El legado de Villar Mir en Galicia: la planta de Ferroatlántica, cuatro minas y un aluvión de proyectos eólicos

El Grupo Villar Mir controla un 40% de Ferroglobe, que cuenta con una planta en Sabón así como cuatro minas de cuarzo en Galicia, y promueve más de 100 megavatios en la comunidad a través de nuevos parques eólicos

Villar Mir

Juan Miguel Villar Mir es el máximo accionista de Ferroglobe

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Luto por el fallecimiento de Juan Miguel Villar Mir. El empresario y exvicepresidente del Gobierno y exministro de Hacienda con Arias Navarro ha fallecido este sábado a los 92 años de edad. Su muerte ha sido llorada por el comité de empresa de Ferroatlántica en Sabón, que ha hecho público un comunicado en el que reivindica su legado.

«Mucho de lo que hoy es Ferroglobe se debe a la visión, al trabajo, al esfuerzo y al empeño profesional de Juan Miguel Villar Mir. Como hizo con tantas empresas en su vida, convirtió una pequeña empresa recién adquirida a su matriz, Carburos Metálicos, en el gigante mundial que somos hoy de silicio metal y ferroaleaciones», destacaban los representantes de los trabajadores.

Ferroatlántica, libre de deuda

No en vano, fue fundador y presidente de Ferroatlántica desde el año de su creación (1992) hasta 2010. Durante esta etapa la compañía llegó a controlar una red de tres factorías en Galicia (Sabón, Cee y Dumbría), así como diez minicentrales hidráulicas en los ríos Xallas y Grande y cuatro minas de cuarzo. Villar Mir fue máximo accionista de Ferroatlántica y posteriormente lo sería también de Ferroglobe. Fue en 2016 cuando la compañía anunció su fusión con la estadounidense Globe para crear un líder metalúrgico con casi 5.000 trabajadores en plantilla en el cual Villar Mir manejaba una participación de alrededor del 55% que en la actualidad ha retrocedido hasta el 40%.

Tres años después de esta operación, el plan de ajuste del Grupo Villar Mir ante la montaña de deuda contraída, entre otros, con el fondo buitre Tyrus, forzó una serie de desinversiones que acabaron llegando también a Ferroatlántica. Así, la compañía anunciaba a mediados de 2019 la venta por 170 millones de de euros de su negocio hidroeléctrico y las dos plantas de A Costa da Morte a Sixth Street Partners (que posteriormente revendería estos activos al grupo checo Energo-Pro). Villar Mir ya había intentado vender las centrales hidráulicas por separado al fondo canadiense Brookfield por 255 millones, pero la Xunta de Galicia le negó este movimiento.

Durante esta última etapa, la compañía dio un vuelco a su cúpula y activó un plan de ajuste que le ha permitido lidiar con la crisis del Covid-19 y la desatada por la guerra entre Rusia y Ucrania con unos resultados que en 2022 tocaron su techo tras alcanzar los 422 millones de euros de beneficio neto.

Ferroatlántica convivió el año pasado con un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) en sus tres plantas españolas (la de Sabón, en Arteixo; la de Boo, en Cantabria; y la de Monzón, en Aragón) y despidió el primer trimestre de este año libre de deuda por vez primera en su historia.

De las minas al atasco eólico

Ferroglobe alimenta sus operaciones en el mundo a través de su red de una decena de minas, de las cuales casi la mitad (cuatro) se ubican en Galicia. Se trata de los yacimientos de Serrabal (Vedra y Boqueixón), Sonia (Mañón), Esmeralda (Val do Dubra) y Coto Minero Conchitina (O Vicedo). El primero aportó una producción de 201.000 toneladas a lo largo de 2023, una cantidad que supera a la suma de Sonia (119.000 toneladas), Coto Minero Conchitina (14.000 toneladas) y Esmeralda (10.000 toneladas) juntas. Tan solo la mina sudafricana de Thaba Chueu aportó más toneladas de cuarzo (592.000) que Serrabal a lo largo del año pasado.

Más allá de Ferroatlántica, el Grupo Villar Mir también despliega una carta de activos en el sector energético gallego. A través de su filial Elec Coal VM, el grupo fundado por el empresario madrileño cuenta con dos parques eólicos singulares de tres megavatios de potencia cada uno en A Pobra do Caramiñal y Porto do Son.

A estas instalaciones ya en operación se suman una avalancha de megavatios que tramita pero que se han visto golpeadas por la ola paralizaciones judiciales. Y es que el Grupo Villar Mir recibió declaraciones de impacto ambiental desfavorables para los parques eólicos de A Picota, A Picota II y Vilacoba. Los dos primeros, de 29,4 y 21 megavatios, respectivamente, se proyectaban sobre el concello de Mazaricos. El tercero, controlado por la filial Cartera Vimira 25, pretendía instalar 23 megavatios en Lousame.

Por el contrario, sí recibió luz verde de la Xunta el parque eólico Monte da Croa, si bien su puesta en marcha pende ahora de un hilo después de que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) decretase su paralización cautelar. El proyecto estaba promovido por la sociedad Cartelar Vimira 24 y preveía la instalación de siete aerogeneradores de 27,9 megavatios de potencia entre Dumbría y Vimianzo.

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