Amancio Ortega versus Bernard Arnault: las seis grandes diferencias entre los reyes de la moda

A las dos grandes fortunas europeas cimentadas en torno a Inditex y LVMH no solo les separan unos cuantos miles de millones en la lista Forbes: tuvieron inicios muy distintos, han creado imperios con filosofías y estrategias de crecimiento diferentes y también muestran un abismo en sus procesos de sucesión familiar

Amancio Ortega y Bernard Arnault

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Amancio Ortega y Bernard Arnault, que es como hablar de moda rápida frente al lujo y la opulencia, Inditex y LVMH, tienen bastante en común: los dos son europeos, ambiciosos, entienden al consumidor mejor que nadie, representan a los únicos magnates de la moda entre las treinta primeras fortunas del mundo y lideran empresas familiares en plenos procesos de sucesión. Hasta aquí, los parecidos, porque las diferencias entre ambos líderes empresariales también son acusadas. Un análisis de los periodistas Brad Stone y Angelina Rascouet sobre el emporio Arnault publicado en la revista Inversión, del Grupo ED, permite dibujar las seis grandes diferencias entre ambos si se miran de frente Amancio Ortega y el dueño de Dior, Givenchy o Louis Vuitton.

El empresario hecho a sí mismo frente al ingeniero

Amancio Ortega comenzó de repartidor en una tienda de A Coruña, donde se había trasladado después de la Guerra Civil con su familia siguiendo a su padre, que era ferroviario. La suya es una historia de superación y comenzar desde cero como pocas se han visto, y en tiempo récord. La primera tienda de Zara abrió en 1975. La madre de Bernard Arnault era farmacéutica y su padre dirigía una empresa de construcción que pertenecía a la familia de su mujer. Arnault se formó como pianista clásico pero decidió que no era lo bastante bueno para hacer carrera, se licenció en Ingeniería y se incorporó al negocio familiar, convenciendo a su padre para que se centrase en el negocio inmobiliario. Ahí comenzó todo para el francés.

Entre el lujo y la moda asequible

Moda rápida al alcance de todos los bolsillos. Esa bien podría ser la tarjeta de visita de Inditex, cuyo fundador, Ortega, pasará a la historia empresarial como el democratizador de la moda. El sistema just in time, dejando parte de la demanda insatisfecha, representó todo un modelo para Inditex, que ha aplicado a prácticamente todas sus cadenas, con variantes. LVMH es sinónimo de lujo, exclusividad y poder adquisitivo. Citar sus enseñas lo dice todo:  Dior, Givenchy, Louis Vuitton, Loewe, Fendi, Celine, Moët & Chandon, TAG Heuer, Dom Pérignon… Porque el mayor conglomerado de lujo del mundo engloba moda, joyería, bolsos, champán, licores y hoteles de alta gama.

Cuestión de tamaño, y de marcas

Forbes atribuye una fortuna de 172.474 millones de euros a Arnault, frente a los 110.000 millones del fundador de Inditex. Pero a ambos no solo les separan los ceros de su patrimonio. También las plantillas e ingresos de sus grupos. Por ejemplo, LVMH tenía 213.000 empleados al cierre del año pasado (Inditex, más de 160.000) y su valor de mercado alcanzó los 368.000 millones de euros, más de siete veces el tamaño de Kering, el propietario de Gucci e Yves Sanit Lauren. La capitalización de Inditex, en récord histórico, supera ya los 150.000 millones en bolsa. Excepto Massimo Dutti y Stradivarius, adquiridas en los años noventa, todas las marcas del grupo textil se idearon y nacieron en Arteixo.

El mercado americano, objetivo o realidad

En los últimos años, LVMH ha puesto en práctica todas las estrategias que tan buen resultado le han dado a Arnault (adquisiciones agresivas, precios contrarios a la intuición, alianzas con famosos…) para hacerse con la marca de lujo más antigua y grande de Estados Unidos: Tiffany & Co. Lejos de esta estrategia, el norteamericano también se presenta como objetivo prioritario de crecimiento en los planes de Inditex. Lo reitera por activa y pasiva su consejero delegado, Óscar García Maceiras, en cada comparecencia. Eso sí, con un crecimiento orgánico, abriendo tiendas, sin adquisición alguna en el horizonte.

Una sucesión pendiente y otra resuelta

El futuro del conglomerado de LVMH sin Bernat Arnault al frente está por despejar. Es todavía una incógnita. El francés peina 75 años, frente a los 88 de Ortega, que ha resuelto en vida su sucesión con el nombramiento de Marta, la benjamina como presidenta no ejecutiva de Inditex. Arnault tiene a cinco miembros de su familia en el grupo, pero todavía no hay dedo que señale un sucesor. Entre los candidatos figuran sus cinco hijos adultos, fruto de dos matrimonios: Delphine, de 49 años, directora general de Christian Dior Couture; su hermano Antoine, de 47 años, y los tres hijos del segundo matrimonio de Arnault: Alexandre, de 32; Frédéric, de 29, director general de las marcas de relojes del grupo, y Jean, de 25, director de relojería de Louis Vuitton.

Dos formas de ser visible

Aunque ambos cuentan con fundaciones, la de Ortega tiene a su mujer, Flora Pérez, como presidenta, y está muy centrada en la tercera edad, con sus residencias, y la prevención del cáncer, con donaciones millonarias a la sanidad pública. Inditex, ya se sabe, apenas hace publicidad. Le bastan sus escaparates y la puntual presencia del comienzo de rebajas. En la actualidad, decenas de famosos trabajan para las empresas de Arnault, copatrocinador además de los recientes Juegos Olímpicos de París. Charlize Theron, Zendaya, Natelie Portman… Incluso Rafa Nadal y Roger Federer llegaron a escalar los Dolomitas nevados para una campaña de Vuitton. 

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