Adiós al sueño de Rosalía Mera: la muerte de peces quiebra la mayor planta de abalón de Europa

El juzgado abre la fase de liquidación de Galician Marine Aquaculture

Visita de empresarios chinos a la planta de Galician Marine Aquaculture en Muros

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El Juzgado de lo Mercantil número 2 de A Coruña ha abierto la fase de liquidación de Galician Marine Aquaculture, el proyecto que impulsaron Rosalía Mera, cofundadora de Zara y primera mujer de Amancio Ortega, y la Xunta en Muros (A Coruña) para cultivar abalón, un cotizado y caro molusco conocido como oreja de mar. Mera, entonces la mujer más rica de España –tras su fallecimiento en 2013 lo es su hija, Sandra Ortega— llegó a controlar un 30% de la sociedad, que contó con el apoyo del Gobierno gallego a través de préstamos millonarios canalizados a través del Igape. La idea no era solamente la puesta en marcha de una planta pionera, sino también reactivar la acuicultura tras años de parón.

El proyecto dio muchas vueltas sin llegar a conseguir la viabilidad técnica y económica necesaria. Tras una fase experimental, las instalaciones comenzaron la producción industrial en 2011 y mantuvieron actividad durante algo más de una década. Los dueños aseguraban que se trataba de la planta de oreja de mar más grande de Europa, pero a partir de 2020 cambió de estrategia y se pasó al cultivo de rodaballo. Un grave episodio de mortalidad en la piscifactoría en junio del año pasado dio el golpe de gracia a la empresa, que ya atravesaba por dificultades financieras.

En esta última etapa, el capital estaba conformado por tres socios: Profand, con un 24% del capital; la lusa Flatantic Actividades Piscícolas (la antigua Acuinova que se hizo con la planta de rodaballo de Pescanova en Mira), con un 23%; e Inveracum, una sociedad vinculada a la consultora Sace, con el 53% de participación.

La caída de Galician Marine Aquaculture

La quiebra de Galician Marine Aquaculture se precipitó el pasado verano. El 15 de junio, el consejo de administración presentó el preconcurso de acreedores con la intención de iniciar un proceso de negociación con los acreedores para reestructurar la deuda. Las últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil dan cuenta de las dificultades financieras que atravesaba la empresa, con un agujero patrimonial de 2,3 millones y unas pérdidas de más de un millón de euros a cierre de 2022.

«La sociedad presenta al 31 de diciembre de 2022 un fondo de maniobra negativo por importe de 3,02 millones de euros. No obstante, debe tenerse en cuenta que las previsiones de la Sociedad contemplan un desarrollo favorable del negocio en la medida en que se espera que se cumplan las ventas contempladas en su Plan de Negocio, el cual está soportado principalmente por un contrato de suministro formalizado con uno de sus socios, Flatlantic Actividades Piscícolas hasta el año 2032», explicaba entonces la compañía.

La posibilidad de negociar con los acreedores saltó por los aires un mes después del preconcurso debido a la muerte de peces en las instalaciones de Esteiro. Los socios deciden presentar el concurso de acreedores, que se materializó el 7 de septiembre. Este abril, el Registro Mercantil recogía el cese del consejo de administración y la apertura de la fase de liquidación.

Fuentes empresariales explican que la planta, pese a desarrollar su actividad centrada en el rodaballo en los últimos años, nunca consiguió la viabilidad técnica necesaria.

La deuda de GMA

A cierre del ejercicio 2022, Galician Marine Aquaculture tenía una deuda de 5,6 millones, según sus cuentas anuales. El grueso estaba formado por dos préstamos otorgados por entidades financieras de 950.000 euros y 1 millón de euros en los años 2018 y 2019, junto a lo que restaba por devolver de los préstamos concedidos por la Xunta y el Sepides. El Gobierno gallego concedió 2,4 millones a través del Igape para el arranque de la actividad industrial en Esteiro y Xesgalicia otros dos préstamos participativos, mientras que el Sepides concedió un crédito de 795.000 euros con garantía hipotecaria sobre los terrenos donde se ubica la planta, de una superficie de 25.000 metros cuadrados.

Los propios socios también hicieron aportaciones para sostener el proyecto, de tal manera que las deudas con empresas del grupo ascendían a 1,4 millones. Profand, proveedor de Mercadona y una de las mayores compañías gallegas por facturación, aportó tres préstamos participativos, el más relevante de 250.000 euros, a los que se sumó una aportación de 269.000 euros durante el ejercicio 2022. La lusa Flatlantic puso otros 234.000 euros sobre la mesa en el mismo curso, mientras que Inveracum formalizó un préstamo de algo más de medio millón de euros en 2020.

Profand desembarcó en la oreja de mar en 2005, apenas un año después de que GMA iniciara su actividad a nivel experimental. Entró de rebote, como consecuencia de la adquisición de Frigoríficos Fandiño. A pesar de su larga trayectoria en la empresa, no estaba implicado directamente en la gestión.

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