Altri no, Agro sí

Si la Xunta hubiese dedicado al olivar en Galicia la cuarta parte de la energía que lleva gastada en Altri, el sector del aceite tendría un futuro esplendoroso en el país

Protestas contra la planta de Altri

Álvaro Ballesteros / Europa Press

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El Pazo de Santa Cruz de Rivadulla, sito en el Concello de Vedra, comarca de Santiago, posee más de 500 olivos centenarios que durante varios siglos se utilizaron para producir aceite. En el corazón de la provincia de A Coruña se dan las condiciones climáticas y edáficas adecuadas para la producción de olivos. También se dan en comarcas de la provincia de Pontevedra, Ourense y sur de Lugo.

A Coruña tiene 7 hectáreas dedicadas a oliva de almazara, la que se cosecha para la producción de aceite. Pontevedra tiene 27 hectáreas. En total, Galicia cuenta con 302 hectáreas dedicadas al olivar. Navarra cuenta con 3.476 has.; Castilla-León, con 6.523; Madrid, 25.010; Aragón, 37.695; Cataluña, 80.640, y así hasta Andalucía, que tiene más de un millón de hectáreas de olivar de almazara.

Agro o eucalipto

Si uno consulta el mapa de distribución territorial del eucalipto en Galicia, observa su implantación hegemónica en prácticamente toda la provincia de A Coruña, en prácticamente toda la provincia de Pontevedra, así como en el norte de Lugo. Es una presencia abrumadora, abafante; en realidad, no es una presencia sino una omnipresencia. Imaginen por un momento que en lugar de esas vastas plantaciones de eucalipto, en las comarcas del centro y sur de A Coruña y de Pontevedra –así como en el sur de Lugo y en Ourense–, se extendieran miles de hectáreas de olivar de almazara. Galicia podría ser una gran productora de aceite, con una potente industria agroalimentaria que generaría empleo y desarrollo rural.

Quizás no haya estado atento pero no soy consciente de que el presidente de la Xunta de Galicia hubiese defendido nunca el desarrollo de una industria del olivar y el aceite en Galicia. Si el Gobierno gallego hubiese dedicado al olivar en Galicia la cuarta parte de la energía que lleva gastada en Altri, el sector del aceite tendría un futuro esplendoroso en el país. Lo mismo, o parecido, podría decirse de cereales como el trigo, la cebada, la avena, el maíz no forrajero, el trigo sarraceno o la espelta; lo mismo, o parecido, se podría decir de frutas como pera, níspero, albaricoque, pexego, nectarina, ciruela, figo, arándano, frambuesa, fresa, naranja, limón, chirimoya, granada, aguacate, caqui, mango , melón, sandía, mandarina o pomelo; lo mismo, o parecido, podría decirse de hortalizas y legumbres como tomate, cebolla, lechuga, calabacín, zanahoria, ajo, coliflor, puerro, guisante, judía, brócoli, pepino, berenjena, alcachofa, calabaza, espinaca, escarola, remolacha, perejil, espárrago, cardo o garbanzo; lo mismo, o parecido, de frutos secos y oleaginosas como nuez, almendra, avellana, anacardo, pistacho o soja.

Uno repasa la información provincial de producciones y cultivos contenida en el Anuario Estadístico del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y le cae la cara de tristeza al observar la cantidad de cultivos agrarios sin apenas producción en Galicia para los cuales muchas comarcas gallegas presentan condiciones perfectas. Son productos que, en primer lugar, forman parte de cualquier dieta de alimentación saludable, productos de consumo básico a incluir en la cesta de la compra, que Galicia tiene que importar masivamente para atender las necesidades de su población. Y son productos, en segundo lugar, que podrían generar una potente industria agroalimentaria capaz de acoger a su vez miles de empleos.

Nuevamente, quizás no haya estado atento, pero jamás he escuchado al presidente de la Xunta defender vehementemente el desarrollo de una industria agroalimentaria en Galicia a partir de los cultivos que he citado antes. En esa lista no está, lo habrán detectado, artículos que sí se producen en Galicia como la manzana, la patata o la castaña. Pero lo cierto es que existe un potencial de crecimiento también de estos cultivos, y que la propia industria gallega, así como los supermercados y la gran distribución, buscan y demandan producción también de más manzanas, más patatas y más castañas. El potencial de desarrollo del producto agroalimentario gallego es simplemente enorme.

Derrotismo o determinación

La respuesta habitual a por qué no se recuperan los cultivos agrarios en Galicia es doble: por un lado, la dispersión y abandono de las tierras; por otro, la falta de personal para trabajar en el campo. Sin embargo, hay experiencias privadas potentes que demuestran esa falacia. Ahí tenemos Panadería da Cunha, por ejemplo, que ha conseguido cientos de hectáreas para el cultivo del trigo; o la onubense ExportSur que ha recuperado el cultivo de fresas, o Kiwi Atlántico, que llevan treinta y cinco años de crecimiento continuo. La recuperación de cultivos agrarios en Galicia es evidentemente posible.

