Alcoa calcula un agujero de 550 millones en San Cibrao en tres años

Alcoa estima que las fábricas de San Cibrao generarán un agujero de más de 550 millones de euros en los próximos tres años. Así figura en un análisis financiero que presentó en la reunión de seguimiento del acuerdo de viabilidad celebrada este jueves y en el que estima un flujo de caja negativo de 600 millones de dólares para el periodo 2024-2026. Será a partir de 2027, según la compañía, cuando las plantas de aluminio y alúmina comiencen a generar un flujo de caja positivo.

Este esquema, siempre en base a los análisis de la multinacional, equivale a poner números al rescate de las instalaciones en un momento en el que está buscando fondos europeos y después de que el CEO, William Oplinger, manifestara que no iban a destinar más recursos al complejo de A Mariña. Precisamente, el agotamiento del efectivo es el motivo al que alude la compañía para poner en marcha un proceso de venta exprés, pues prevé que en la segunda mitad de este año se produzca una situación de insolvencia.

La extraña fórmula seguida por el grupo de Pittsburgh de defender que una factoría es inviable y luego ponerla a la venta, esquema que ya puso en práctica en las de A Coruña y Avilés, hace crecer la desconfianza respecto a la operación. De hecho, la propia Alcoa señala en un comunicado que «el éxito del proceso de venta es incierto».

Alcoa prepara ajustes en medio de la venta

Por ello, planteará «próximamente» modificaciones en el acuerdo de viabilidad que pactó con los trabajadores con el objetivo, dice, de asegurar la continuidad de la actividad a largo plazo. «Dichas medidas ayudarán a la viabilidad del complejo independientemente de que la venta llegue o no a término. Entre ellas se incluyen determinadas propuestas tanto en el ámbito de modificaciones del acuerdo de viabilidad como en el ámbito laboral«, dice el comunicado de la multinacional.

La compañía presentará en detalle su propuesta en una reunión con el comité de empresa que se celebrará, previsiblemente, la próxima semana o, a más tardar, en dos semanas. Lo más probable es que los trabajadores muestren, al menos de inicio, su rechazo a cualquier modificación en el acuerdo, especialmente si incluye medidas que afecten al empleo del complejo.