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Orsted, socio de Repsol en Langosteira, se deja un 35% de su valor en bolsa por la eólica marina en EEUU
El gigante danés comenzó su particular via crucis a principios de mes, tras anunciar importantes deterioros en su cartera de proyectos 'offshore' en Estados Unidos debido a los problemas en la cadena de suministro
Las aguas españolas y, en concreto, las gallegas, acaparan la atención de los grandes promotores eólicos. Con los POEM (Planes de Ordenación del Espacio Marítimo) ya en vigor pero sin que haya todavía una fecha encima de la mesa para definir cómo se articularán las subastas de zonas y megavatios, hasta doce proyectos distintos se han presentado ante el Ministerio de Transición Ecológica con la intención de desarrollar proyectos offshore en la comunidad. Al margen de estos planes, los grandes puertos del territorio también están en el foco de las compañías. En ese ecosistema destaca la multinacional danesa Orsted, que el pasado junio rubricó un acuerdo de calado con Repsol y la Autoridad Portuaria de A Coruña para impulsar el desarrollo de proyectos de esta naturaleza en las costas gallegas y lusas.
El gigante danés no tiene únicamente en mente su desembarco en el sector de la eólica marina en España y Portugal. De hecho, en Europa, solo desde principios de año ha anunciado la puesta en marcha de proyectos offshore en Suecia, Escocia e Irlanda, además de otros relacionados con el metanol verde. No obstante, la bonanza del socio de Repsol en A Coruña no se replica en Estados Unidos, territorio que le está costando un fuerte retroceso en bolsa. Sus problemas allí, de hecho, han puesto el foco sobre las dificultades de financiación para los grandes proyectos verdes.
Los planes en Galicia
En junio, la empresa danesa, Repsol y la Autoridad Portuaria de A Coruña anunciaron un acuerdo que contempla “el desarrollo, construcción, operación y mantenimiento de futuros proyectos de eólica marina flotante” a través del uso “temporal” de infraestructuras del puerto exterior de A Coruña durante las fases de montaje e integración de los aerogeneradores y sus bases flotantes. En esencia, y aunque no trascendió mucho más sobre la letra pequeña del convenio, el pacto entraña que Orsted y Repsol, en calidad de promotores de parques pero no constructores, apostarán por la fabricación y el ensamblaje de los molinos flotantes en Langosteira, a través de alguna de las distintas compañías que están desembarcando con este fin en el puerto exterior.
Tan solo dos semanas después, Orsted ahondó en sus relaciones con la industria gallega con el anuncio de que el astillero de Navantia en Fene construirá 77 monopiles para el parque Báltica 2, que promueve junto con el grupo energético polaco PGE en el Mar Báltico, con la previsión de que esté en marcha en 2027 con una capacidad de generación de 1,5 MW.
Problemas en Estados Unidos
Pero no todos los proyectos del grupo presume de ser el “líder mundial en eólica marina” discurren de forma tan aparentemente tranquila. De hecho, los problemas de su cartera en Estados Unidos son la causa principal del descalabro que la corporación experimenta en bolsa desde principios de mes. Un dato lo evidencia. Su cotización actual se ha derrumbado un 35% comparada con la que presentaba a principios de año y su capitalización bursátil habría pasado de unos 36.600 millones de euros al cambio a unos 23.500 millones.
Su particular via crucis comenzó el pasado 30 de agosto, cuando lanzó un comunicado en el que concedía que sus proyectos de eólica marina en EEUU, Ocean Wind 1, Sunrise Wind y Revolution Wind, estaban viéndose “afectados negativamente por algunos retrasos de los proveedores”. La firma advertía de que había “llegado a la conclusión de que existe un riesgo cada vez mayor en la capacidad de estos proveedores para cumplir sus compromisos y los cronogramas contratados”. “Esto podría crear efectos en cadena que requieran removilizaciones futuras para finalizar la instalación, así como posibles retrasos en los ingresos, costos adicionales y otras implicaciones”, admitía. Según expuso, los retrasos en la cadena de suministro generarían unos deterioros de valor de hasta 5.000 millones de coronas danesas, unos 671 millones de euros al cambio.
Pero los impactos no quedan ahí. Orsted indicó que, además, se está encontrando con dificultades en sus negociaciones con “las partes interesadas federales” para conseguir calificaciones adicionales del ITC (Investment Tax Credit) sobre dos de sus parques. “Seguimos participando en conversaciones para calificar créditos fiscales adicionales más allá del 30%”, explicaba, alertando de que si las conversaciones no eran fructíferas, los deterioros por esta causa podrían llegar a los 6.000 millones de coronas danesas, algo más de 800 millones de euros.
Por último, en el catálogo de contratiempos de su negocio estadounidense, Orsted también llamó la atención sobre el aumento de los tipos de interés en el país. “Si se mantienen en el nivel actual, a finales del tercer trimestre se producirán deterioros de aproximadamente 5.000 millones de coronas”, indican. Otros 670 millones de euros más.
Financiación para las renovables
La situación derivó en que el 30 de agosto, la acción de la compañía se derrumbó un espectacular 24,76% en la bolsa de Copenhage. La tendencia bajista ha continuado en lo que va de mes, motivo por el cual desde principio de año, las acciones del gigante ha perdido el 35% de su valor.
Esta misma semana, el consejero delegado de Orsted, Mads Nipper, indicó que los objetivos eólicos pretendidos en Estados Unidos por el Gobierno de Joe Biden son “posibles, aunque no fáciles”. Así, insistió en que la subida de los tipos de interés “están teniendo un impacto muy dramático en las renovables porque el combustible de la industria renovable es el capital”. “No necesitamos gas ni petróleo ni carbón. Es capital, y eso, de la noche a la mañana se ha encarecido significativamente”, insistió.