Banco Santander: más dividendo a cambio de más recortes
Ana Botín espera convencer a los grandes inversores en Londres elevando la retribución a los accionistas y reduciendo oficinas y empleados en España
Ana Botín y, por extensión, Banco Santander, guardan celosamente la carta con la quieren sorprender al mercado el próximo 3 de abril, cuando, en Londres, celebren el tradicional investor day. Pero este en concreto es especial, porque el banco presentará, por fin, su nuevo plan estratégico 2019-2022.
El 30 de enero, fecha en la que la entidad dio a conocer los resultados de 2018, Botín fue muy cautelosa a la hora de adelantar objetivos para el próximo quinquenio. Se limitó a comprometerse a elevar la rentabilidad a entre un 13% y un 15% (11,7%) en términos de ROTE (Return On Tangible Equity) y a llevar el capital de máxima solvencia a entre el 11% y el 12% (11,47% en diciembre).
Con esta última variable puede jugar el banco. En los últimos años ha aumentado el capital y al mismo tiempo ha elevado la rentabilidad a los inversores tras la drástica reducción del dividendo en 2015, desde los 0,60 a los 0,20 euros. Es hora de que el capital se mantenga por encima de los límites exigidos por los reguladores pero nada más, a cambio de contentar a los cerca de 4,2 millones de accionistas del grupo.
El plan de ajuste de costes del Santander
Nada fuera de lo normal. En estos dos últimos meses, las cosas no han cambiado mucho, pero las perspectivas, sí. Ana Botín tendrá que sacarse un as de la manga para convencer a los inversores de que el sector financiero sigue siendo un mercado atractivo para el dinero.
Para ello, el mercado da por descontado la puesta en marcha de un plan de ajuste de costes, que podría suponer el cierre de un millar de oficinas y la salida de 3.500 personas de la plantilla del banco en España, además de la prevista en Reino Unido y Brasil.
Y, lo más importante, garantizar un aumento de un céntimo de euro anual del dividendo para los próximos tres ejercicios, hasta acabar pagando en 2021 un total de 26 céntimos. Esa es la apuesta de los principales bancos de inversión.
¿Cómo? Modificando el pay out, el porcentaje del beneficio que se dedica a retribuir al accionista. En la actualidad, está entre el 30 y el 40% del resultado. Pero Botín abrió las puertas a que en la junta general de accionistas que se celebrará nueve días después del día del inversor se modifique el porcentaje. Con estas intenciones finalizó su rueda de prensa en Madrid hace un par de meses.
Lo que ha cambiado en el Santander desde enero
Las cosas han cambiado en este tiempo. A finales de enero, el mercado confiaba en una progresiva vuelta a la normalidad de la política monetaria del BCE. Daba por descontada una subida del precio del dinero, aunque mínima, para septiembre. Pero no será así: las desastrosas previsiones económicas para la zona euro y las economías desarrolladas para 2019 han hecho recapacitar a Mario Draghi. No habrá subida este año.
El Banco de España, el pasado miércoles, llevó la fecha del primer movimiento al alza del precio del dinero en la eurozona hasta octubre de 2020 y sólo 10 puntos básicos. Por si faltaba algo, la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central de la primera economía del mundo, anunció que no habrá nuevas subidas en el presente ejercicio. La puntilla para el sector financiero.
Con el euribor en negativo (-0,108, y van tres años así), la economía española creciendo en retirada y la europea bordeando la recesión, no hay posibilidad de que los beneficios bancarios vengan de la parte alta de la cuenta de resultados, donde se concentran el margen de intereses y las comisiones, es decir, el negocio puramente bancario.
En los siguientes renglones, los costes de explotación y las dotaciones para insolvencias, tienen que residir la mejoras. Y de ahí han llegado en los resultados de 2017 y, sobre todo de 2018 en España. No hay mucho más. Bueno, sí, en los resultados por operaciones financieras. Pero eso es deshacerse de algunas joyas de la corona.
El Santander solo piensa en los fondos de inversión
Santander, que en 2018 obtuvo un beneficio de 7.810 millones de euros, sólo piensa en los fondos de inversión, sus accionistas de verdad. La firma de inversión Kepler Cheuvreux recortó a finales del pasado año su precio objetivo tras advertir que Popular no le aportaba nada. Goldman Sachs era más optimista con sus previsiones, pero estaban basadas en una subida de tipos en la segunda mitad de este año que no se producirá.
La entidad, como todo el sector, fue muy castigada en Bolsa en 2018. El valor de sus acciones cayó un 24,3%, cuando el Ibex cedió un 14,97%. Este año empezó con mejor pie, pero a medida que se conocen más proyecciones económicas y más perspectivas monetarias, las cosas se han ido enfriando. Gana un 5,9% de valor en lo que va transcurrido de año, pero cuatro de sus compañeros de Bolsa ya están en números rojos. Todos, menos BBVA.
En cuanto al cierre de oficinas, no es el único. Caixabank tiene en marcha un plan para cerrar 800 sucursales y disminuir su plantilla en cerca de 2.200 personas. Sus máximos responsables lo anunciaron en Londres, en el “Investor Day” a finales de noviembre del pasado año. Casualidades del destino, quizás.