Nubarrones en el futuro del empleo: tres señales de agotamiento
El año 2018 cierra con casi 210.500 desempleados menos, el menor descenso en cinco años, y la creación de empleo se ralentiza
El año 2018 cierra con datos aparentemente buenos: casi 210.500 desempleados menos, el paro continúa en sus niveles más bajos de los últimos nueve años y se registran más de 19 millones de afiliados a la seguridad social. Sin embargo, el impulso del mercado laboral español empieza a perder fuelle.
Así, muestra varios signos de agotamiento que, mientras que ahora permiten seguir reduciendo el paro y creando empleo, ralentizan la velocidad a la que se hace, lo que puede llevar incluso a que con el tiempo se revierta la tendencia.
Menor descenso en cinco años
En 2018 el paro bajó en 210.484 personas. Pese a que se considera una buena cifra, es la menor bajada en términos absolutos en cinco años. En 2017 el paro cayó en 290.193 personas, en 2016 el descenso fue de 390.534, en 2015 de 354.203 y en 2014 bajó en 53.627.
En términos relativos, la cifra es la menor en los últimos cuatro años. En 2018 bajó el 6,17%, frente al 7,84 de 2017, el descenso del 9,54% de 2016 y el 7,95% menos de 2015.
Freno de la afiliación
A esto se une que, pese a que se superan los 19 millones de afiliados a la seguridad social -algo que no ocurría desde 2007-, la creación de empleo está en desaceleración. De hecho, en todo 2018 los afiliados nuevos fueron 563.965, una cifra menor a la del año anterior.
Así, estos nuevos puestos de trabajo supusieron un crecimiento del empleo del 3,06% respecto a 2017. El año anterior la variación fue superior, del 3,42%, frente al 3,12% de 2016 y el 3,18% de 2015. Todos ellos valores superiores al de 2018.
Bajan los contratos temporales
Lo mismo ocurre con los trabajos temporales. Normalmente la alta temporalidad es sinónimo de precariedad laboral. Sin embargo, también lo es de dinamismo laboral.
Con la llegada de la crisis la mayor parte del empleo que se destruyó fue temporal. Los recortes comenzaron con la no renovación de los contratos temporales. También se frenó la contratación y este modelo de empleo era el más utilizado para añadir nuevos empleados en las plantillas.
Por ello, la crisis tuvo una consecuencia estadísticamente positiva en los datos del empleo: empezó a ganar peso el empleo fijo respecto al temporal. Con la recuperación de la economía y el empleo, España volvió a las andadas y la temporalidad volvió a crecer.
Es por esta tendencia del pasado que el descenso de temporales de 2018, pese a ser un dato positivo por la calidad del empleo, puede ser un indicador negativo, una señal (otra más) de que el empleo se frena.
En 2018 también descendieron los contratos temporales. Sí que es verdad que una parte se hizo en favor de nuevos contratos indefinidos, que llegan a los 144.778, en diciembre, pero otra parte simplemente se pierden.
Los contratos indefinidos cayeron mensualmente desde septiembre de 2018, cuando el número era de 232.768.
De hecho, los contratos indefinidos cayeron mensualmente desde septiembre de 2018, cuando el número era de 232.768. Así en 2018 hubo un menor ratio de contratos temporales frente a años anteriores.
En diciembre se registraron 1.564.853 de este tipo, el 91,53%. El año anterior el ratio fue del 92,07%, en 2016 el 92,80%, en 2015 el 93,24% y en 2014 del 92,79%.
Esto puede indicar un cambio de tendencia en el mercado laboral, en el que, al frenarse la disminución del paro y la afiliación, también se une la destrucción de contratos temporales, como ocurrió al inicio de la crisis económica.
Entre los factores por los que crecimiento del mercado laboral se frena está la desaceleración de la economía, que hace que el crecimiento en España se ralentice, al igual que en el resto de Europa.