Sonia Zaragoza, directora de la cátedra Jorge Juan en Ferrol: «Así nunca vamos a tener un Nobel»
La doctora en Ingeniería Industrial y profesora en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Ferrol (EPEF) aboga por tender puentes entre el mundo académico y el empresarial y apuesta por la transferencia de conocimiento
La transferencia de conocimiento entre las universidades y las empresas copa la nueva edición de los Desayunos de Red Mundo Atlántico para Alda Hotels. La doctora en Ingeniería Industrial y profesora en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Ferrol (EPEF), Sonia Zaragoza, ha sido la protagonista en este nuevo encuentro en el que se han repasado las asignaturas pendientes a las que se enfrenta el país a la hora de dar el empujón definitivo a las tareas de investigación.
Según la especialista en eficiencia y gestión energética mediante plataformas incloud en smart industries y directora de la cátedra Jorge Juan en el campus industrial de Ferrol, empresarios e investigadores «se necesitan mutuamente». Las aportaciones desde el mundo académico encuentran fuera de esta esfera su espacio para pasar de investigaciones a innovaciones capaces de moldear el mundo y revolucionar procesos productivos.
Sonia Zaragoza ha puesto como uno de los ejemplos más significativos en este sentido a los galardonados con el Premio Nobel de Física en el año 2014. Se trata de los investigadores japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura por el desarrollo del LED de color azul, una nueva fuente de luz eficiente, duradera y amigable con el medio ambiente gracias a su menor desperdicio de energía.
Las tareas por resolver con la investigación
Sin embargo, estas actividades en materia de investigación y su posterior transferencia al sector empresarial cuenta, a juicio de Zaragoza, con una serie de condicionantes que juegan en su contra. «La ciencia se considera un lujo», lamenta Zaragoza. Y es que el equipamiento científico cuenta con un IVA del 21% que solo es deducible meses después previa presentación de un certificado cuyo coste tanto en términos económicos como de tiempo disuade a muchos de hacerlo. «No tendremos nunca un Premio Nobel si seguimos así», ha advertido Sonia Zaragoza.
A estos atrancos en materia de investigación se suma la escasa dotación presupuestaria por parte de España. No en vano, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que el país invirtió 19.325 millones de euros en actividades de investigación y desarrollo (I+D) a lo largo de 2022, lo que representa apenas un 1,44% del PIB. El porcentaje se queda corto si se compara con el 5,56% de Israel, el 4,93% de Corea del Sur o el 3,78% de Taiwan, que lideraban el ranking mundial en este apartado según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) correspondientes al año 2021.
Estados Unidos (3,46% del PIB), Japón (3,3%), Alemania (3,13%) o Reino Unido (2,93%) duplican en dotación presupuestaria en I+D a una España que también se queda lejos del 2,15% dedicado, de media, por los 27 países que conforman la Unión Europea. Pero a estas estrecheces económicas se suman también otros factores que complican el florecimiento de estas investigaciones y su posterior aplicación en casos prácticos.
«Los investigadores somos sometidos a evaluación cada seis años», ha explicado Sonia Zaragoza, autora de de cinco libros sobre temática energética y en publicaciones como Applied Energy, Energy Reports, DYNA, Ocean Engineering, Mathematics o el International Journal of Sustainability in Higher Education.
En este particular examen se examinan las cantidades de papers recogidos en unas revistas científicas en las que el sector se topa con otra dificultad añadida: «No puedes publicar datos confidenciales de empresas», asegura Sonia Zaragoza, en referencia a las restricciones a la hora de hacer públicos detalles que pudiesen ofrecer pistas a la competencia.