Urkullu, el euskera y el Instituto de la Empresa Familiar: un piloto de cazas acaba pidiendo perdón
Andrés Sendagorta, presidente del IEF, ha pedido disculpas por las leves protestas del lunes al discurso en euskera de Urkullu.
En el pub Sir Winston Churchill, situado junto a la plaza Sagrado Corazón de Bilbao, a unos doscientos metros del Palacio Euskalduna, aun resonaba el lunes cerca de la medianoche la polémica por el uso del euskera que el presidente del Gobierno vasco, Íñigo Urkullu, había hecho esa misma mañana en la inauguración del XXVI Congreso Nacional del Instituto de la Empresa Familiar.
«Ha sido una falta de respeto… Venimos a un congreso y se nos ponen a hablar en un idioma que no conocemos, ha sido una falta de respeto… ¡te lo dice un catalán!», comentaba uno de los asistentes al congreso del IEF, gin-tonic en mano, en el pub Sir Winston Churchill, que el lunes por la noche, tras la cena ofrecida por el organismo, se llenó en cuestión de segundos de decenas de asistentes al evento, todos trajeados.
Quién les iba a decir a los organizadores del potente cónclave empresarial que una aparente polémica infantil por el uso del euskera, algo que no tenía que haber pasado de mera anécdota, iba a terminar con todo un piloto de cazas del Ejército, Andrés Sendagorta, pidiendo perdón.
El rey Felipe VI, el lunes en la inauguración del XXVI Congreso de la Empresa Familiar.
El potente lobby empresarial, del que forman parte los Entrecanales (Acciona), los Del Pino (Ferrovial) o la familia Roig (Mercadona), celebró en Bilbao, en el Euskalduna, entre el lunes y el martes su congreso anual, al que asistieron unos 500 representantes de la empresa familiar española.
Como suele ser tradicional, el Rey Felipe VI inauguró el acto. El presidente del Gobierno vasco no tuvo reparo en esta ocasión de compartir espacio con el Rey, en un momento de elevada tensión política, todos pendientes de una amnistía y de la formación de un Gobierno en el que el PNV tiene mucho que decir.
Todo tenía que haber salido a pedir de boca. Además del logro de juntar al Rey, al Lehendakari y a la gran empresa familiar española sin causar el más mínimo atisbo de alboroto abertzale, el plantel de figuras que iba a participar en el acto, desde la presidenta de Santander, Ana Botín, hasta el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, invitaba a pensar en un rotundo éxito.
Ana Botín, presidenta de Banco Santander, durante su intervención en el congreso del IEF.
Urkullu comenzó su discurso de bienvenida en euskera. Los periodistas, recluidos en la quinta planta del Palacio Euskalduna, entre los que ya se había repartido el discurso del Lehendakari, sabían que tras un largo párrafo leído en euskera, Urkullu traduciría sus palabras al castellano, y que continuaría el discurso en este mismo idioma.
Pero los cerca de 500 asistentes al Congreso, en su mayoría directivos de la gran empresa familiar española, lo desconocían. Y las primeras palabras de Urkullu, en euskera, no fueron solo cuatro términos, sino que se alargó más de lo que cabría imaginar en un mero saludo de bienvenida. Al ver que el Lehendakari no cambiaba de idioma, se escucharon algunos carraspeos, toses, tenues protestas.
Urkullu paró en seco su discurso y lanzó una mirada desafiante al público. Continuó un poco más en euskera y cambió al castellano, con cara de pocos amigos.
Con que se hubiera advertido a los presentes que tras unas palabras en euskera, el Lehendakari continuaría su discurso en castellano, posiblemente no hubiera ocurrido nada. Pero la polémica estaba servida. Porque el Lehendakari se ofendió sobremanera.
«Tienen que pedir perdón», opinaban los adláteres de Urkullu. «Alguien tiene que disculparse», comentó el Lehendakari a su salida.
Andrés Sendagorta, presidente del grupo Sener, que asistía por segunda vez y última al Congreso Nacional del IEF como presidente, no pareció percatarse en un principio de la polémica que se estaba cociendo.
Andrés Sendagorta, presidente del IEF, durante la clausura del congreso, este martes en Bilbao.
Sendagorta, nacido en Madrid en 1958, bilbaíno de adopción, Capitán de Corbeta, piloto naval de reactores Harrier a bordo de portaaviones, en la US Navy y en la Armada Española, condecorado en 2009 con la Gran Cruz del Mérito Naval por el Rey Juan Carlos, preguntado el lunes por lo sucedido, evitó disculparse tratando de quitar hierro al asunto.
Recordó que cuenta con una buena relación con el Lehendakari, y comentó que, sobre el euskera, hay que hacer «pedagogía», y que se trata de un singular idioma que es «un tesoro».
No debieron parecerle al Lehendakari suficientes las palabras de Sendagorta, tras tamaña afrenta sufrida en la mañana del lunes. Urkullu no se daría por satisfecho hasta que no hubiera una disculpa pública.
Esta llegó el viernes, vía filtración EFE. La agencia de noticias informó que, «fuentes próximas al lehendakari», habían confirmado que Sendagorta se había disculpado con Urkullu.
La polémica por el euskera, Urkullu y el Instituto de la Empresa Familiar ha terminado con todo un piloto de cazas pidiendo perdón por algo de lo que seguramente no esté convencido. Y con unas excusas que pertenecen, indican fuentes del IEF consultadas por este diario, al ámbito de una conversación privada cuyo contenido no debía haberse filtrado.
Si de algo puede acusarse a Sendagorta es, precisamente, de haber sido excesivamente pudoroso en sus declaraciones. Incluso el martes, cuando se conoció el acuerdo entre el PSOE y Sumar para reducir la jornada laboral, el presidente del IEF declaró que debía entenderse que es necesario una mayor «conciliación».
Y cuando fue preguntado sobre las repetidas negativas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a las invitaciones para participar en los congresos anuales del organismo, Sendagorta le justificó, recordando los numerosos compromisos que tiene el Presidente.
De nada le ha valido a Sendagorta su tono conciliador.
Un comentario en “Urkullu, el euskera y el Instituto de la Empresa Familiar: un piloto de cazas acaba pidiendo perdón”
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No tenía que haber hablado en euskera y punto. Si es un Congreso de la Empresa familiar al que van empresarios de toda España, que utilicen el idioma común, coño, que para eso está. Qué manía de hacerse las victimas a costa del idioma.