Actualizado
Por qué Pablo Isla, los Freire y los herederos de Manuel Jove apuestan por el capital riesgo
Una mayor rentabilidad frente a otros vehículos de inversión, las ventajas fiscales y la drástica reducción de las sicavs han allanado el camino para el incremento del número de sociedades de capital riesgo, al que se han sumado algunas de las mayores fortunas gallegas

Pablo Isla, en una foto de archivo, en su etapa como presidente de Inditex, en el concurso de saltos de Casas Novas, en Arteixo. Foto: EFE
El número de sociedades de capital riesgo inscritas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) alcanza las 540, más que el de sicavs, tras experimentar un fuerte crecimiento en los últimos años. A cierre de 2021 había 276, lo que supone un aumento del 95,6% en poco más de tres años. La progresión de las SCR, que han superado en número también a los fondos de capital riesgo, siguió una lógica inversa a la de las sicavs, con la desaparición en masa de estos vehículos de inversión tras el cambio normativo que puso coto a los llamados mariachis. Fue entonces cuando grandes fortunas gallegas, como Sandra Ortega o Jesús Domínguez, uno de los fundadores de Textil Lonia, liquidaron las suyas.
Ahora, las fortunas de Galicia están contribuyendo a la proliferación de las sociedades de capital riesgo. Los herederos de Manuel Jove y dueños de Inveravante crearon Freixo Inversiones, con Manuel Ángel Jove Santos, hijo del fundador de Fadesa, como presidente, su hermana Felipa como vicepresidenta, y Altamar Private Equity como entidad gestora. La familia Freire, dueños de Megasa, también apostó por estas sociedades para mover su capital. Elena y María Montalvo Freire, nietas del fundador de la siderúrgica, Bartolomé Freire Lago, e hijas de María Petra Freire Arteta, crearon Fariway Investments, gestionada por GVC Gaesco. Incluso el expresidente de Inditex, el madrileño Pablo Isla, impulsó Tilo Inversiones, con la que había invertido 6,4 millones a cierre de 2023 y había adquirido compromisos de inversión por valor de 17,5 millones.
No parece, sin embargo, que haya una relación entre la apuesta de estos grandes patrimonios por el capital riesgo y la extinción masiva de sicavs, pues las únicas conocidas eran las de Manuel Jove, Doniños y Bourdet, y las liquidó ya en 2016, mucho antes del cambio normativo. Sin embargo, todos consideraron las SCR como un instrumento adecuado para mover su dinero.
Rentabilidad sin ‘mariachis’
Estas sociedades presentan como principales atractivos las ventajas fiscales y la posibilidad de obtener mayores rentabilidades que en otros vehículos de inversión, y como contrapartida que están muy reguladas y acarrean ciertas limitaciones y obligaciones de reporting a la CNMV. Están pensadas para favorecer la inversión alternativa mediante la toma de participaciones temporales en el capital de empresas de naturaleza no inmobiliaria ni financiera que no coticen en el primer mercado de bolsas de valores o en cualquier otro mercado regulado. El folleto de lanzamiento suele establecer el periodo de inversión y los objetivos de rentabilidad, que pueden conseguir o no.
Son sociedades de tipo cerrado, es decir, la desinversión se produce de manera simultánea al final de la vida del vehículo inversor, que debe tener el 60% de su activo en participaciones de entidades de capital privado (coeficiente obligatorio). Los partícipes contraen obligaciones para realizar aportaciones en lo que se conoce como llamadas de capital, manteniendo, de manera general, las mismas participaciones. Al tener un periodo de inversión determinado, obligaciones para no desinvertir y limitaciones en la toma de participaciones, son vehículos más rígidos que las sicavs. Eso sí, no hay un número mínimo de socios ni necesidad de mariachi alguno. Este elemento, sumado a la fiscalidad, hace el capital riesgo atractivo para los grupos familiares.
Las ventajas fiscales
Las SCR son aptas para aplicar los beneficios del régimen de empresa familiar, que facilita la exención en el Impuesto sobre el Patrimonio (IP) y reduce en un 95% la base imponible del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Explica Garrigues que «para que los socios puedan aplicar estos beneficios del régimen de empresa familiar se requiere, entre otros requisitos, que la sociedad en la que participan directamente no tenga por actividad principal la gestión de un patrimonio mobiliario o inmobiliario, es decir, que la mayoría de su activo no esté constituido por valores o por activos no afectos a actividades económicas», además de demostrar una participación de al menos un 5% de una SCR. El régimen de empresa familiar también permite la exención en el impuesto de solidaridad a las grandes fortunas.
La fiscalidad especial de las sociedades de capital riesgo les permite recibir dividendos con una exención del 95% y hasta del 99% en las plusvalías generadas con las inversiones siempre que cumpla determinados plazos. La normativa está pensada para asegurar que la toma de participaciones sea a largo plazo, con un mínimo de dos años.