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González Soler (Alibérico): “Tanto EEUU como Europa han abandonado su industria, cuando crea empleo estable”
El empresario de origen gallego defiende que España sería “estratégico” tener al menos el 20% del consumo de aluminio garantizado y pide normas que frenen la fuga de chatarra a Estados Unidos y Asia, dejando a grupos sin materia prima

Clemente González Soler, presidente de Alibérico, conversa con Economía Digital Galicia, sobre la situación actual del sector del aluminio en España y Europa. Foto: cedida
A Clemente González Soler hay quien le llama el señor del aluminio. No es para menos. Ingeniero aeronáutico, tras su paso por las históricas Empresa Nacional de Aluminio (Endasa) y Alcan Aluminio, de la que llegó a ser presidente y consejero delegado, en 1996 puso las bases de Alibérico, autodenominado como el primer grupo privado familiar de España y Europa de productos semitransformados de aluminio. En el día a día, uno se encuentra con multitud de productos que proceden de algunas de las 17 fábricas tiene en España: desde la tapa del tarro de mermelada o el yogur, hasta los blíster del Paracetamol. Recién elegido presidente de la Asociación de Empresas Laminadoras de Aluminio en España (Aselam), González Soler habla para Economía Digital Galicia de su sector, de la guerra arancelaria de Trump y de la fuga de la chatarra de aluminio, clave para la circularidad, precisamente a Estados Unidos.
El ejecutivo conoce bien Galicia. En lo personal y en lo empresarial. Vivió en Compostela hasta los 17 años y todavía mantiene relación con sus compañeros del antiguo Peleteiro. No solo posee una participación en el grupo Alumisán, en la capital gallega, también llegó a pujar por las fábricas de Alcoa en la comunidad. Tiene claro que el Gobierno debería garantizar, al menos, que España genere al menos un 20% del aluminio que se consume, como materia estratégica.
Los anuncios este semana de Donald Trump, con la aplicación de aranceles a medio mundo, han trastocado todas las bolsas. ¿Cómo ve la situación?
Estamos en una guerra de aranceles a nivel mundial que yo creo que va a generar cuatro efectos secundarios. Digo guerra de aranceles porque es lo que es. La ha empezado Trump y la van a seguir otros países, con sus planes de acción respectivos. Esto va a generar, en primer lugar, una distorsión de los mercados. En segundo, una pérdida de competitividad para muchas empresas. Tercero, la generación de precios especulativos, y cuarto, por distintos motivos, vamos a empezar a notar una escasez y falta de algunas materias primas. Todo esto independientemente de la inflación y otras cuestiones en las que no voy a entrar. Pero, a nivel práctico y a nivel empresa, va a haber falta de materias primas.
Acaba de hacer referencia. ¿Cómo cree que estos aranceles van a afectar, de forma práctica, a la industria española?
Esta situación, que ahora ha empezado Estados Unidos, creo que deriva de una serie de cuestiones como que en los últimos 20 años, tanto ellos como nosotros, Europa, nos hemos olvidado de una serie de cosas. Precisamente, hemos olvidado nuestra industria; nos hemos olvidado de proteger y defender nuestras materias primas y recursos naturales. Durante 20 años, Estados Unidos y Europa han estado muy contentos de que China fuese la futura gran fábrica del mundo y eso ha sido un gran error. ¿Por qué? Pues porque se ha abandonado la industria, ha ido cerrando y no se ha considerado ni se ha tenido en cuenta las necesidades de materia prima y de recursos frente a situaciones como han sido el Covid, la guerra… Los políticos han estado mirando a otras cosas y no se han preocupado de defender los intereses del país, pensando que la producción y la industria, como digo, se llevarían a la fábrica del mundo, a China. Así que muy mal por Europa; muy mal por Estados Unidos, y muy bien hecho por China, porque durante estos años ha aprendido, ha invertido, se ha instalado y ha generado una industria muy potente.
«Durante 20 años, Estados Unidos y Europa han estado muy contentos de que China fuese la futura gran fábrica del mundo y eso ha sido un gran error»
Usted conoce bien el mercado americano, ya que han tenido allí fábrica durante más de una década…
¿Sabes qué pasa? Que de repente llega un presidente en Estados Unidos que es un empresario. O sea, no es un político, es un empresario metido a la política que se da cuenta de cómo están las cosas y que quiere cambiarlas con un estilo de negociación fuerte y con presión. Yo entiendo lo que quiere hacer Trump, aunque no lo justifico ni, desde luego, estoy de acuerdo con el método. Porque, en el fondo, toda esta política de aranceles, para mí, no es sólo para defender la industria local, sino para tener armas de negociación global para otros temas distintos, porque si quisiera defender la industria, lo haría de otra manera. Efectivamente, nosotros hemos tenido 14 años una fábrica muy grande, de referencia y de 80.000 metros cuadrados en Carolina del Sur y tomé la decisión de cerrarla el 30 de noviembre pasado, justo antes de que empezase el tema de los aranceles. Y, ¿por qué? Pues porque no tenía materias primas ni tenía mano de obra adecuada para contratar. Y esto está en línea con lo que he dicho antes, que es que tanto Estados Unidos como Europa han abandonado su industria, cuando crea empleo estable, trabajos mejor remunerados y es el sector que más ayuda al PIB. Aquí aún no hemos tenido nunca un Trump europeo, pero a lo mejor algún día llegará. Tenemos que espabilarnos, porque las cosas se están moviendo a mucha velocidad.
«Tuve que cerrar una fábrica en Estados Unidos porque no tenía ni materias primas ni mano de obra adecuada»
Hay un tema que lleva tiempo denunciando, y es la fuga de chatarra de aluminio de España a otros países, lo que amenaza la producción del sector metalúrgico. Curiosamente, este producto no está afectado por los aranceles.
Sí, en este momento la gente sólo habla de arancel del acero y del aluminio en Estados Unidos, pero a mí me preocupa más que, en lo que a ellos les interesa, no ponen aranceles. EEUU ha puesto aranceles a todo menos a las chatarras de aluminio, y se está llevando las de toda Europa. Bueno, se están yendo a Estados Unidos y a Asia, a seis países, sobre todo China e India. El pasado año se ha batido el récord de exportaciones de chatarra de aluminio de Europa a seis países asiáticos: 1.270.000 toneladas. Para entendernos, se han llevado chatarras de aluminio de Europa a Asia equivalentes a todo el consumo de aluminio de España en un año. Y lo más grave es que Europa no pone ninguna limitación a esas exportaciones, cuando, por cierto, los países que la reciben tienen impuestos, aranceles y cupos a sus exportaciones de chatarra.
«EEUU ha puesto aranceles a todo menos a las chatarras de aluminio, y se está llevando las de toda Europa»
Es curioso que esto ocurra en un momento en el que se apuesta por la economía circular…
Pues sí. Resulta que montamos una estructura industrial ligada a la sostenibilidad y a la reciclabilidad de los productos y las chatarras que tenemos que reciclar en nuestras plantas de economía circular se las llevan los asiáticos y se las llevan los americanos. Esto no tiene sentido.
¿Cómo está afectando esta situación, concretamente,a su grupo?
Una de las empresas de nuestro grupo, Ibérica de Aleaciones, Idalsa, es la segunda empresa de España en reciclado de aluminio. Tenemos una fábrica, al lado de Zaragoza, desde la que reciclamos 60.000 toneladas al año de aluminio y resulta que, en la actualidad, tenemos problemas para encontrar la materia prima, y la que hay es muy cara. Un dato: estamos hablando de fábricas que trabajan los 365 días del año sin parar, con dos semanas de parada en verano para hacer mantenimiento, pero resulta que desde hace quince días estamos parando los fines de semana porque no tenemos chatarra al precio adecuado. Ante esto, acabamos de hacer una petición. Hace una semana, yo mismo, en persona, he presentado oficialmente a Teresa Ribera un documento que hemos preparado las empresas europeas del aluminio. Y el pasado miércoles se lo di a la secretaria de Estado de Comercio, Amparo López. Lo que hace falta es que Europa haga lo mismo que hacen otros países asiáticos, que nos tienen aranceles y limitaciones.
Oiga, y al margen del tema de la chatarra de aluminio, en España ahora mismo tenemos parada la producción de aluminio primario, con el caso de Alcoa en San Cibrao.
Hay una frase que yo digo mucho, que es que el futuro está hecho de aluminio. Es el material que más está incrementando su consumo anual per cápita. Lo usamos en transporte, en coches, en envases, embalajes. Y lo hacemos por sus propiedades y sus ventajas pero, sobre todo, por su capacidad de reciclarse infinitamente. España comenzó a producir aluminio en 1927, hace 98 años, y lo hizo en Sabiñánigo, en una fábrica que, hoy en día, por cierto, es nuestra, Iberfoil Aragón. En ese momento, el aluminio no se consumía y España y se exportaba a Japón… Esto es muy bonito de contar, porque es la historia del consumo de un país. Luego, entre el 27 y el 50 se fueron creando empresas. Aquí llegamos a tener cinco fábricas de aluminio primario, con una capacidad de producción de 500.000 toneladas al año que, en su momento, era más o menos lo que se consumía en el país, con lo que podíamos ser autosuficientes. Ahora mismo, el consumo estará en 1,3 millones de toneladas al año. Pero, ¿qué ha pasado? Que el consumo se ha disparado y las fábricas de electrolisis se han ido cerrando desde que en el 98 se vendió a Alcoa en grupo Inespal. De las 500.000 toneladas de aluminio primario que se producían, 250.000 se hacían en San Cibrao, 125.000 en Avilés y 125.000 en la Coruña. Estas dos últimas se cerraron y la primera actualmente está parada. Hace dos días Alcoa e Ignis presentaron un proyecto para la reapertura de San Cibrao. Yo lo que creo es que para España sería estratégico, si consumimos 1,3 millones de toneladas de aluminio, tener al menos el 20% del consumo garantizado con producción nacional. Si no, nos quedan las importaciones de aluminio y las chatarras, pero si esas se las llevan a Asia, estamos fritos.
Por cierto, no es ningún secreto que usted llegó a estar interesado, en el pasado, por las fábricas gallegas de Alcoa.
Nosotros en 2016, con un acuerdo con los americanos que entonces estaban en Aludium, hicimos una propuesta. El Gobierno nos planteó comprar las fábricas de Avilés, A Coruña y San Cibrao y dijimos que sí, pero yo puse una condición. A mí me tenéis que dar lo mismo que a Alcoa cuando vinieron a España y compró Inespal. Le dieron una cosa muy importante, que era la garantía de un precio máximo de energía eléctrica para sus fábricas. Esa garantía duró 10 años y, luego, la SEPI le prorrogó esa ayuda cinco años más. Nos dijeron que sí, pero después el asunto no funcionó.
Entiendo por sus palabras que usted toma como estratégica la producción de aluminio primario, claro.
Pienso que España debería tener, como mínimo, cubiertas al 20 o al 25% sus necesidades de aluminio con producción propia y creo que la fábrica de San Cibrao no debería cerrar de ningún modo.
Con Alibérico no fabrica aluminio primario, pero tienen un negocio de lo más diversificado. Cuéntenos.
Alibérico es un grupo de 29 años que hemos creado desde cero y, ahora mismo, está en sectores muy diversos, donde hay muchas barreras tecnológicas. Hacemos todo aquello que es muy difícil. Cuando la gente me pregunta qué hacéis yo digo: “Estamos todo el día contigo”. Nosotros no fabricamos perfiles para ventanas o para puertas, que eso ya hay quien lo hace estupendamente, pero, por ejemplo, si desayunas, la tapa de la mermelada es nuestra. Si te duele la cabeza y te tomas un Paracetamol, el blíster también es nuestros, porque somos líderes en el segmento de pharma. Estamos presentes en el 70% de los edificios singulares de España, en los paneles de las fachadas y si te subes a un AVE, el suelo y las paredes son nuestras. Fabricamos quirófanos para el sector militar… Tenemos una alta gama de productos, que van desde envases, embalajes de farmacia, alimentación, sanidad, construcción. No estamos, eso sí, ni en automoción nin en aeronáutica ni en perfiles de carpintería, para eso ya hay gente muy buena en España y, sobre todo, en Galicia, donde tenemos fueras de serie como son Exlabesa y Cortizo. Nosotros usamos el aluminio, por ejemplo, para el papel del huevo Kinder, que tiene seis micras de espesor, o para los bombones de Ferrero Rocher, de doce micras.
«Hace un tiempo que nos dimos cuenta de que estábamos pasando de un mundo global a un mundo más local, con cadenas de suministro más cortas»
Por cierto, que ustedes han hecho el camino de vuelta a España desde hace unos años, ¿no?
Antes teníamos una política de tener fábricas en todo el mundo, hemos tenido hasta en Brasil y en Australia. Como dije, en Estados Unidos hasta el año pasado. Pero hace un tiempo que nos dimos cuenta de que estábamos pasando de un mundo global a un mundo más local, con cadenas de suministro más cortas, por lo que decidimos centrar el 90% de nuestra producción industrial en España, en vez de estar repartidos por los cinco continentes. En este momento tenemos 17 fábricas. Somos un grupo familiar que cuenta con una tecnología propia y somos un referente mundial en todo lo que hacemos. Acabamos de hacer la cubierta y la fachada del estadio olímpico de Rabat y de todo el aeropuerto de Boston y vendemos en 90 países de los cinco continentes. Ahora apostamos mucho por España y por Marruecos, que desde luego tiene mucho futuro, si continúa el exceso de regulación que hay en Europa.