serie que la sostenibilidad es un problema global: entre todos lo causamos y todos lo sufrimos. Ciertamente, ni todos lo causamos ni tampoco todos lo sufrimos en los mismos términos. China es responsable de casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. Si a China le sumamos India, Japón, Indonesia, Irán y Corea del Sur, hablamos aproximadamente del 50% de las emisiones. Es una cifra al menos llamativa pero si la ponemos en términos relativos respecto a la población, vemos que las cosas se invierten y Europa supera ampliamente a Asia en emisiones por persona.
Diferencias territoriales
La Unión Europea es responsable de en torno al 8% del total de gases efecto invernadero del mundo. España causa alrededor del 9% de esa cantidad. Con datos de 2021 del Ministerio de Transición Ecológica, Galicia emite apenas un 3,8% del total español. En 2018, ese porcentaje era del 6,8%. Una reducción tan importante se debe al cierre de las centrales térmicas de As Pontes y Meirama.
Si tomamos emisiones de gases efecto invernadero en kilotoneladas CO2eq, observamos que los 9.344 kt de Galicia representan 31,6 por cada hectárea. Esta cifra contrasta fuertemente con los 101,9 de la Comunidad Valenciana, los 109,3 de Cataluña, los 203,6 de Euskadi y, sobre todo, con los 272,8 kt de Madrid. En lo que se refiere a la contribución al calentamiento global, las diferencias por CCAA españolas son apreciables.
Respecto a los efectos del calentamiento global, estos difieren igualmente en función de las áreas geográficas. El Parlamento Europeo ha difundido unos mapas de consecuencias del calentamiento global según el lugar que ocupa cada territorio. La península ibérica es considerada región mediterránea y las previsiones son que en esta región de Europa se produzca la multiplicación de los períodos de calor extremo, reducción de las precipitaciones y del caudal de los ríos, aumento de las sequías y los incendios, pérdida de biodiversidad, menor rendimiento de los cultivos agrarios, dificultades para la cría del ganado y enfermedades más frecuentes causadas por insectos.
Aunque Galicia participa de esas previsiones, el Parlamento Europeo añade matices para las zonas costeras e incluso para la que llama región atlántica, que recoge la franja cantábrica de la península más el litoral atlántico gallego. Respecto a las zonas costeras, augura aumentos del nivel del mar y de la temperatura de la superficie marina, acidificación del océano, reducción de las comunidades de fitoplancton, así como aumentos de los riesgos para las actividades pesqueras. Sobre el litoral gallego, alerta específicamente de multiplicación de episodios de lluvias intensas, riesgos consecuentes de inundación, y riesgos derivados de tormentas invernales.
Como hemos visto en el artículo anterior de la serie, la respuesta principal a la crisis climática está siendo la progresiva implantación de fuentes de energía renovable. En este aspecto, las diferencias por territorios vuelven a ser abismales. En España, Galicia es el territorio con una mayor capacidad instalada de energías renovables por Ha. Según datos de la Red Eléctrica Española, Galicia cuenta con 26,1 megavatios por hectárea, una cifra muy superior a los 13,8 MV de Castilla-León que es la que produce una mayor cuantía de energía renovable en términos absolutos.
Las cifras de las dos campeonas de generación de renovables suponen un agravio comparativo inaudito con otras CCAA donde apenas han desarrollado capacidad de producción. Madrid y Cantabria apenas alcanzan los 2,9 MV por Ha. mientras Euskadi se queda en 6,6, muy lejos de los 26,1 de Galicia. Si miramos a fuentes concretas, las diferencias incluso se amplían: en hidroeléctrica, Galicia supone el 21,8% del total español por el 1,0% de Euskadi o el 0,6% de Madrid; en eólica, Galicia supone el 12,6% del total instalado en España según las cifras de REE, por un ridículo 0,6% de Euskadi o por un insultante 0,0% de Madrid. Paradójicamente, Euskadi y Madrid son las CCAA más emisoras de CO2 y son también las que realizan un menor esfuerzo para producir energía renovable.
La protección del medio natural
En materia de relación con el medio, las diferencias territoriales vuelven a ser muy significativas. Estamos hablando de circunstancias de alta trascendencia para el futuro de una comunidad como la capacidad de absorción de CO2, el punto de partida de autoabastecimiento agrario, las condiciones de suelos y ríos, la biodiversidad, así como de sus condiciones edáficas y climáticas.
Según un estudio del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña, Galicia se encuentra entre los territorios con mayor capacidad de absorción de CO2, con valores similares a Asturias, Cantabria, Euskadi e incluso Navarra. La franja atlántica presenta unas condiciones que favorecen la producción forestal y agraria, es decir, los hábitats capaces de una mayor captura de carbono. Galicia cuenta con dos tercios de su territorio dedicado a la explotación forestal con lo cual se constituye en un auténtico sumidero de CO2. El problema está en que la especie forestal hegemónica, además de alóctona, exótica e invasiva, es contraria a cada uno de los principios básicos de la sostenibilidad. Los eucaliptos reducen abruptamente la biodiversidad, secan los acuíferos, esquilman los nutrientes de los suelos, favorecen la expansión de los incendios y dificultan el cultivo próximo de otras especies ya fueren arbóreas o agrícolas.
Sobre el punto de partida del autoabastecimiento agrario, Galicia, a pesar de sus positivas condiciones meteorológicas y geográficas, posee un índice de autonomía agroalimentaria minúscula, a larga distancia de cualquier otra Comunidad Autónoma o región europea. Y esto es una hándicap de enorme trascendencia desde el punto de vista de la sostenibilidad, es decir, de la capacidad para satisfacer las necesidades de las próximas generaciones a medida que los efectos del calentamiento global se agudicen. Uniendo las dos principales circunstancias aquí citadas, no hay otra salida que sustituir de manera apremiante las plantaciones de eucaliptos por bosques de árboles autóctonas de fruto para consumo humano (se pueden citar decenas de especies) y por cultivos de cereales, hortalizas, legumbres y oleaginosas.
Las implicaciones del calentamiento global alcanzan a cada territorio del planeta. Hay regiones con una posición más favorable y otras menos. Hay también gobiernos con políticas más decididas y acertadas y otros que siguen viendo la sostenibilidad como un término para incluir en sus discursos y poco más. El juego entre estas dos fuerzas –posición y políticas – propiciará que cada territorio garantice un futuro próspero y sostenible a las generaciones futuras, o no.