Actualizado
Alcoa, Alúmina, Ferroatlántica… Pérdidas millonarias y fábricas paradas en la gran industria gallega
Ferroatlántica afronta los tres últimos meses de su ERTE en Sabón mientras Alcoa se prepara para reactivar el 6% de las cubas de su planta de aluminio de San Cibrao y suspira por una bajada del gas para elevar la producción de alúmina
La crisis energética deja cicatrices todavía visibles en la gran industria gallega. Las dos plantas de Alcoa en San Cibrao (la de alúmina y la de aluminio) o la de Ferroatlántica en Sabón ya miran a 2024 para poder recuperar paulatinamente su ritmo de producción tras dos años al ralentí o directamente paradas como consecuencia de la escalada del precio de la electricidad.
En el caso de Alcoa, su planta de aluminio ya prepara el terreno para arrancar motores de nuevo en el arranque de 2024. Las instalaciones permanecen sin actividad desde finales de 2021 y, tras dos años de parón, está previsto que a comienzos del año que viene comiencen a operar alrededor del 6% de sus cubas de electrólisis.
La propia directora financiera de la multinacional, Molly Beerman, aventuraba en una conferencia organizada por Morgan Stanley que «es un reinicio muy lento» el previsto para estas instalaciones. En la hoja de ruta de Alcoa, que elevó de 103 a 191 millones de dólares la inversión puesta en marcha para la reactivación de la factoría de A Mariña Lucense, contempla que esta planta tenga operativas un total de 32 cubas en abril de 2024. No será hasta octubre de 2025 cuando las instalaciones comiencen a operar al 100% de su capacidad, según ha avanzado Alcoa.
La multinacional había amarrado PPAs (contratos de suministro de energía a largo plazo) con Greenalia y Endesa para cubrir el 75% de sus necesidades energéticas en San Cibrao. Sin embargo, parte de estos parques han naufragado en el proceso de obtención de las declaraciones de impacto ambiental, de modo que la compañía rebaja ahora este porcentaje hasta el 50%. Es por ello que, según deslizó Beerman en la conferencia organizada por Morgan Stanley, los esfuerzos se centran ahora en amarrar nuevos contratos para cubrir el 50% restante.
De la electricidad al gas
Alcoa se ha visto lastrada no solo por la escalada del precio de la electricidad que ha tenido lugar en los últimos años. La firma que preside Roy Harvey ha encajado también el golpe por la vía del gas que alimenta a su planta de alúmina de San Cibrao. Esta opera al 50% de su capacidad desde hace más de año y medio y viene de cerrar el ejercicio 2022 con pérdidas millonarias.
Y es que, pese a que su cifra de negocio se elevó desde los 435 millones de euros registrados en 2021 hasta los 496 millones de 2022, la subida de los gastos de explotación de 212 a 458 millones ha provocado unos números rojos por valor de 301 millones de euros. La cifra contrasta con los 30 millones que Alúmina Española se había anotado en pérdidas en 2021.
Si en la planta de aluminio la prioridad está en cerrar nuevos PPA para poder elevar gradualmente la producción, en el caso de Alúmina Española, por el contrario, su evolución queda ligada a la cotización del gas. En este sentido, Mike Ferraro, CEO de Alumina Limited (socia de Alcoa en esta planta), indicó recientemente que “en San Cibrao, si hay estabilidad y precios más bajos del gas, esperamos un aumento de producción”.
Ferroatlántica y su búsqueda de los PPA
Situación similar a Alcoa con su planta de aluminio vive Ferroatlántica en Sabón. La compañía decidió paralizar su producción en la factoría gallega en verano de 2022 y en los meses posteriores acordó con los sindicatos un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). Ferroatlántica alegó razones de carácter «organizativo y productivo» para abordar una medida que estará vigente hasta el mes de diciembre y que afecta a un máximo de un 75% de la jornada anual de los trabajadores de las plantas de Sabón, Boo (Cantabria) y Monzón (Aragón).
Sin plazos ni calendario esbozado sobre un hipotético reinicio, Ferroatlántica se encuentra a la búsqueda de un contrato de suministro de energía para poder abaratar su factura energética en Sabón y recuperar así la producción de silicio metal en estas instalaciones. La firma había logrado un acuerdo con Villar Mir Energía (filial del Grupo Villar Mir, propietario, a su vez, de casi el 41% de las acciones de Ferroglobe, matriz de Ferroatlántica) para cubrir el 10% de sus necesidades energéticas. Sin embargo, los parques asociados a este PPA se quedaron por el camino en el proceso de tramitación ante la Xunta de Galicia, motivo por el cual la multinacional busca nuevas empresas candidatas para surtir de energía a su planta tanto de Sabón como a la de Cantabria o Aragón.
Celsa Atlantic y el desembarco de los fondos
Además de Ferroatlántica y Alcoa, otro de los grandes representantes de la industria electrointensiva gallega también se encuentra curvas en el horizonte. Se trata de Celsa Atlantic. La compañía con centro de producción en A Laracha asiste «con incertidumbre» a un cambio de manos en su matriz (Celsa).
El grupo de fondos conformado por Deutsche Bank, SVP, Cross Ocean, Anchorage, Golden Tree, Attestor, Goldman Sachs, Sculptor y Capital Group ha tomado el relevo de familia Rubiralta al frente de Celsa después de que el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Barcelona les haya concedido «el 100% del capital de la empresa mediante la capitalización de 1.352 millones de deuda convertible y de parte de la deuda».
La filial gallega de Celsa afronta este relevo en la titularidad de su matriz tras haber cosechado un beneficio histórico por valor de 116 millones de euros en 2022 tras elevar su cifra de negocio un 3%, hasta los 364,7 millones de euros. La reversión de los deterioros por valor de 68,2 millones de euros en el inmovilizado material y en activos intangibles que se había anotado debido al impacto del Covid-19, sumada a la que llevó a cabo en las dotaciones de su participación en Celsa France, la acería de Bayona (Francia), por 63,3 millones de euros, llevó en volandas su cuenta de resultados antes de este cambio de escenario con el desembarco de los fondos.