Alcoa ve 100.000 empleos en jaque en EE UU con los aranceles de Trump y pide una «exención canadiense»
El consejero delegado de Alcoa, Bill Oplinger, ha defendido que la imposición de aranceles "es malo para la industria del aluminio en Estados Unidos y es malo para los trabajadores estadounidenses"
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Bill Oplinger, presidente de Alcoa
Alcoa se rebela contra la política comercial de Donald Trump. La multinacional con sede en Pittsburgh ha advertido de que los aranceles que prepara el nuevo Gobierno de hasta el 25% para las importaciones de productos como el aluminio podrían destruir hasta 100.000 empleos directos e indirectos.
«Es malo para la industria del aluminio en Estados Unidos y es malo para los trabajadores estadounidenses», ha lamentado el consejero delegado de Alcoa, Bill Oplinger, durante su intervención en una conferencia sobre minerales y metales. En ella ha precisado que la empresa está intercediendo ante la Administración para, «como mínimo, obtener una exención canadiense» que permita que dos tercios del metal que se consume en Estados Unidos continúen cruzando la frontera sin aranceles.
El ejecutivo de Alcoa ha subrayado que «aún está por determinar si (los aranceles) realmente entrarán en vigor», aunque la compañía asume que habrá algún tipo de sistema arancelario acumulado para el metal que llegue de Canadá, desde donde Estados Unidos importa 2,8 millones de toneladas métricas de los 4 millones de toneladas métricas que adquiere en el exterior.
En este sentido, Oplinger ha advertido de que podrían entrar en vigor dos estructuras arancelarias, incluyendo los aranceles sobre todas las importaciones desde Canadá y México, que en el caso de minerales críticos supondrían un gravamen del 10%, además de una segunda estructura con un arancel del 25% relacionado con los productos de acero y aluminio de todo el mundo, lo que resultaría en un arancel acumulado del 35% al aluminio procedente de Canadá.
«Creemos que es un resultado particularmente malo», ha resumido el CEO de Alcoa, para quien tiene muy poco sentido si hay un arancel diferencial entre Canadá, país en el que la firma cuenta con tres plantas de aluminio, y el resto del mundo.
«Destruirá alrededor de 20.000 empleos directos en industrias de aluminio estadounidenses y podría resultar en la eliminación de 80.000 empleos indirectos en los Estados Unidos, por lo que consideramos que es malo para los Estados Unidos», ha añadido.
Asimismo, en cuanto a la opción de recurrir a la capacidad ociosa de Alcoa en Estados Unidos, el ejecutivo ha recordado que se trata de «una capacidad muy antigua, muy ineficiente, que no se ha utilizado en varios años», por lo que será necesario «hacer los cálculos» para ver si existe la oportunidad de reiniciar dicha capacidad, «pero primero tenemos que determinar compararlo con cuánto tiempo creemos que podrían estar vigentes los aranceles. «Uno de los problemas en torno a la incertidumbre de los aranceles es que es muy difícil tomar una decisión de inversión, incluso en algo como un reinicio, sin saber cuánto tiempo durarán los aranceles», ha explicado.
A vueltas con San Cibrao
Durante su intervención, Oplinger también se ha referido a la situación del complejo de aluminio y alúmina de Alcoa en San Cibrao. Según ha subrayado, las conversaciones «siguen avanzando».
«Tenemos un acuerdo de viabilidad que nos compromete a que la planta esté en pleno funcionamiento para el 1 de octubre», ha indicado, añadiendo que la compañía analizará el mercado de metales y el mercado de energía para encontrar una oportunidad de intentar eliminar algunos riesgos al reiniciar esa instalación, de modo que pueda asegurarse de no correr riesgos a la baja en una situación en la que los precios de los metales puedan bajar en los próximos años.