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Así será el sistema eléctrico tras la descarbonización: más energía eólica y solar y un 30% menos de demanda
Un estudio realizado por profesores de la Universidad de Vigo e incluido en el último informe de coyuntura del Foro Económico señala que la generación eólica deberá multiplicarse por 6 y la fotovoltaica por 24 en estas casi tres décadas
La demanda energética anual en 2050 será de, aproximadamente, 754 teravatios/hora (TWh), lo que supone una reducción del 29,06% con respecto a la demanda actual, que alcanza los 1.063 TWh. Este descenso estaría justificado por la mejora de la eficiencia y por la eliminación de las pérdidas energéticas que se generan en los procesos de combustión.
Así se desprende del estudio Un modelo energético para una economía descarbonizada firmado por los profesores Miguel Rodríguez, Jorge Domínguez y Francisco de Asís López del grupo de investigación GEN de la Universidad de Vigo e incluido en el informe de coyuntura relativo al tercer trimestre de 2023 del Foro Económico de Galicia, en el que se analiza cómo será el sistema eléctrico español una vez haya abrazado por completo la descarbonización.
El análisis también apunta que, a nivel nacional, será necesario en estas casi tres décadas multiplicar por 6 la generación eólica y por 24 la fotovoltaica. Las estimaciones toman como referencia los datos de demanda energética de 2019, el último libre de “interferencias externas”, como pueden ser la pandemia del Covid-19 o la guerra en Ucrania.
Simulación de las condiciones del sistema energético
Para hacer estos cálculos el grupo GEN ha desarrollado una herramienta matemática que permite simular las condiciones del sistema energético español en el horizonte del 2050. Según las estimaciones del estudio, el mínimo almacenamiento máximo necesario será de unos 17 TWh, que vendrían a representar aproximadamente el 3% de la demanda energética anual.
Además de ello “será necesaria una sobre planta de 35 TWh para la producción de electricidad, equivalente al 6,5% aproximadamente de la demanda energética anual, para compensar las pérdidas energéticas que se producen con el almacenamiento eléctrico”.
Estas previsiones dependen, según apunta el estudio, del perfil meteorológico del año considerado. En caso de que los cálculos se hagan para un mal año para la generación de este tipo de energía, como por ejemplo el año 2016, las necesidades de mínimo almacenamiento máximo se duplican, alcanzando los 55 TWh aproximadamente, que representa un 9,5% aproximadamente de la demanda energética anual.
Planificación energética sostenible
Para hacer una planificación energética sostenible atendiendo a los criterios ESG (medioambiente, sociedad, gobierno) de acuerdo con las directrices de la Comisión Europea los profesores de la Universidad de Vigo destacan la necesidad de hacer una serie de reflexiones, como la ausencia razones para que la producción eléctrica se concentre en determinadas zonas geográficas como en la actualidad.
Entre otras ventajas, una distribución más equitativa de la producción “contribuye a una transición más justa” de acuerdo con las prioridades del Pacto Verde Europeo al reducir la concentración de impacto en determinadas regiones y reduce las necesidades de incrementar las líneas de transporte eléctrico.
Sin producción de hidrógeno
Los cálculos realizados por el grupo de investigación no prevén la exportación de hidrógeno. La previsión de 35 TWh es la necesaria para actividades de almacenamiento y como vector energético de medios de transporte mente electrificables (aéreo, marítimo, camiones de gran tonelaje).
“Si incluyésemos su exportación, deberíamos ampliar todavía más las instalaciones de energía renovable, y con ello sus impactos. No parece razonable pensar en la posibilidad de exportar hidrógeno hacia otros países, teniendo en cuenta además que el impacto del cambio climático en el horizonte del 2050 incrementará todavía más el elevado nivel de estrés hídrico en España (imprescindible para producir hidrógeno, y que además debe ser de gran pureza), exponen.
El informe recuerda que, siguiendo las recomendaciones del Pacto Verde Europeo, la transición energética debe ser justa, atendiendo a los intereses de las comunidades locales. Por ello, y para evitar un rechazo social al nuevo sistema energético ante el “colosal incremento” de las instalaciones, es necesario buscar formas de “socializar los beneficios socioeconómicos” de las infraestructuras renovables, como pueden ser el autoconsumo o las comunidades energéticas (entre hogares y actividades económicas locales).