La pregunta, por tanto, sería más bien: ¿por qué algunas empresas pueden recuperar cultivos en Galicia y la administración pública no? ¿Cómo es posible que la Xunta no consiga aunar los intereses de propietarios de tierras, asociaciones y cooperativas agrarias e industria agroalimentaria para la recuperación del agro en Galicia? Quizás sea porque sus prioridades son otras. Tal vez sea porque su foco se concentre en proyectos como el de Altri o en la todavía posible expansión de parques eólicos que amenaza con inhabilitar enormes superficies para cualquier uso que no sea la producción de energía; energía que en una alta proporción no se quedará en Galicia sino que será aprovechada por los mercados vasco y madrileño.

Una nueva pregunta: ¿por qué la macrofábrica de Altri no se ha planteado en Euskadi, Cataluña o Madrid? A nadie se le pasa por la cabeza una cuestión así porque resulta algo absolutamente inconcebible. Los gobiernos de Euskadi, Cataluña o Madrid jamás aceptarían en sus territorios un proyecto como el de Altri igual que tampoco han admitido la implantación masiva de polígonos eólicos. Y no lo aceptarían nunca por una larga y poderosa lista de razones.

Lo que Altri representa

La macrocelulosa que el grupo luso proyecta instalar en Palas de Rei traería graves consecuencias para la comarca de A Ulloa y el conjunto de Galicia. Creo que es una frase que hoy en día suscribiría la mayoría de la población de Galicia. Aun quienes apoyan la iniciativa deben reconocer el riesgo real de que tales consecuencias se materialicen. Nadie puede asegurar que la implantación de la macrofábrica sea inocua para el territorio y su desarrollo.

Primero, afectaría una superficie de 366 hectáreas, equivalente a más de 500 campos de fútbol. Segundo, implicaría una enorme demanda de madera de eucalipto, siendo esta la razón principal para su ubicación en A Ulloa. Tercero, consumiría grandes cantidades de agua y provocaría vertidos contaminantes. Cuarto, tales vertidos serían arrastrados hasta la Ría de Arousa, cuyo ecosistema se vería alterado. Quinto, condicionaría severamente la actividad agraria y ganadera en las llamadas «Terras do Medio». Y sexto, el efecto sobre el paisaje sería devastador, afectando también al turismo, en especial al Camino de Santiago. Ni siquiera los más recalcitrantes defensores del proyecto pueden negar que existe un riesgo cierto de que esta lista de terribles efectos se transforme en una dolorosa realidad una vez la fábrica esté en funcionamiento.

Por si no fuera suficiente, el proyecto implicaría muy importantes inversiones públicas. Las administraciones gallega, española y comunitaria tendrían que comprometer fondos elevados que podrían utilizarse en Galicia para políticas de recuperación del medio rural, regeneración de suelos y aguas, distribución descentralizada de energías renovables o circularidad de procesos agrarios e industriales. Los fondos públicos no son ilimitados y una de las principales funciones, si no la principal, de un gestor público es administrar responsablemente el dinero disponible.

El desarrollo sostenible debe priorizarse sobre proyectos espoliadores que solo traen precariedad y devastación. Galicia merece una política agraria y económica comprometida con su tierra, su gente y su futuro. La manifestación del domingo en Compostela así lo reclamó. Esos miles de gallegas y gallegos que se reunieron finalmente en el Obradoiro clamaron por un agro vigoroso y por un país que defienda sus esencias y su medio. De ahí el título de este artículo: Altri no, Agro sí.

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4 comentarios en “Altri no, Agro sí

  1. Contaminar,lo hacemos al ir a la pelu,compar ropa de mil colores ,ir en Falcon,hacer películas,spot publicitarios…etc.Si es el argumento,quien no contamina?las bombas diarias en toda está locura?eso no contamina ,no?Coherencia señores y empecemos por lo más grave ,por favor

  2. Un economista poñendo no mesmo plano empregos agrícolas e empregos industriais, por non falar do impacto dos productos químicos que se empregan na agricultura. Estou desexando coñecer cal e actividade económica humana que sexa inocua para o medio

    1. Si, dalle, veña, a poñer eucaliptos hasta diante da porta da tua casa, mais ándate con cuidado, porque si veñen tempos de sequía, e a o ritmo que está o aquecemento global non estrañaria que o próximo na nosa terra sexa moi virulento, acabaríase queimando a tua porta, dios non o quiera, mais da non teria remedio. Non pensas que o mellor e prevenir que lamentar?

  3. Dato mata relato, sen ser eu simpatizante do eucalipto: a provincia con máis número de incendios é Ourense, que e a que menos superficie de eucalipto ten, porén na Mariña lucense que hai monocultivo de eucalipto non hai un so incendio . Por outra banda Altri comunicou que o excedente actual de eucalipto e suficiente para cubrir as súas necesidades

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