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Habla el jefe mundial de Alcoa: «No repetiremos los problemas que tuvimos en A Coruña y Avilés»
Bill Oplinguer, el CEO de la multinacional del aluminio, asegura que el grupo está enfocado en “tratar de hacer viable” el complejo de San Cibrao para propiciar una venta antes de la segunda mitad del año
Alcoa quiere una venta rápida del complejo de San Cibrao en A Mariña lucense y deja claro que, esta vez, no quiere repetir el fiasco de A Coruña y Avilés, que acabó con ambos activos liquidados y con una investigación de la Audiencia Nacional a su último propietario, Grupo Industrial Riesgo, por presunta descapitalización fraudulenta. La noche del pasado miércoles (hora española), la multinacional del aluminio presentó sus resultados correspondientes al primer trimestre de su ejercicio fiscal. El grupo continúa en números rojos. Con unos ingresos de 2.599 millones de dólares, por debajo de los conseguidos en el mismo periodo del año anterior, registró unas pérdidas de 307 millones de dólares. Influyó en el balance los costes asociados al cierre de la refinería australiana de Kwinana, que supusieron unos cargos adicionales de 197 millones de euros.
En la conferencia ante analistas, estos preguntaron a la cúpula de Alcoa cuánto supondría el cierre de San Cibrao si no fuesen capaces de alcanzar una venta favorable. Molly Beerman, vicepresidenta ejecutiva del grupo, indicó que no era posible hacer un cálculo exacto sin tener en cuenta las indemnizaciones aparejadas a un cierre, “algo que es muy difícil de estimar en España”. Así, indicó que, en términos generales, “el cierre de una refinería puede alcanzar un coste de unos 200 millones de dólares”, mientras que el de una fundición se mueve en una horquilla entre los 25 y los 50 millones de dólares, sin contar con las aportaciones para revertir los impactos ambientales.
«Electricidad verde»
Sin embargo, en este punto, el CEO del grupo a nivel mundial, Bill Oplinguer, quiso tomar la palabra, para indicar que, en este momento, era “prematuro” hablar de los costes de un posible cierre en San Cibrao, ya que el grupo está enfocado en una venta. Un traspaso para lo que, apunta, es necesario enderezar la situación económica del complejo antes.
“Estamos enfocados en dos cosas específicamente alrededor de San Cibrao. Uno es la viabilidad, tratar de que el complejo sea viable, y estamos trabajando en una serie de acciones para reducir los costes”, dijo, para puntualizar que esto pasa por lograr unos contratos de “electricidad verde sostenible de bajo coste”. Es decir, para vender, la hoja de ruta trazada de Pittsburgh sigue contando con los parques eólicos pactados con Greenalia y con Endesa que deben aligerar la factura energética de la planta de aluminio primario.
Buscar un comprador viable
“En segundo lugar, anunciamos en este trimestre el lanzamiento de un proceso de venta y seguiremos con él durante el segundo trimestre y veremos su hay compradores viables”, indicó. “Ahora no repetiremos algunos de los problemas que tuvimos en Avilés y A Coruña y, por tanto, nos centraremos en la viabilidad de un potencial comprador”, insistió. “Por tanto, es un poco prematuro en este momento hablar de costes de reducción o cierre. No quiero especular”, zanjó.
En 2019 Alcoa puso en marcha un proceso de puja por la que el fondo suizo Parter se quedó con ambas factorías, siendo elegido por encima de grupos industriales del sector. Menos de un año después, traspasó los dos activos al desconocido grupo industrial Riesgo, que puso fin a la historia de ambas plantas, que fueron a la quiebra. El proceso también salpicó a Alcoa, ya que los representantes de los trabajadores presentaron una querella contra la compañía por la venta que acabó en liquidación, aunque finalmente la causa contra los de Pittsburgh fue archivada al alcanzar trabajadores y multinacional un acuerdo que satisfizo las pretensiones de los empleados en cuando a indemnizaciones.
Cuando en 2021 Alcoa amagó con activar un proceso de venta en San Cibrao, indicó al Gobierno central que quería una suerte de blindaje a través de la SEPI, es decir, que la Sociedad de Participaciones Industriales comprase y revendiese la planta de aluminio primario para quedar el grupo industrial al margen de futuras reclamaciones.
Ahora, los americanos parecen dispuestos a vender y, aseguran, no quieren repetir el fiasco de Alu Ibérica.