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No importa el nombre, importa el compromiso
Malia a polarización sobre determinadas denominacións como pode ser a sostibilidade ou as siglas ESG, as empresas deben redoblar a súa aposta polo compromiso coa súa contorna, a loita contra o cambio climático, a igualdade das persoas e a xestión ética e transparente
“Ya no uso la palabra ESG, porque se ha convertido en un arma, tanto por parte de la extrema izquierda como de la extrema derecha”. En junio de 2023, Larry Fink, CEO de BlackRock, admitía que la apuesta por la sostenibilidad, el progreso social y el buen gobierno se había convertido en una causa de polarización política.
Algunos movimientos políticos y sociales permiten pronosticar que soplan vientos en contra de la apuesta por la sostenibilidad y el compromiso de las empresas con el entorno. La aprobación de medidas para avanzar en la Agenda 2030 y los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) ha provocado la reacción en contra de algunos partidos políticos ultras en la Unión Europea y Estados Unidos, que piden su abolición y mismo llegan a cuestionar el cambio climático.
Consideran que la implantación de las medidas de ESG (Environmental, Social and Governance, sus siglas en inglés) y la obligación de presentar la información corporativa en materia de sostenibilidad, de acuerdo con la Directiva (UE) 2022/2464 (CSRD)1 supone más burocracia y un lastre para el crecimiento económico.
Sin embargo, Larry Fink advertía que BlackRock no renunciaba a su estrategia de invertir en valores que tengan entre sus objetivos la reducción neta de las emisiones de gases de efecto invernadero. El mayor fondo privado del mundo y con participaciones en 20 de las 35 empresas del Ibex y otras 36 del mercado continuo español, por un valor superior a los 36.000 millones de euros, mantiene su apuesta por las inversiones sostenibles y la lucha contra el cambio climático.
Lo importante no es el nombre (ESG, ODS, sostenibilidad…) sino el compromiso de las empresas para frenar el calentamiento global, las políticas de buena gobernanza o el respeto al entorno y a las personas. La palabra compromiso define una “obligación contraída” de forma voluntaria por una de las partes, que promete realizar. No se trata sólo de “cumplir la ley”, que es una imposición del regulador a los administrados, sino asumir más responsabilidades, que van más allá de lo establecido en la normativa.
El compromiso en el ámbito económico es un cambio de paradigma en la gestión corporativa. Importa más el cómo se obtienen los beneficios empresariales y para qué que el cuánto. Tiene más relevancia si las compañías son respetuosas con el medio ambiente y el entorno en el que desarrollan la actividad que presentar unos buenos resultados financieros.
Lo importante es el desempeño de las empresas en el desarrollo de su actividad, las medidas adoptadas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la gestión responsable de los recursos hídricos, las medidas para acabar con la corrupción y la gestión fraudulenta, las políticas de igualdad o las relaciones con el entorno.
Pero ese compromiso, esa palabra dada a los grupos de interés con los que se interrelacionan las empresas y a la sociedad en general, debe ser medible, objetivable y que se pueda contrastar por terceros. De ahí la importancia de las certificaciones externas para generar confianza en los consumidores. Dicho en otras palabras, no todo es sostenibilidad y las medidas adoptadas deben contar con un aval o una acreditación de acuerdo con los estándares admitidos por el conjunto de la sociedad.
El esfuerzo por mantener ese compromiso con los grupos de interés produce buenos resultados a largo plazo. Un estudio reciente realizado por Deloitte sobre las principales compañías europeas concluye que hay una incidencia directa entre la mejora de la gestión ESG con los resultados económicos. Además, sostiene que va “más allá de ser una moda pasajera”, porque será una de las variables principales que condicionará la estrategia de las empresas.
El análisis sobre las 27 empresas que han participado en las cuatro ediciones del Atlas Gallego de la Empresa Comprometida también indica que han experimentado un crecimiento global del 18,5% en 2022 en comparación con 2019, con una gran capacidad de recuperación tras la pandemia del año 2020.
Sin duda, la apuesta por el compromiso reporta también otro tipo de beneficios intangibles, difíciles de medir en la cuenta de resultados, como son la licencia para operar en una comunidad o territorio, la credibilidad y la confianza de los stakeholders.
Por tanto, a pesar de la polarización sobre determinadas denominaciones como puede ser la sostenibilidad o las siglas ESG, las empresas deben redoblar su apuesta por el compromiso con el entorno, la lucha contra el cambio climático, la igualdad de las personas y la gestión ética y transparente. Ello le permitirá generar valor y riqueza a medio y largo plazo.
1. Directiva (UE) 2022/2464 del Parlamento Europeo y del Consejo de 14 de diciembre de 2022 sobre la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas.