BYD, el gigante chino que desafía a Tesla, apuesta por Galicia en su expansión por España

BYD amplía su presencia en España. El fabricante de coches chino que sondeó la plataforma logística de la Plisan (Pontevedra) como posible emplazamiento para la planta que finalmente levantó en Hungría, ha cerrado un acuerdo con hasta nueve concesionarios en el país.

De esta forma, la firma se ha asociado con empresas líderes del sector como el Grupo Resnova, que cuenta con una red de más de 35 concesionarios en el noroeste de España, que le permitirá llevar sus vehículos a nuevos puntos de venta en Santiago de Compostela, Gijón o Avilés, entre otros lugares.

Actualmente, según la información disponible en su página web, en la comunidad gallega cuenta con siete puntos de venta: tres en Pontevedra, dos en A Coruña, uno en Lugo y otro en Ourense.

También amplía su presencia en Cataluña al sumarse al equipo de Grupo Vallescar Automoción que abrirá un nuevo concesionario en la provincia de Barcelona. En Aragón, con la unión de Automóviles Sánchez abrirá un nuevo concesionario en Zaragoza.

BYD también crece su presencia en la Comunidad de Madrid con la colaboración de Grupo Gamboa que inaugurará dos centros, uno en Atocha y otro en Rivas-Vaciamadrid.

Gracias a su alianza con Grupo Autopista Sur, Grupo Carretero, Grupo Concesur y Autos Auringis, la entidad crecerá con nuevos puntos de compra de sus vehículos en Valencia, Albacete, Ciudad Real, Valdepeñas, Cuencia y también en Andalucía como en las ciudades de Almería, Granada, Motril y Jaén.

Disputa con Tesla

BYD está en plena batalla con Tesla por hacerse con el liderazgo del mercado de vehículos 100% eléctricos. El año pasado vendió 4,27 millones de unidades, solo 25.000 unidades menos que la compañía de Elon Musk.

La compañía china, que desde 2022 colabora con la histórica Castrosua en la fabricación de carrocerías de sus autobuses eléctricos para España, presentó esta semana su nueva plataforma que permite cargar hasta 400 kilómetros de autonomía de coches eléctricos en solo cinco minutos, casi lo mismo que se tarda en repostar con un coche de combustión normal.